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El destino hace demasiado daño

  • Lágrimas Unos 1.500 aficionados lloran desde las gradas del Rico Pérez el duro retorno del Cádiz a Segunda B Cruel Los cadistas pasan de la alegría al desconsuelo de nuevo desde los 11 metros

Una temporada a cara a cruz. O lo que es lo mismo, desde once metros. Más que nunca, pena máxima. Así de cínico es el destino, que ayer demostró que en esta ocasión no estaba del lado del Cádiz. Lo que un día te otorga, al otro te lo arrebata con una crueldad absoluta. Hace cinco años Abraham Paz no lanzaba los penaltis mejor que ahora, incluso se la jugaba emulando a Panenka, el balón entraba y había gran regocijo por el regreso del Cádiz a la categoría de plata. Ayer fue diferente. El balón pegó en el palo, tocó en las piernas de Sanzol y, en lugar de rodar hasta el interior de la portería, se fue fuera. Cádiz entero rompió a llorar en ese momento. Con más dolor si cabe, las 1.500 almas que acompañaron a su equipo hasta Alicante, los que quemaron el último cartucho de ilusión por la A-92 y volvieron a creer en Dios para que el milagro se repitiera. Todo fue inútil.

El mayor de los patrimonios del Cádiz, su afición, sacó fuerzas tras una temporada de amarguras y golpes bajos para aclarar la voz y tocar las palmas como nunca en el Rico Pérez, un estadio que pasará a engordar el libro negro del submarino. Una hora antes del inicio del choque ya se respiraba cadismo en el graderío. Más de un aficionado local se asombraba con el espectáculo y se le escapaba en voz alta: ¡Joder, que pedazo de marea amarilla!

A las seis en punto el corazón comenzó a bombear más fuerte y en apenas diez minutos el Cádiz demuestra que la hazaña puede volver a repetirse con tres ocasiones claras de gol que no quieren entrar. El corazón multiplica por 1.500 sus latidos con los escarceos en ataque del Hércules y finalmente estalla de júbilo cuando Gustavo López marca el 0-1.

Pero las cosas no tardan demasiado en torcerse. El Hércules empata tras un fallo defensivo y se llega al descanso con el futuro amarillo pendiendo de un hilo, pues en ese momento, con los resultados que se están registrando, el Cádiz ocupa una de las plazas de descenso. Esa incómoda situación se palpa en el graderío en la reanudación. Las voces pierden fuerza y el futuro se ve cada vez más oscuro. Las ocasiones para marcar llegan, pero el Cádiz empieza a estar nervioso y eso afecta a la puntería de los delanteros. La batalla se ha perdido en el resto de campos de Segunda, pero la guerra no ha acabado en Alicante, donde pueden significar mucho seis minutos de descuento. Cinco se agotan para desesperación del cadismo, pero en el sexto se aparece la Virgen en forma de mano en el interior del área de un defensa herculano. ¡¡¡El milagro puede repetirse!!!, el graderío, que había arrojado la toalla, vuelve a la vida… pero el destino es cruel y el cadismo vuelve a llorar tras reencontrarse cinco años después y de nuevo desde el punto de penalti con su peor enemigo. Ojalá no tengan que pasar otros nueve años para llorar, pero esta vez de felicidad.

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