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España

Rajoy apuesta por un decálogo exigente

E N la tercera entrevista que Zapatero y Rajoy celebraron esta legislatura -undécima que mantienen ambos desde que el primero llegó a la Moncloa en 2004-, el líder de la oposición advirtió al presidente del Gobierno que la presencia de España en la cumbre de Washington del próximo 15 de noviembre "no debe limitarse a esta ocasión".

Rajoy, que se debate en estos días entre no situar al PP como un partido antisistema y evitar el abrazo del oso que supondría de hecho un apoyo nítido al Gobierno, compareció tras el encuentro con Zapatero en rueda de prensa para dejar clara la posición del PP, a través de un decálogo imposible de desgranar en apenas 45 minutos pero muy claro de cara a la opinión pública: necesidad de soluciones globales y nacionales, apuesta por la economía de mercado, la corrección de los déficit externos como requisito imprescindible para salir de la crisis, los países con déficit exterior han de hacer un especial esfuerzo de austeridad, se ha de diseñar una nueva política monetaria que evite los excesos del pasado, se ha de crear un nuevo marco de regulación y supervisión financiera en el que España puede adoptar ejemplos de buenas prácticas, apoyo especial a los países emergentes y a las economías en desarrollo, se ha de reformar las instituciones económicas internacionales siendo irrenunciable que España esté representada adecuadamente en las mismas, la presencia de España en el proceso de reforma del orden económico mundial debe ser permanente y no limitarse únicamente a la Cumbre de Washington, y se ha de orientar la política económica española hacia la solución de los problemas de la economía real.

Ante un Zapatero que parece aún estar saboreando el éxito de la presencia de España en la cumbre del G-20 como un niño con los zapatos nuevos, como si estuviera frenando el proceso de recesión que pronostican los expertos en vez de estar administrando un éxito diplomático incuestionable pero poco tangible, Rajoy cumplió con su obligación pública de situar en su justa medida el listón de la presencia española en la capital norteamericana.

Sabedor de que la cumbre de Washington puede servir para empezar a refundar el sistema financiero internacional pero no para paliar de inmediato la crisis real que sufren muchos españoles, que verán cómo el paro supera las líneas rojas más pesimistas -es decir, el 16 por ciento-, el presidente del PP mantuvo la distancia necesaria para poder situar a su partido como alternativa del sistema a una crisis que apunta en los próximos meses a importantes protestas en la calle. Según destacados dirigentes populares, el peor error político que podía cometer Rajoy es ubicar al PP como un partido antisistema en su afán de oponerse al Gobierno en una crisis de carácter internacional a pesar de la peculiaridad española de destrucción de empleo por encima de la media de la zona euro.

Ante una crisis que tiene más pinta de L que de V o U, sin embargo, Rajoy situó al PP en posición de salida para aprovechar de nuevo el incremento del paro en el mes en curso, lejos de la Cumbre de Washington, lejos del efecto Obama, lejos del éxito diplomático del Gobierno de Zapatero.

A pesar de que el último CIS no ofrece muchos réditos, el presidente del PP parece que tiene claro que la situación puede empeorar tanto que, por fin, las encuestas sean mejores para él.

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