Cultura

La cosmogonía de Lita Mora toma las casamatas del Baluarte de Candelaria

  • La artista regresa al panorama artístico con 'Origen' La muestra recoge los temas mitológicos propios de la autora en un proyecto en el que el espacio es parte de la obra

No hubiera podido ser la misma muestra en ningún otro lugar. Origen no emplea las casamatas del Baluarte de Candelaria como lienzo: las toma como piezas. La colección que supone el regreso de Lita Mora al oficio público del arte no podría entenderse igual en otro marco: las salas del Baluarte parecen páginas de un álbum en el que se dibuja, se pegan y recortan objetos, se levantan figuras en tres dimensiones. El mar parece formar parte también de una serie que habla, en clave mitológica, de nacimiento y creación, recordándonos el inicio y el magma.

"De alguna manera -comenta la propia Lita Mora-, el simple cuadro ha terminado por ser insuficiente, así que últimamente he terminado encontrándome más cómoda interviniendo en los espacios. En este sentido, el Baluarte de Candelaria presenta un formato muy adecuado, que me ha gustado siempre: es un entorno con mucha fuerza y el mar, siempre presente, es muy sugerente. De hecho, es casi un reto trabajar aquí, porque tienes que enfrentarte al protagonismo del propio emplazamiento. También tenía claro que quería que esta propuesta se presentara como una instalación abierta y no cerrada".

Durante el recorrido de presentación de la muestra, la artista estuvo acompañada por el concejal de Cultura, Alejandro Varela, y por la alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez, que destacó el "gran esfuerzo" que la ha artista ha realizado en la organización de esta exposición. Una colección que reúne los últimos tres años de producciones de la creadora gaditana, tras ausentarse durante largo tiempo del panorama artístico por motivos de salud.

Empleando el marco como propia materia artística, la muestra -que puede visitarse hasta el próximo 6 de abril- juega con el factor tridimensional , "borrando las diferencias entre obra y lugar" en composiciones en las que uno mismo parece formar parte de las recreaciones. Si es cierto que Lita Mora no abandona, en este nueva andadura, la referencia de los mitos clásicos como constante sí que se subraya la actualización de los mismos: sin perder una pizca de esencia, Mora recuerda y reaviva en sus versiones la fuerza de los antiguos iconos, traduciendo al lenguaje plástico actual por qué se les veneraba, cuáles eran sus dominios.

Origen sigue tomando como inspiración las Metamorfosis de Ovidio, obra que Lita Mora confiesa piedra angular tanto en su formación artística como en el desarrollo de sus propuestas. Una de las citas del clásico abre, de hecho, el recorrido por las salas: "Antes del mar y de las tierras y de lo que todo lo cubre, el cielo era el único aspecto de la naturaleza, en el orbe entero al que llamaron caos". Así, Origen constituye, en efecto, la plasmación de una cosmogonía: ¿cómo influyen, desde un punto de vista mítico, los elementos celestes en la naturaleza y en la vida humana? ¿a qué o quién calificamos como demiurgo? Y Lita Mora, siempre con el soplo de Ovidio a las espaldas, nos explica. Están los titanes, los primeros pobladores, "representados como gigantes mirando hacia abajo por encima del cielo estrellado". Los mágicos "hacedores de nubes". La serpiente uróboros. La esfinge, que parece hacer volar mil ojos en cuanto abre los suyos, permanentemente cerrados. Las muchas y pequeñas deidades, a gusto del consumidor, que parecen surgir de pequeñas esferas celestes y que recuerdan , a veces, a las sirenas homéricas, a las arpías persas. Obras, todas y cada una, inseparables de cada espacio, ya que cada sala acoge un tema.

"Hay dos mundos -explica la artista en la introducción de la muestra- el que vemos, el visible, y que no vemos, en invisible. Todo lo que nuestros ojos ven forma un mundo: vemos el sol, la luna y las estrellas, las tierra y el cielo, bosques y llanuras, ríos, ciudades, hombres... Pero también existe otro mundo que nos rodea, aunque no lo vemos, poblado de seres que van y vienen, seres y animales prodigiosos, seres mitológicos y bíblicos, seres monstruosos... habitan en un mundo paralelo. Lo natural y lo sobrenatural, lo real y lo irreal están indisolublemente unidos".

Las propuestas finales de Origen reúnen, en una segunda secuencia y bajo el epígrafe La lengua de las flores, los rostros y evocaciones de amigos y seres queridos para la artista, en una propuesta a la que dan nombre los versos del poeta Charles Baudelaire: "¡Feliz aquel que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo la lengua de las flores y de las cosas mudas!".

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