Comparsa

Los imprescindibles

Localidad: Cádiz

letra y música. Jesús Bienvenido Saucedo

director.  Rafael Campos Castro.

el tipo. Caballeros al estilo de los cuentos de caballería pero gaditanizados.

En semifinales: A la batalla de todos los días le presentan sus credenciales los imprescindibles, los que "pelean una vida entera por lograr lo imposible". Un nueva hornada de "cantares de gesta del día a día" que animan al pueblo a empoderarse, a hacerse "invencible", que "nunca se mueran los imprescindibles". Buena presentación y popurrí bien llevado que destaca en varias cuartetas brillantes (quizás, a veces, algo arrebatados en la interpretación, pero bueno...). Pero si de destacar se trata, como en todo certamen, utilizan un arma infalible con el segundo pasodoble. Una engañifa como la de aquellos carteles que ponían en letras mayúsculas las palabras Sexo Gratis para después anunciar cualquier otra cosa. Con esa técnica, los de Bienvenido entonan una letra contra la infravivienda, a la propaganda del PP en un medio de televisión público, a la malnutrición infantil, al paro... A todos los males que azotan a la ciudad. ¿Cómo captan la atención? ¿Cuál es su reclamo? Una supuesta letra que anuncian contra las comparsas de Aragón y Carapapa. Efectivamente, en el teatro se crea ese clima perverso, morboso para escucharles. Se queda con todo quisqui, vamos. 

El primer pasodoble, un bello piropo a la mujer, a la amada de estos caballeros que no necesita que nadie la rescate, ni que le roben un beso, que "no espera a  ningún hombre" porque "no es de nadie" aunque "dé la vida por su compañero", la que es "madre de los milagros de amor", la que "jala" de él cuando cae y la que "eleva su voz en la batalla". Una mujer de verdad, vamos. En los cuplés parodian, con poca fortuna, el anuncio de la Lotería de Navidad y, en segundo lugar, tipo picantón, a la Pantoja se hace "tatuajes talegueros" en la cárcel, el del nombre de Julián "en la línea del bikini, que le coincide con el bigote". Son unos dignos aspirantes a la final, aunque este año la batalla se presenta ardua. 

 

En cuartos: Los versos de Bertold Brecht, tan inspiradores, se maridan con los de Bienvenido para parir a esta comparsa que me parece que suena mejor por tanguillos que en sus albores (y que creó que en preliminares estuvo mejor ejecutado). Aun así presentación para estudiar y para levantar el ánimo en la batalla, que tenemos mucho por delante por lo que pelear. Buen conjunto, gran presencia escénica (el tipo está sembrado de detalles) y dos pasodobles peleones conf irma de autor.  Aunque los dos están a la altura, me quedo en el segundo sobre la nueva ley de Seguridad Ciudadana. Se amordazan. "Toma mi arma, mi escudo y mi coraza" "castiga mi derecho a expresarme libremente". Se dirigen, sin ambages, directos, duros, a los "cortijeros de las libertades", a los "dictadores de falso discurso" que entienden  "de manera fascista la democracia", que nos imponen una ley mordaza cuando son ellos "los delincuentes". Gran letra. El primer pasodoble, también bien hecho y de verbo muy sincero, contra esa oferta turística que iguala a nuestra fiesta en la calle a "un burdel de las coplas". Muy hermosa la capella y el golpe de nudillos. Los cuplés son flojos para su nivel, sobre los cuartos, los de final del Concurso y los de las uvas de Canal Sur; y para la alcaldesa a la que la nominan ellos por la ELA pero a que se tire a la Bahía. El popurrí nos brinda buenos momentos en música y letra. La batalla, uno de ellos. 

En preliminares: “Batalla perdida”. “Los derrotados”. Se levantan por tanguillos. Un día más. Jalonados por el espíritu de Bertold Brecht (“hay personas que luchan un día y son buenas”... ya saben como sigue), de Cervantes y El Quijote (“¿Son molinos?, son gigantes”), así se forja a un imprecindible. En las pequeñas luchas del día a día “escribiendo sus relatos desde el anonimato”. Los derrotados, dignos de un lienzo cuando abren cortinas, cantan como ganadores, con ímpetu y corazón. Y con compás y gaditanía momentos antes de cerrarse. Y es que vaya popurrí... Vaya riqueza, vaya abundancia en el regreso de Bienvenido, en todo su esplendor, musicalmente creativo (ese bajo-lavaero) y con la sensibilidad a flor de piel.

Pasodoble que se ralentiza y se acelera por momentos, con salidas jazz y pellizco. Algún despiste con la letra, sútil, pero lo hay. Aún así engancha esta pieza. En la primera letra (una autoletra, que todo hay que decirlo) a su regreso. Vuelve al Falla “como niño” con “zapatos de estreno” y con “el disfraz de demonio” en el “altillo  de los carnavales”. Letra, muy bien hecha, con esos yo no quieros tan sabinescos,  para defender su ausencia: “Yo no quiero antifaces de oro”, “no quiero rutina”, “no quiero darte retales”.  

 

El segundo, un pasodoble-historia con truco final. Pieza crítica contra “los sucios bancos”, la desesperación del hombre honrada que ve truncada su vica con un desahucio y “el hombro amigo” que es el de un desconocido, una persona sin hogar que vive en la calle y lo invita a compartir cajero de “esos bancos rescatados con los sueldos de los obreros”. Los cuplés, más flojitos. El primero, con sorna, a la Cabalgata de Reyes , “que coincidió con una huelga de camiones”. El segundo, un cuplé wasapeado con golpe final “se ha puesto azul” (la suegra).  Popurrí brillantísimo, quizás, lo mejor de un repertorio sobresaliente. Al ataque. 

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios