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Josean Bengoetxea. Actor

"En el País Vasco se está haciendo terapia del dolor"

  • Al donostiarra le tocará el turno de encarnar a la figura del ex secretario general del PCE Santiago Carrillo en el teatro municipal Pedro Muñoz Seca.

–A usted le toca el turno de enfundarse en el personaje del ex secretario general del PCE Santiago Carrillo, por lo tanto se encarga de contar el otro punto de vista de esa jornada histórica...

–En mano de estos dos hombres estaba depositada buena parte de las esperanzas del cambio, de la transición. Carrillo ahí, lo que entendía, es que representaba a una parte importantísima de la sociedad civil y política del país, que había quedado derrotada por la Guerra Civil. Lo que veo es que Carrillo lo que intenta, en todo este encuentro, es que se reconozca esa parte moral que fue vilipendiada con multitud de asesinatos, desapariciones, torturas... Que se reconozca desde la otra parte para poder avanzar. Esa es una premisa sine qua non para poder avanzar, porque si no entiende que no hay democracia posible. 

–Con estas dos realidades bien diferenciadas, ¿al final de ‘El encuentro. La noche más frágil de la transición’ al espectador le queda una idea clara de lo que ocurrió en esa jornada?

–A nosotros nos gustaría que fueran reflejados dos hombres políticos, grandes personajes a los que estamos representando. Ahí no sé cómo daremos el callo. Supongo que sí, porque en otras muchas plazas ha tenido un éxito arrollador la obra. Digamos que en el subconsciente colectivo están esas dos Españas. La historia tampoco nos lleva a una época tan atrás, de alguna forma la gente que ve la obra, la mayoría lo ha vivido de alguna manera u otra, algunos no la han vivido pero digamos que está también latente en sus propias vidas aquel momento de la transición.

–El hecho de que la función parta de un acontecimiento histórico, ¿la hace más accesible al público o todo lo contrario?

–Es mucho más claro así. Creo que el hecho de que esté simbolizada en un acontecimiento tan histórico, pero a la vez como historia cercana, ayuda mucho a situarnos en ese contexto. En ese contexto en el que se están dilucidando dos maneras de entender el presente y el futuro del país, están simbolizadas claramente. Es cierto, el hecho histórico ayuda a concretar sin perdernos, sin divagar, todos tenemos nuestros puntos de vista. Pero para nosotros mismos también como artistas, el hecho de que nos situemos en un punto concreto es como un guión muy claro, nos hace no perdernos hacia ciertos sitios y hacia unos posicionamientos que nos pueda llevar la propia imaginación y nos podamos perder en nuestras propias ideologías y tergiversar.

–El papel de Santiago Carrillo ha estado antes representado por Eduardo Velasco. Ha tenido un reto importante a la hora de interpretar este papel...

–Sí, además es también el motor, productor en este caso... Es un gran amigo mío y un compañero maravilloso, estupendo actor. Fue un gran reto, pero no lo dudé en cuanto me lo propuso. La verdad es que toda la compañía, técnicos y artistas, los actores, todos son andaluces, menos yo que vengo del norte, y Santiago Carrillo era del norte, aunque no era vasco. Entonces me parecía que podría concretar esa visión que tenemos un poco la gente del norte, por nuestra idiosincracia y nuestro carácter. A mí me resultaba en principio complicado, trabajoso, el poder entrar ahí en un caballo desbocado, en un tren en marcha como era El encuentro. He tenido una maravillosa ayuda tanto de Eduardo como de José Manuel y del director, Julio Fraga, que me han arropado y me han ayudado.  

–Siendo usted originario de Donostia, ¿cómo se vivió este proceso en el País Vasco?

–El fantasma del dictador estaba sobrevolando todas las conciencias en el país, en el norte pues también. En el norte de hecho fue de los pocos sitios que en el tardofranquismo hubo un colectivo, que todos sabemos, que se levantó para derrotarlo, para no dejarle precisamente pasar por donde pasó, que fue muriendo en la cama. Incluso alabando su agonía y la agonía de todo el país, nadie quería. De hecho Santiago Carrillo y el comunismo tampoco querían que este hombre muriera en la cama después de lo que había hecho. Yo no digo cómo. Lo que tenían claro es que tenía que pagar por aquello que hizo, los crímenes salvajes, en un juicio o lo que sea. Entonces un chaval como yo de 12 o 13 años pues me contagié de todas las alegrías que supuso la caída de este hombre, porque significaba, desde mi punto de vista, la merma de ciertas libertades, sobre todo la de la libertad de expresión. 

–A pesar que han transcurrido 38 años desde esa noche, ¿sigue existiendo en la actualidad  dos Españas o hay más divisiones

–Quiero creer que todo ha ido evolucionando y cambiando, hay un desarrollo, un aprendizaje del dolor, y hay una terapia. Esto lo digo desde algo que nos toca mucho a los vascos, que ha sido también otra manera de dictadura, el terrorismo. También en estos momentos, sinceramente, siento que en el País Vasco se ha ido haciendo y se está haciendo mucha terapia del dolor. A nivel español creo entender que ha habido mucha evolución, mucho desarrollo. Aquellos temas que no se llegaron a cerrar, esas cicatrices, posibilitan que todavía vuele sobre nosotros, esté más o menos presente, el fantasma de las dos Españas enfrentadas. El fascismo, de alguna manera, no está derrotado, está subterráneamente latente, se puede comprobar con multitud de cosas.

–Pese a su dilatada carrera son pocas las ocasiones en las que se le ha podido ver en el teatro, ¿no es de sus lugares preferidos para actuar?

–Es cierto que he compaginado bastante el cine, sobre todo, con el teatro, he trabajado bastante en cine, en televisión también.  Empecé en teatro, siempre he trabajado en teatro. No ha habido año en el que no haya trabajado en teatro. Sigo haciéndolo, espero seguir haciéndolo. Básicamente poder vivir de ello, algo que hoy en día es algo complicado. 

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