josé manuel serrano cueto. escritor y realizador

"Narrativamente, las historias de lo extraño tienen un gran potencial"

  • El autor gaditano publica la segunda parte de 'Cádiz oculto' en una entrega que da paso a "la ironía y un mayor escepticismo"

Al propio José Manuel Serrano Cueto le sorprendió el éxito que alcanzó la primera entrega de Cádiz oculto, a pesar de conocer de primera mano la atracción que puede ejercer el anecdotario paranormal. De hecho, la decisión de hacer un recopilatorio de corte sobrenatural se tomó -comenta Serrano Cueto- "para respirar un poco de escribir cine. Llevo muchos años colaborando con distintas revistas especializadas, Más Allá, Año Cero, Enigma... Y cuando conocí a Ana Mayi a través de Julio Molina Font, le planteé la posibilidad de ampliarlos a través de esos reportajes. Cádiz oculto lo comencé, además, justo cuando a mi mujer le diagnosticaron cáncer, así que quería hacer algo que no me supusiera mucho trabajo..."

Publicado hace casi tres años por ediciones Mayi, este primer libro de "historias gaditanas para no dormir" va ya por su sexta edición y acaba de ver su continuación en los escaparates de las librerías.

"La cuestión es que, tras esa primera entrega, empezaron a contactarme un montón de 'espontáneos' que tenían historias extrañas que contar -explica Serrano Cueto-. En esta segunda parte, me animo a contar las cosas con un poquito más de sentido del humor y mucho más escepticismo. En la propia introducción del libro, ya digo que en Cádiz parece que hay mucho fantasma de siempre. Incluyo algunas cosas que se quedaron en el título anterior, o ampliaciones de casos, como el del milagro de Puerto Real, que apenas se comentaba. De este, por ejemplo, pude hacer incluso un reportaje más amplio que apareció en Más Allá".

En esta nueva dosis de Cádiz oculto, la ciudad sigue siendo la gran protagonista pero también hay capítulos dedicados a otras localidades de la provincia, como Puerto Real, Zahara o Benamahoma.

Serrano Cueto indica que no es en absoluto "un convencido" de este tipo de asuntos -algo que apunta en las dos introducciones de estos libros-. "Son historias que me interesan muchísimo narrativamente, para hacer una ficción quizá a través de ellas, pero ya está". Tras escribir el primer volumen, de hecho, la mirada hacia toda esta fenomenología es aún más escéptica: "Si antes había un pequeño resquicio en algunas cosas, ese resquicio se ha estrechado aún más. Volvemos a lo que decía, ya investigando cuando escribía para las revistas, encontraba historias muy chulas, narrativamente interesantes -explica-. Ves que los testimonios, además, se suelen creer lo que ven a pies juntillas, pero luego escarbas y enseguida se tambalea todo un poco".

Ya en el primer Cádiz oculto, comenta, quedaron fuera algunas historias por compilar que, "con alguna variación", daban para una segunda entrega. "Así que me puse a investigar un poco más y a meter en ellas ese ramalazo gaditano que creía interesante meter. Este libro -continúa- no es absolutamente cómico, pero sí que tiene un punto de ironía, quizá unido a ese escepticismo. A algunos lectores puede incluso que les resulte frustrante, porque algunos de los casos parten de una historia real que al final desmiento. Por ejemplo, está el capítulo del testimonio que dijo haber encontrado los restos de un dinosaurio en la playa de Zahara de los Atunes, junto al testimonio de un biólogo que lo contradice".

De entre todos los casos recopilados en este título, Serrano Cueto destaca el del milagro en Puerto Real: "En un principio -cuenta-, el tema de la milagrería no es precisamente el que más me interese dentro de este abanico de los misterios, pero es un caso que terminó interesándome mucho a nivel antropológico".

"Investigando el tema -prosigue José Manuel Serrano Cueto- comprobabas cómo una serie de personas de diferente trato y mentalidad eran capaces de creer en una misma cosa a pies juntillas, aunque se tambaleara por muchos sitios, y eso te lleva ya a algo más allá del misterio, que es digno de estudio a nivel psicológico y social".

Otro caso jugoso, apunta el escritor, es el que le contaron sobre el Centro Cultural Reina Sofía en Cádiz, ya dentro de un palo más tradicionalmente "fantasmal": "Te dicen cómo se escucha la música de baile de salón, los pasos... Una escena que, a quien haya visto la película, le recordará muchísimo a El baile de los vampiros, ahí tenemos por ejemplo una de las historias más delicadas -prosigue-. Otro caso curioso es el testimonio de una persona que aseguraba haber visto un elefante rosa en el castillo de San Sebastián, una anécdota que puede sonar a canción infantil o chiste, y te saca el lado más humorístico, pero quien lo cuenta lo hace con mucho convencimiento".

Para Serrano Cueto, la principal función de toda esta casuística no es otra que entretener: "Hacerte pasar miedo, dudar, reír... A toda leyenda, a poco que uno tenga algo de sentido crítico, se le puede dar la vuelta, siempre puedes encontrarle una explicación, más allá de la innegable poesía que tienen", desarrolla.

Desde la publicación de Cádiz oculto, añade, "se ha dado una oleada en los medios, sobre todo digitales, sacando fantasmas por todos los rincones de Cádiz, y publicando reportajes un poco cogidos con pinzas de sucesos que se tambalean bastante más. Hay que intentar distanciarse un poco, ser más cauto y, a los que nos gusta ser respetuosos a pesar de todo, no intentar vender el bacalao, porque hace mucho mal".

"Para mí -apunta el autor- estas historias están sobre todo para disfrutarlas. Luego es el lector, por supuesto, el que elige si quiere creérselas o no, pero intento transmitir el mensaje de que hay que ser más crítico con todos estos temas, que a veces no hay tanto misterio como nos venden o nos gustaría pensar".

José Manuel Serrano Cueto recuerda al respecto una serie de artículos publicados precisamente en Diario de Cádiz en los que "el colaborador, creo que por su juventud, era demasiado creyente en estas cosas -indica-. Como digo, creo que esto era fruto de la juventud, pero creo que si algún efecto tiene el curiosear en estas cosas es precisamente el contrario: hacerte cada vez más racional. Al final, son escasísimas las experiencias que, como mucho, puedas calificar de dudosas".

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