Coincide Ramiro Domínguez en la idea de que, en una España tan "tremenda y casposa", con una historia habituada a la Cuaresma, el Cádiz de las Cortes supuso un arranque de fiebre, la incursión de un día de Carnaval en mitad de lo gris. "Muchas de las iniciativas de la Constitución de 1812 no eran la panacea, por supuesto -admite el editor-, pero sí eran un principio, suponían un poco de mejora".

Domínguez Hernanz y Sïlex re-editan, con el respaldo del Consorcio del Bicentenario, el estudio más conocido del Cádiz constitucional. El Cádiz de las Cortes, de Ramón Solís vuelve a ver la luz en una cuidada edición en pasta dura ilustrada con grabados y mapas de la época. "La última edición del título databa de 1987, mucho antes de que se intuyeran los preparativos del Bicentenario -comenta Ramiro Domínguez Hernanz-. Ha costado mucho tiempo y esfuerzo pero la verdad es que están todos encantados. Veinticinco años después, creemos que sigue siendo un libro básico e imprescindible para Cádiz".

La actual publicación del ensayo de Ramón Solís cuenta con una nutrida colección de ilustraciones y grabados procedentes tanto de archivos propios del sello editorial como de colecciones particulares, registros públicos e, incluso, material perteneciente a archivos militares -especialmente, en lo referido a documentos cartográficos-.

El proceso de selección de material gráfico -el primer elemento diferencial respecto a ediciones anteriores- comenzó hace dos años . El texto apenas ha necesitado "alguna actualización respecto a las notas a pie de página, que hoy en día quedaban un poco desfasadas, y alguna alteración a nivel de secciones y corrección ortográfica", apunta el editor.

Para Domíguez Hernanz, el hecho de que El Cádiz de las Cortes siga siendo el estudio más ameno en torno al periodo doceañista y la Guerra de Independencia se debe a que Solís "prestó especial atención a la realidad cotidiana -explica-. Ese fue su truco. Aunque el libro está plagado de datos y aportaciones técnicas y demás, Ramón Solís consigue hacerlo ameno porque se baja a nivel de calle y hace que sea más fácil, sin resultar facilón. Consigue presentar los datos de manera muy clara y muy ágil al lector. Otros textos que se han hecho sobre la época podrán ser más elaborados, aportar detalles de interés, innovar de alguna forma, pero ninguno llega a la habilidad de la que hizo gala Solís para entretener al lector".

El Cádiz de las Cortes vio la luz por primera vez a finales de los cincuenta, en plena dictatura, y resulta reseñable que sea un título que parece no acusar el paso del tiempo. "Yo lo llamo el Peter Pan de los libros históricos -continúa Domínguez-. No ha envejecido en absoluto, tiene una capacidad fantástica de seguir vivo; las ediciones que se han hecho han demostrado que se ha mantenido igual, y el propio texto está plagado y lleno de datos que no resultan pesados en ningún momento".

"En esta ocasión -continúa-, queríamos buscar una edición que tuviera cierta elegancia y buscara la esencia de la ciudad, de los acontecimientos que se vivieron en un momento así".

"Es curioso pensar que los responsables de aquella época lucharan por buscar mejoras para la ciudadanía, no recortes -indica Domínguez Hernanz-. Yo creo que la esencia del libro, el mensaje que quería transmitir el propio Ramón Solís era ese: que la ciudadanía se empapara del espíritu sano y positivo que afloró en aquel momento que, aunque como todas las cosas, estuvo lleno de luces y sombras, es cierto que tuvo grandes aciertos y aspiraciones reseñables".

Para Ramiro Domínguez Hernanz, la proclamación de la Constitución de 1812 fue consecuencia de un momento de catarsis colectiva, "también muy lógico, si se piensa -explica-. Lo que se habló en las Cortes de Cádiz y su plasmación en un texto. esa especie de inspiración catárquica o de momento de Carnaval que vivió la historia de España, aportó una gran cantidad de ideas y de mejoras a nivel mundial. Por ejemplo, apenas se suele hablar de la influcencia que la Constitución del Doce 1812 tuvo en gran parte de Iberoamérica, un hecho por el que la mayor parte de los libros (incluido este) suelen pasar casi de puntillas o dejar para el final".