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El G20 se consolida como el nuevo gobierno económico

  • La cita de Pensilvania consagra el ocaso del G8, un nuevo protagonismo y la instauración de un sistema de encuentros alejado de las grandes cumbres

En Pittsburgh, la ciudad del ketchup y en la que nació el pintor Andy Warhol, se consolidÓ ayer el G20 como grupo de referencia global en detrimento del G8.

El nuevo estatuto del G20, que se creó a nivel ministerial tras la crisis asiática de 1999, culmina un proceso de demandas del mundo en desarrollo que reclamaba un organismo más representativo de la estructura económica mundial.

El Grupo de los Veinte -que engloba a los países del G8 más las principales economías emergentes- es ya hoy el "principal foro económico global" según la decisión adoptada por los jefes de Estado y Gobierno del organismo durante su cumbre de dos días en esta ciudad de Pensilvania.

El renovado protagonismo refleja un nuevo orden económico mundial en el que países emergentes como China, India y Brasil se han convertido en actores mucho más importantes, sobre todo a raíz de la actual crisis financiera global, con epicentro en los países ricos. A su vez, el Grupo de los Ocho (EEUU, Canadá, Japón, Alemania, el Reino Unido, Italia, Francia y Rusia) pierde su etiqueta de club exclusivo.

Se espera que sus líderes sigan reuniéndose para debatir asuntos importantes para la mayoría de las economías desarrolladas, como los temas de seguridad internacional. Esos encuentros, de todos modos, se producirían en el marco de otros actos y no en grandes cumbres.

Los jefes de Estado y Gobierno del G20 se han reunido tres veces en el último año en Washington, Londres y ahora en Pittsburgh, tras pasar de ser un foro ministerial a uno de líderes tras el estallido de una crisis financiera que colocó al mundo al borde del abismo.

El G8, por el contrario, se reunió sólo una vez en julio en Italia en una cumbre con múltiples reuniones paralelas que incluyó una con Egipto, con otras cinco economías desarrolladas y con el Foro de las Grandes Economías. El presidente de EEUU, Barack Obama, expresó su desacuerdo con esa avalancha de encuentros e insistió en la necesidad de racionalizar el sistema.

El empuje del mundo en desarrollo y el alumbramiento de una nueva arquitectura económica global queda patente también en la decisión del G20 de respaldar que los países ricos transfieran "al menos" un 5% de su voto en el FMI a las naciones en desarrollo "dinámicas", según el borrador de la declaración final. Esta cesión, inferior al 7% que pedían Brasil, China, Rusia y la India, supone una victoria para los emergentes y una pérdida para algunas naciones de Europa, que tendrán que renunciar a una parte de su capacidad de voto.

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