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Vizcaíno gana el pulso a Pina

  • El murciano, que exigió la marcha del sevillano y amenazó con llevarlo a los tribunales, renuncia a un largo proceso judicial y claudica al dejarlo dos años más de presidente a cambio de recuperar el control de sus acciones

La paz institucional llega al Cádiz justo cuando termina la temporada y empieza una nueva andadura en Segunda División A después de un interminable peregrinaje de seis cursos en la ingrata Segunda B. El equipo iniciará una ilusionante campaña 2016/17 reintegrado a la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y en medio de un remanso de sosiego después de haber conseguido el ascenso envuelto en una atmósfera bélica, suavizada en la recta final, entre dos partes enfrentadas que parecían irreconciliables: Quique Pina y Manuel Vizcaíno, mano derecha de José María del Nido. La paz llega pero no por arte de magia. Del odio al amor, aunque no sea verdadero, no se pasa por un flechazo espontáneo. Al menos en este caso. La paz no es incondicional. No es gratis. Es una paz por contrato. Tiene un precio. Y ese precio es que Vizcaíno, si se firma el acuerdo que del negocian los últimos flecos, seguirá dos años más al frente del club cuando en realidad la pretensión de Pina era ver al sevillano fuera. No quería verlo ni en pintura. Sólo hay que comprobar las declaraciones del ex presidente del Granada en los últimos meses para reflejar una realidad palpable. Se ha tragado sus palabras, que no fueron pocas, en contra de Vizcaíno. Ahora vuelven a unir sus intereses, esos que en el fútbol hacen extraños compañeros de cama.

Ahora resulta que se quieren, pero con matices. Es un matrimonio de conveniencia, con habitaciones separadas. Conscientes de lo que han rajado el uno del otro. En público y en privado. Esos dos años más de Vizcaíno como cabeza visible del Consejo de Administración es el precio que paga Pina por recuperar el 50 por ciento de las acciones de Locos por el Balón, a nombre de David Buitrago -hombre de su máxima confianza- aunque en realidad es suyo, pero dominado por completo por Vizcaíno al ser él el administrador único de esa sociedad mercantil que quizás, a raíz del acuerdo, entre en la recta final de su existencia. La administración de Locos por el Balón, a día de hoy todavía en exclusividad para el sevillano, pasaría a ser compartida entre las dos partes y colmaría una de las aspiraciones de Pina. La otra es tener todo el poder en el club, pero para ello deberá esperar al menos dos años más.

Vizcaíno no estaba dispuesto a dejar de controlar unas acciones, las de David Buitrago -es decir, Pina-, que no son suyas a cambio de nada y ha tenido la habilidad de sacar partido a su posición ventajosa. Asunto aparte son las cuestiones éticas. Dos años más de presidente e incluso algún tipo de beneficio económico, según qué circunstancias, recogido en alguna cláusula del acuerdo. Un acuerdo que está casi elaborado, aunque tarde en terminar de cocinarse por las exigencias de uno y otro. Cuando tengan que explicar los términos de ese acuerdo, si es que lo hacen, dirán que pelillos a la mar y que todo es por el bien del Cádiz. El bien por el Cádiz a partir de ahora. Antes no importaba. Por supuesto, nunca por interés personal.

El pulso sostenido por ambos a lo largo de toda la temporada que anteayer echó el telón tiene como claro vencedor a Vizcaíno, que en el último instante hizo caer el brazo de Pina. El ex del Granada no ha podido echarle y ha tenido que ceder a la exigencia del mandatario cadista de mantenerse al frente del club. Vizcaíno, contra la espada y la pared durante toda la temporada, ha sido habilidoso en defensa de sus intereses y sale ganador por partida doble.

Por un lado, en lo deportivo, es el presidente del ascenso a Segunda A. Con la conexión granadina apartada desde mediados de septiembre de 2015, cuando dimitió Jorge Cordero -al comienzo de la ruptura-, el presidente tuvo que asumir la parcela deportiva y al final no le pudo salir mejor. Se jugó la arriesgada carta de Álvaro Cervera en el banquillo -sustituto de Claudio Barragán- a sólo cuatro jornadas para el final de la Liga y resultó ganadora. Si el equipo no hubiese subido, habría sido un fracaso del presidente, de la misma manera que el éxito es suyo por el regreso a la categoría de plata que tanto ha costado conseguir.

Por otro lado, en el plano institucional, Vizcaíno aguanta la presión, capea las repetidas amenazas de demandas judiciales por parte de Pina y continúa al frente de la nave pese a una gestión en la que abundan las sombras. Pina ha pasado de acusar a Vizcaíno de desarrollar una gestión ruinosa en el Cádiz a concederle dos años más de presidencia. De pronto deja de ser un mal gestor. Pina ha pasado de asegurar que le gustaría ir al Cádiz siempre con la condición de que no estuviera Vizcaíno a firmar la continuidad del sevillano. Ha pasado de ponerle a caer de un burro, de decir que el sevillano sólo sabía de marketing, a unirse a él pese a la enorme desconfianza que hay entre uno y otro. Ha pasado de llamarle mentiroso y de tener una relación malísima (en declaraciones a este periódico en septiembre del año pasado) a cambiar de rumbo de manera radical.

No hace mucho que Vizcaíno soltaba a las claras que no se fiaba un pelo de Quique Pina y que el conflicto se resolvería por la vía judicial. Pina ha pasado de amenazarle con denuncias por varios frentes a claudicar y rubricar un acuerdo que prolonga la estancia del sevillano, que gana la batalla a corto plazo. Ya no habrá más requerimientos notariales ni amenazas de demanda de Doyen -Vizcaíno insinuó que Pina había comprado la deuda que Locos por el Balón tiene con el fondo de inversión-, ni tampoco estará la sombra de una demanda de Buitrago -es decir, Pina- contra Vizcaíno por la no convocatoria de la junta de accionistas de Locos por el Balón y por la gestión de esas sociedad. Todo quedó en amagos para presionar.

El murciano se mueve con una visión a largo plazo. Renuncia a meterse en un laberinto judicial de cuatro o cinco años con la idea de tener el control accionarial y disponer de todo el poder del club en un par de temporadas, cuando termine el mandato del actual presidente. Esa es la teoría. Luego habrá que ver la práctica.

Hasta entonces, vuelve la bicefalia que se implantó tras el aterrizaje de Locos por el Balón en el club, quebrada en septiembre de 2015. Vizcaíno se encarga del apartado institucional y Pina y su equipo, de la parcela deportiva, con protagonismo para Juan Carlos Cordero. La confección de la plantilla del Cádiz queda en manos de Pina y su equipo una vez que estaba sin club al haber dejado de ser presidente del Granada.

La incógnita es cuál de las dos partes se hace con la dirección económica, una cuestión que no es baladí porque nadie se fía de nadie. La mayor prueba de desconfianza es que el acuerdo no está cerrado del todo y que quedará plasmado en un contrato negociado al milímetro por los abogados de ambas partes. No basta con un apretón de manos.

Vizcaíno pasa de ser presidente por accidente a presidente por contrato con fecha de caducidad. Es él quien elige cuándo se va. Cuando se vaya, no lo hará por la puerta de atrás.

El sevillano accedió a la presencia del Cádiz pese a que en principio no estaba contemplada esa posibilidad cuando Locos por el Balón se hizo con el paquete mayoritario de acciones del Cádiz. José María del Nido y Quique Pina, a través de esa sociedad, y con nombres de otras personas, se hicieron con el control del club pero el Consejo Superior de Deportes (CSD) denegó la compra al aparecer como administrador único Juan José Pina, padre de Quique Pina, entonces presidente del Granada. Juan José Pina iba a ser el presidente pero la respuesta negativa del órgano estatal provocó un cambio de planes que llevó a Vizcaíno dejar el Sevilla y tomar la administración única de Locos por el Balón y la presidencia del club.

Vizcaíno dispuso de todo el control de Locos por el Balón, del que incluso llegó a decir que era el dueño. Nada más lejos de la realidad aunque ejerció como tal y nunca dejó que nadie del entorno de Pina tuviera poder de decisión.

Con el nuevo acuerdo que se va a firmar entre las dos partes, en principio Vizcaíno deja de tener todo el control de Locos por el Balón, Pina recupera el timón sobre su parte y el escenario que se presenta es, tarde o temprano, la disolución de esa sociedad. Cada parte (Del Nido y Pina) se llevará su 50 por ciento y el murciano tendrá vía libre para controlar el club. Pina se ha movido con sigilo y además de su trozo de pastel de Locos por el Balón, que supone un 25 por ciento de las acciones del Cádiz, ha agrupado apoyos de accionistas minoritarios con los que dispondrá, en total, de más de un 50 por ciento de los títulos del club y podrá mandar de verdad en todas las parcelas. Para ello deberá esperar dos años.

Mientras tanto, cada uno se ocupará de lo suyo, se supone que habrá tranquilidad en todos los estamentos del club. Al menos hasta dentro de años. Aunque nunca se sabe.

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