-¿Viajó a los lugares donde van sus personajes?
-Son sitios que conocí a lo largo de mi vida.
-Sale la novela y mueren García Márquez, Paco de Lucía, Ana María Matute...
-Es como tachar nombres de amigos de tu agenda. Yo pensaba en esas personas como seres vivos.
-Está muy lograda la trilogía de tres Gracias del Café Gijón: Ana María Matute, Josefina Aldecoa, Carmen Martín Gaite...
-Las traté a las tres. A la Martín Gaite menos, conocí mejor a su ex marido, Rafael Sánchez Ferlosio. En nuestra profesión tenemos el privilegio, la suerte inmensa de conocer a quienes admiramos. A veces nos llevamos decepciones pero son las menos.
-¿Le decepcionó Arafat?
-No es algo personal. Quería desmitificar a los personajes que los jóvenes de esa época han idolatrado. Entonces, en los dormitorios, en lugar de póster de las top models o los actores de moda estaban los del Che, Arafat, Angela Davis o las Panteras Negras. Era un juego literario para bajarle los humos a esa generación tan mitómana.
-¿El Hispano de su novela es el Madrid?
-Hay ciertas similitudes. Entonces se abrían y cerraban muchos medios de comunicación. Yo trabajé en Doblón, Opinión... Cuando entré en el diario Madrid estudiaba Políticas. Vi físicamente la demolición. Se me cayó alguna lágrima.
-¿Entrevistó a alguno de los personajes del libro?
-A Costa-Gavras, Jorge Semprún, Pinito del Oro.
-Tres lanceros bengalíes. ¿Era una generación muy cinéfila?
-Mucho. No había tantas diversiones como ahora y el cine era la diversión esencial. Las películas estaban en cartelera meses, algunas incluso años.
-¿Le dio clase algún político en Políticas?
-La asignatura de Teoría del Estado la daba Fraga Iribarne, pero ese curso tuve la suerte de que lo sustituyó Raúl Morodo.
-¿Vivir para contarlo o contarlo para revivirlo?
-Hay que controlar la melancolía y la nostalgia.
-Ese oficio romántico se desangra con la muerte en directo de compañeros por los yihadistas...
-La prueba de que no ha desaparecido, de que la esencia de la profesión sigue vigente, es que a pesar de esas muertes en directo hay mucha gente jugándose la vida para contar lo que pasa. Se juegan el sueldo, el prestigio...
-Los Príncipes de su novela se hicieron Reyes...
-Los conozco a los dos. Tenía que darle un cierto toque institucional.
-¿Los ritmos de la novelista chocan con los de la periodista?
-El novelista necesita aislamiento, concentración, no perder el hilo de la historia y los personajes. El periodista es todo lo contrario. El oficio pide inmediatez, sociabilidad, estar alerta. He tenido la suerte de hacerlos compatibles, no todo lo que quisiera.
-¿Autores de referencia?
-Por no salirme de los periodistas que han hecho buena literatura, y sin mencionar a españoles para no olvidarme ninguno, me quedo con Truman Capote, Gay Talese, García Márquez, Norman Mailer.
-Su novela podría llevar por subtítulo el de la de Evelyn Waugh: Novela de periodistas. ¿Son literarios los reporteros?
-Somos muy literarios, cinematográficos. Muy maltratados en el cine negro americano.
-¿Hay tensión entre plumilla y fotógrafo?
-El trabajo de fotógrafas como la protagonista permanece en museos y tesis doctorales.
-¿A qué ha renunciado?
-A nada. Cuando era niña, tenía dudas entre escribir, siempre me gustó, o dedicarme a la medicina, la ciencia o la investigación. De hecho, yo elegí un bachillerato de Ciencias y si existe la reencarnación en mi próxima vida me gustaría ser médico o científica.
-¿Aficiones?
-La música, el cine, mirar el mar, jugar a las cartas.
-En la novela habla del contencioso entre García Márquez y Vargas Llosa. ¿A qué lado se pone?
-Los dos me entusiasman como escritores. La raya la pusieron ellos mismos. Cuando el incidente con el disidente cubano Heberto Padilla, el único que se quedó defendiendo a los políticos frente a los intelectuales fue García Márquez. Me fío más de los intelectuales, los escritores.
-¿Prepara nueva novela?
-Estaba con otra historia, pero se me coló ésta. No me atrevía a escribir una historia de periodistas.
-¿Los protagonistas son reales?
-El femenino es una suma de varias mujeres. Tanis, el masculino, está ahí. Siempre hay en las redacciones de los periódicos un tipo brillante, seductor, que se lleva a las chicas de calle.
-¿Por qué sitúa al protagonista en la OLP?
-En esa época, en los periódicos la gente se dedicaba más a la política internacional, porque lo nacional no se podía contar. Lo internacional era un guiño para entender lo que pasaba dentro. Lo internacional estaba muy de moda.
-En 2015 hay todo tipo de elecciones. No le van a dejar escribir una novela...
-Pienso escribirla por encima de todos los candidatos del mundo.
-¿Cómo será Madrid sin la alcaldesa Ana Botella?
-Espero que más limpio y con menos gente que se rompa las piernas y la cabeza por las hojas.
-¿Es asidua de El Corte Inglés?
-Los recorrí todos en la promoción de Camino de hierro, novela con la que gané el premio Primavera.
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