Cultura

Las posiciones genéricas del paisaje

  • La muestra que el cordobés Francisco Escalera expone en la Benot nos hace transitar por un paisaje lleno de entidad pictórica, mostrando en contraste el diálogo entre tierra y agua

La obra de este artista cordobés forma parte, por derecho propio, del completo catálogo de pintura figurativa por la que apuesta la galería Benot; en cuyo variado catálogo de autores se encuentran presentes todas las modalidades de una figuración sin fronteras, sin complejos, abierta a todo cuanto de calidad aporta una realidad a la que los artistas representan, ilustran, manipulan e imponen un compromiso creativo con muchas buenas circunstancias y afortunadas formulaciones. En los últimos tiempos hemos asistido en la sala de la avenida Ramón de Carranza a momentos de inusitada trascendencia pictórica con obras donde el realismo, en todos sus procesos constitutivos, dejaba constancia de sus infinitas posibilidades artísticas. Nombres de la talla de Pedro Escalona, de Ricardo Galán Urréjola, de la joven granadina Irene González, de Pilar Alonso, de Marina Anaya, de Eva Armisén, de Cecilio Chaves o de Carmen Bustamante -cuya obra se presentará a continuación de la exposición que ahora nos ocupa-, por citar sólo algunos de los grandes artistas figurativos, han dado toda una lección de cómo la pintura realista, en su más amplio espectro, sigue manteniendo una alta consideración y un estamento absolutamente vivo en el contexto general de un arte contemporáneo dominado, ahora mismo, por otros modos y otros conceptos expresivos.

Dentro del organigrama expositivo de Fali Benot se encuentra la figura de este artista que hace del paisaje materia representativa de una entidad que él lleva a la práctica con absoluta solvencia pictórica. La muestra gaditana del autor cordobés nos sitúa en un paisaje cuidado al máximo, con todos sus elementos constitutivos perfectamente aderezados para que estructuren un espacio visual sin dejar nada al azar, con una formulación de recursos ilustrativos que se nos presentan rigurosamente planteados, sin exuberancias, con una total asepsia pictórica y argumentando una realidad que en su obra declara los mayores y mejores registros de una naturaleza que él hace exultante, suprema y fuera de toda duda.

La exposición de Francisco Escalera, pulcra de principio a fin, nos hace transitar por un paisaje lleno de entidad pictórica; un paisaje silente, sin elementos que desvirtúen su elemento propiamente natural; manifestando la poderosa evolución que ha existido en su obra. El artista que nos convenció en otras comparecencias con una obra urbana donde lo constructivo, las obras de ingeniería y todo aquello que manifestaba la representación de un estamento social sabiamente transmitido, llega ahora con un desarrollo distinto; dando sentido artístico a un medio natural que plantea todo su inquietante poder, dejando que los horizontes desentrañen episodios donde el contraste entre la tierra y el agua mantienen vivos un diálogo intenso que acentúa ese carácter de atemporalidad que se desprende en toda su obra.

De nuevo, nos situamos ante la obra de un artista completo, sabedor de cómo se debe representar una realidad para que desencadene sus máximas funciones expresivas. Francisco Escalera es un pintor sabio transmisor de un tiempo que incide poderosamente en el paisaje que representa. Estamos ante un paisaje sin resabios que coarten la existencia feliz de una pintura diáfana; un paisaje que deja expeditos los caminos de la expresión para que por ellos circulen los aires de unos mínimos que se hacen máximos con apenas gestos representativos. Solitarios campos, donde el agua apenas deja sentir su espacioso discurrir, que sintonizan con argumentos expresivos llenos de sutileza compositiva, se nos abren expectantes para ser contemplados sin ataduras dialécticas, exigiendo libres guiños de complicidad, ofertas inquietantes de una realidad inmensamente pura y difícilmente repetible. En su obra la realidad ha perdido sus brillos deslumbrantes, ha suprimido muchas de sus desvirtuantes concreciones para situar sólo sus posiciones genéricas, sus testimonios de verdad. Una pintura muy bien concebida y sabiamente llevada cabo; oferta atractiva para sentir cómo la figuración sigue viva dentro de la selva inquietante y, a veces, abrumadora, del arte contemporáneo.

Galería Benot CÁDIZ

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