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Cultura

El amor sigue vivo en la era de los píxeles

  • Carrasco deleita a sus seguidores en una plácida noche en la que, sorprendentemente, el viento no dio batalla Mezcló el amor y la motivación de sus temas, las dos bazas de su carrera

Con 15 minutos de retraso respecto de la hora prevista, a las once menos cuarto de la noche y con la climatología que todo artista desearía en Cádiz -sin viento-, Manuel Carrasco entraba en escena. Atrás dejaba la espera que antecede a todo concierto. Atrás y en el olvido quedó también una "quedada" organizada por internet que convocaba a quien quisiera acercarse a las piedras que rodean el Castillo de San Sebastián, aprovechando que la hora del concierto coincidía con la bajamar, para escuchar gratuitamente a Manuel Carrasco. Pero no tuvo éxito. 

 

Igual, por así decirlo, quedó ayer Manuel Carrasco. El artista presentaba en Cádiz su nuevo disco, Confieso que he sentido, después de su  último concierto en la ciudad hace ya dos años, en el que hace un giro a sus temas que más exitos han cosechado a lo largo de sus diez años de carrera.

 

Igual, porque Manuel Carrasco combinó en su concierto las dos caras con la que se muestra en todos sus discos. A un lado, el romanticismo y al otro la motivación. El primero, fue el que le dio a conocer al principio de su carrera. El segundo, que surgió a partir de su disco, Habla, le ha consolidado como uno de los artistas con más seguidores del país. 

 

Y diez años después sigue con estas dos bazas. Manuel Carrasco parece el discípulo constante de un poeta romántico. Es el que, al final, le gana la batalla al tiempo. Es el que consigue llegar al éxito. Es el que sabe donde tiene que poner su esfuerzo. En la música y en la voz. Sus dos puntos fuertes. Ambos compensan que Manuel Carrasco elabore el romanticismo y la motivación en temas distintos pero parecidos como hermanos. Es el alumno constante y ganador capaz de de decir lo mismo de mil maneras diferentes. Y su público le premia por ello.

 

Su público llegó fiel a la cita. Con una capacidad para 3.000 personas, la explanada del Castillo de San Sebastián, estaba, aproximadamente al 65% de su capacidad. Y es que en esta ocasión, ya no se trataba de ir a escucharlo de forma gratuita a la playa, se trataba de pagar, como mínimo, 35 euros para verlo. Es en estas ocasiones cuando aparecen los leales. 

Leales a Manuel, pero con las mismas características de los públicos de ahora. Móvil en mano y a retransmitir. Los conciertos ya se disfrutan como los viajes, con cámara y móvil en el bolsillo, y retransmitiendo la vida en directo. Ya antes de empezar, a la espera de que el artista subiera al escenario, una de sus seguidoras cogía el móvil y escribía en su perfil de la red social Twitter: "Otra noche más acompañando a @manuelcarrasco_...ahora en Cádiz". Comenzaba, una vez más, un concierto de la nueva generación.

 

Con ese aspecto diferente al de diez años atrás, ahora, con sus barba y el pelo largo, pero más corto y arreglado, Manuel Carrasco se vació a él mismo y a sus canciones encima del escenario.

 

Cantó, bailó, volvió a cantar y dejó que el público también formara parte de los instantes mágicos cediéndole el micrófono en los momentos clave. Por su boca desfilaron sus grandes éxitos: Sabrás, Mujer de las mil batallas, Que nadie, Sígueme, No dejes de soñar, la aclamada transformación de Tan sólo tú, que fue muy aplaudida entre los asistentes, y la energía de su último sencillo, Aprieta.

 

Y mientras derrochaba su fuerza y cautivaba a los asistentes: "Sé que esta noche no va a pasar de largo", llegaba a afirmar el artista, el público, cautivado ya por esta era de los conciertos de nueva generación, se entretenía grabando con los móviles, haciéndose autorretratos o transmitiendo en directo a través de mensajes por las aplicaciones móviles en red de Whattsap o Facebook, sus impresiones. Atrás quedaba la piel de gallina cuando el artista canta solo a piano. Ahora, las emociones se miden en píxeles y en megabytes. Con el móvil en una mano, las parejas se dan un abrazo de 10 píxeles con el otro brazo y un beso de 20 megabytes, mientras Manuel Carrasco canta que "antes de ti, yo ya soñaba con tu amor".

 

Cuando iba camino de las dos horas, Manuel Carrasco despidió el concierto con Aprieta, pero el público le hizo volver. Esta vez solo, sin orquesta, acompañado simplemente de su guitarra. Un último tiempo de descuento en el que apareció su lado carnavalero, flamenco -cantó una bulería- y se despidió de todos con el tema, Confieso que he sentido, con el que confesaba lo que su público le había hecho sentir a lo largo de todos estos años.

 

Puede que Manuel no sea un maestro con la pluma, pero la gente que allí lo esperaba tiene el sueño de que el mundo sea como sus canciones, que el amor tenga el sentido que le da Manuel y que en esta vida sólo hay lugar para seguir enfrente. Eso sí, su público siempre querrá que se lo cante él, su artista, Manuel Carrasco. 

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