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Cultura

El Teatro Falla se encomienda al patrón de los cantes de Cádiz

  • Seis meses después de su muerte, Chano Lobato recibe un homenaje en su tierra · Dieciséis artistas cantarán, bailarán y tocarán en una gala que estará presentada por Matilde Coral y Jesús Vigorra

El patrón de los cantes de Cádiz se fue la noche del domingo de Ramos. Se fue dejando vacía la hornacina de un tiempo donde el flamenco sostenía una manera de vivir. Seis meses después de su desaparición, el recuerdo de Juan Miguel Ramírez Sarabia, Chano Lobato, el Tío Chano, continúa suscitando el mismo fervor, igual admiración. Los devotos de su tirititrán son muchos y caros. Buena parte de ellos estarán mañana en el Gran Teatro Falla para encomendar su arte a aquel que paseó el nombre de Cádiz por medio mundo. El cantaor. El contador. Chano Lobato.

Dieciséis artistas, entre cantaores, bailaores y guitarristas, celebran la grandeza cantaora y el magnetismo interpretativo del cantaor que murió a la edad de 82 años la madrugada del 5 de abril en su residencia en Sevilla.

Una gala con sello gaditano, a tenor de la procedencia de la mayoría de los participantes, que estará conducida por la bailaora Matilde Coral y el periodista Jesús Vigorra, compañeros de mesa y de ondas del intérprete del barrio de Santa María en el programa El Público. Un espacio que Chano y Matilde (también compañeros de profesión durante años) llenaban de vitalidad, naturalidad y magia.

Con tales presentadores, el homenaje, que comenzará a las nueve de la noche, no quedará carente de emoción ni de nostalgia. Ni de duende. Así, los píos flamencos de Cádiz y su provincia se suman a la mágica noche que está organizada a dos bandas entre la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco y el Ayuntamiento de Cádiz, con la colaboración de Diputación Provincial.

El patrón de los estilos de la Tacita será venerado en su disciplina por cantaores de diferentes generaciones. De la veteranía de las voces de Juan Villar, la Macanita, Pansequito, Mariana Cornejo, Felipe Scapachini y Carmen de la Jara, a la savia nueva que brota de jóvenes gargantas como las de Encarna Anillo, David Palomar y Antonio Reyes. Unos y otros, en mayor o menor medida, testigos de la calidad profesional y humana de Chano Lobato, un cantaor cuya imagen nunca fue rozada por rivalidades artísticas gracias a su peculiar y simpática manera de ser.

Una forma humilde de entender el flamenco que se cultiva en la escuela del cante de atrás. De banderillero, como él mismo diría. Por esta razón el baile, la disciplina que meció con su cante casi por cuatro décadas, no podía faltar en su día. En su día sin él. Juan Ogalla y Juan José Jaén El Junco se encargarán de demostrar cómo se baila por Cádiz. Unas hechuras donde el cante de Chano se posaba como un traje a medida. Cacharrito pa´ca, Cacharrito pa´lla, por rumbas, o ese padre llamado Juan, un andaluz figurín, que metía por bulerías con un compás de otro mundo, o la misma cadencia con la que moldeaba cada estilo... Recursos que avivaban el fuego del baile flamenco, en general, y de la sal gaditana, en particular.

Las cuerdas tampoco tienen desperdicio. De Niño Jero a Rafael Rodríguez pasando por Antonio Higuero, Pascual de Lorca y Juan Requena. Los maestros pondrán el soniquete a una fiesta que ha venido precedida de algún que otro acto más íntimo, como el retorno a Cádiz de parte de sus cenizas (arrojadas por su familia en la playa de Santa María del Mar), u oficial. El más señero, la inauguración de la estatua en bronce, realizada por el escultor chiclanero José Antonio Barberá, que devuelve la imagen de Chano en plena faena frente al centro flamenco de la Merced.

Mañana sonarán otras voces. Quizás también la de Chano, rescatada de una grabación, de una actuación. Porque la voz de Chano no se apaga. Porque como patrón de la gracia y el duende, su obra, su vida y, ¡por qué no!, su leyenda, sobreviven al tiempo. Incluso a un tiempo -el de las fiestas de los señoritos, el del matadero, el de la necesidad, el de la picardía- que se fue con él.

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