Voy a empezar a creer a los que aseguran que la risa rejuvenece. Al menos al espíritu. El jajaja y el jijiji tiene cualidades antioxidantes. Una buena dosis diaria tonifica, te quita la cara de sieso manío y hace que los seres humanos que te rodean piensen que la vida merece la pena vivirse. Mi ataque de fe en los gurús de la sonrisa se fundamenta sobre todo en la visualización de Antonio Reguera y Agustina. La primera vez que los vi actuar yo estaba en la mili, porque hace 20 años había mili, y ellos empezaban a regalar noches inolvidables, chistes inmortales, acordes imposibles y expresiones que debieran ser incluidas en un próximo diccionario Reguera-Castellano/Castellano-Reguera. Ayer, cuando volví a verlos, juntos, como siempre, paseando por entre las fuentes de San Juan de Dios, pensé que seguían irradiando juventud. Antonio tiene más canas y más arrugas en su rostro, aunque no tantas como las que ha provocado en sus congéneres a fuerza de cerrar los ojos de risa, de estirar la mandíbula para partirse con sus ocurrencias, pero no ha perdido esa fuerza que desprende cuando te mira al hablarte. Y Agustina ha encontrado la fuente de la eterna juventud al lado de un loco maravilloso, su loco enamorado. Así, agarrados, nos contaron como preparan su próxima gira mundial por Andalucía, que arranca mañana en la Sala Barabass de Cádiz, que ya llenaron en diciembre, y donde estarán además las noches del sábado y del lunes. "Empezamos en Cádiz y de aquí vamos a Málaga, Sevilla, Jerez y en veranito estaremos en El Puerto, en Gines...". Pom, pom, pom. Junto a nuestra mesa se ha caído un vaso de cristal que se hace añicos al estrellarse contra el suelo. Reguera reacciona rápido. "No se preocupe señora, que a las siete empieza un campeonato de faquires y esto les va a venir de categoría". Genio y figura.

Desde que comenzaron en el año 92, Antonio y Agustina tienen guardados cuadernos en los que archivan cada chiste y cada pieza que tocan para no repetirse en actuaciones cercanas. Ese es parte del secreto de su éxito. "Yo preparo un montón de historias de cachondeo y las canciones llevan un guión, aunque tanto Agustina como yo improvisamos mucho", cuenta. "A nivel de chistes yo llevo unos 30 preparados, aparte de los que te pide la gente, que si la tortuga, James Bond, la calle Corneta Soto Guerrero... y entonces yo algunas cosas preestablecidas pues ya las largo. Cuando llego a casa tacho todo lo que he contado para tenerlo controlado. El repertorio de música sí es nuevo, el otro no, aunque hay cosas que no interpreto desde hace mucho tiempo, como por ejemplo el chiste de la tortuga, que dura hasta 40 minutos, es longevo total, pero la gente lo pide, se ha quedado, gusta".

Tenemos curiosidad por saber si Reguera ensaya en su casa sus chistes. "Yo con los chistes hago lo siguiente. Me cuentan a veces cosas, me hacen un esbozo, y yo, si veo después que se le puede sacar age, lo voy cabilando y le voy metiendo cositas. Hay gente que te cuenta chistes de seis minutos que son mu serios y sólo tienen el final gracioso. Yo eso ya lo veo retrógrado. A mí lo que me gusta es topetazo tras topetazo y el final da igual, si llevas media hora riéndote oé, qué más quieres... Pero normalmente después de sacarles esa punto no lo ensayo. A lo mejor lo comento con Agustina mientras paseamos por la playa mismo, pero más para reirnos nosotros, para nuestra propia alegría y enriquecimiento. Los ensayos duros nuestros son los musicales, ahí no hay broma". De hecho, llegan a ensayar hasta tres horas al día. "Contrastamos opiniones, incluso ensayamos cada uno por nuestra cuenta". No obstante, Antonio reconoce que "el poquito, ninguno o el mucho éxito que hemos tenido ha sido gracias a los chistes, porque si fuera por la música hoy en día nadie puede comer de 17 palancazos a la guitarra, pero claro, lo que no hay en el mundo, búscala en youtube si quieres, es una pareja que haga lo que hacemos nosotros, habrá dúos que toquen mejor, mejores guitarristas, humoristas mejores que yo, pero que toquen y cuenten historias como hacemos nosotros... Vamos, el que lo encuentre lo invito a un... poleo menta, que tampoco está la cosa pa tirar cohetes", bromea.

¿Y a nivel espectáculo se ha notado la crisis? "No la hemos notado porque tocamos en recintos muy pequeñitos. De todas formas, al no prodigarnos tanto pues la gente nos coge con ganas. Además, la música es una salida, pero que nunca hemos pretendido tener un chalé en Roche ni nada de eso. Nosotros nos conformamos con que haya comida en el frigorífico hasta el día 20, y el 21 ya cogemos dos pasamontañas y dos arpones y a dar palos en los bancos de la Sierra, sin hablar en, porque como hable me dicen: quillo Reguera, quítate el pasamontaña y cuéntame la tortuga con tus castas... jaja". Reguera indica además que "nosotros no somos de ir a comer al Faro, ni somos de alterná, y para colmo yo ya ni... na de na, no gasto ni bromas, jaja".

Antonio y Agustina llevan su propio equipo de música, lo que es un alivio económico. "Así pues nosotros la crisis no la hemos tenido... o siempre la hemos tenido claro, porque como yo nunca he tenido un Rolls Royce, yo llevo viviendo en la crisis desde que nací, los hippies estamos siempre sin tabaco", comenta entre risas.

Antonio Reguera y Agustina ya no se prodigan en espectáculos como fiestas privadas, convenciones, comuniones, bodas, bautizos, ferias... "que se podía ganar un dineral", porque siempre hay algún gracioso entre el público. "Aunque el que te contrate sea superfán, a lo mejor hay un amigo de él que no lo es y le tengo que decir dos cositas, y no es plan".

Por último, un consejo: todo aquel que quiera olvidarse durante dos horas y media de la crisis, de la prima de riesgo, de los recortes y del hambre en el mundo, tiene una cita ineludible viernes, sábado o lunes en el Barabass con Antonio Reguera y Agustina. Allí nos vemos.