La cultura ibérica responde a las vivencias de las diferentes tribus que habitaron la costa mediterránea y zona meridional de la Península Ibérica desde Andalucía al sudeste de Francia, desde el siglo VI a. C. Nunca tuvieron una administración política común, pero dominaron y gobernaron el mismo territorio y establecieron ciudades y poblados donde comerciaban con griegos y fenicios. Compartieron una misma cultura y desarrollaron un arte propio. Sin embargo, pese a ser una de las civilizaciones más importantes del Mediterráneo, sigue siendo de las más desconocidas de la antigüedad.

Para descifrar los aspectos más importantes de las vidas de estos pobladores la Obra Social de La Caixa trae a Cádiz la muestra Íberos. Nuestra civilización antes de Roma, que se instalará en una carpa en la plaza de San Antonio desde el próximo 7 de septiembre hasta el 18 de octubre.

La exposición presenta así los rasgos y aspectos fundamentales su cultura, que se presentan al público en torno a seis ejes temáticos que abarcan desde su escritura, organización social y militar, religión, formación, formas de gobierno, urbanismo y arquitectura, agricultura y ganadería o artesanía.

Una serie de paneles explicativos y reproducciones científicas de obras de arte, maquetas, proyecciones audiovisuales, fotografías y grabados integran esta muestra didáctica sobre esta civilización que se asentó en parte de Cataluña y Aragón, Valencia, Murcia y muchos puntos de Andalucía.

Así, en el primer apartado de esta muestra itinerante, titulado Escritura, moneda y comercio, se habla de los dos tipos de alfabetos semisilábicos que usaban los íberos: el meridional y el levantino. Resalta que las primeras monedas íberas aparecieron a finales del siglo V.a.C. en Cataluña y Levante y que copiaban el sistema griego, extendiéndose después a toda la costa. No obstante el comercio estaba en manos de las más altas jerarquías sociales.

El segundo apartado explica que la Organización militar de los íberos no se basaba en un ejército organizado, mientras que la tercera sección se centra en la religión, basada en las creencias animistas. De este modo, tanto los seres fabulosos, como las bestias divinizadas se encargan de proteger las tumbas aristocráticas.

Sus santuarios, añade la muestra, se ubicaban en entornos naturales donde los devotos ofrendaban toda suerte de objetos.

Respecto al Territorio y formas de gobierno se organizaban primeramente desde el oppidum o ciudad fortificada. Después estaban los poblados, los caseríos y las atalayas o torres de vigilancia y sus formas de gobierno se estructuraban en función de la zona. En el sureste peninsular, a través de pequeños estados locales gobernados por un rey; un segundo sistema era gobernado por un personaje electo o jerifalte, mientras que la tercera modalidad -propia del noreste- respondía a una sociedad más igualitaria, cuyas decisiones se tomaban a través de un consejo de ancianos.

El urbanismo y la arquitectura también se plasma en la muestra Íberos. Dice esta sección que los poblados se asentaban en lugares altos desde donde se tenía control visual del territorio. Se incide en ejemplos de arquitectura doméstica y en detalles de la arquitectura pública.

La agricultura y la ganadería también formaba parte de su actividad económica diaria. Usaban el barbecho y algunos avances introducidos por fenicios y griego, pero también ejercían el pastoreo y la posesión de ganado suponía un símbolo de prestigio social.

Cierra el circuito expositivo el apartado de Artesanía, que se movía en torno a la cerámica, la industria textil o la metalurgia.