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Una escapada

Cavtat, Croacia

  • La pequeña población es una alternativa ideal a la atestada Dubrovnik

Croacia. Para todos, una sorpresa maravillosa la primera vez. Para los que repiten, una colección de placeres mediterráneos reencontrados a cada ocasión. Desde arriba hasta abajo, desde la casi veneciana península de Istria, hasta la cotizada joya de Dubrovnik, ya casi rozando Montenegro, el país guarda y enseña a la vez estupendos pueblos amurallados y llenos de palacios góticos y restos romanos a lo largo de toda la costa. Increíblemente bello ese litoral tan recortado y arbolado.

La perla es la mentada y tan publicitada Dubrovnik, claro, una enorme fortaleza, castillo deslumbrante, de contenido barroco y hermoso, de suelos brillantes y permanentemente asaltado por turistas, viajeros y cruceristas. Todo el mundo quiere conocer Dubrovnik, un lugar único pero atestado, sobre todo en temporada alta en su calle Placa, uno de los paseos peatonales más asombrosos del mundo, bordeado de palacios, acompañado por el convento de San Francisco y delimitado por las fuentes de Onofrio. El inconveniente es que cada vez la temporada alta se alarga más y conseguir una mesa en alguna de las elegantes cafeterías para observar el trajín en esta calle es una misión imposible a ciertas horas . Es el mal reciente de todos los lugares turísticos. El fenómeno imparable de los cruceros, con barcos que crecen en eslora y capacidad de transporte, puede hacer que esa ciudad que compitió con Venecia en el comercio mediterráneo medieval y del Renacimiento, la antigua Ragusa que con sus imponentes murallas nunca se dejó sojuzgar por el león de la Sereníssima República, se convierta en un lugar incómodo para quedarse, amén de la dificultad de encontrar alojamiento bueno a un precio razonable.

Pero todo tiene solución, y Croacia acumula también salidas a los, por otra parte benditos, problemas turísticos. El lugar para resguardarse de este gentío está a unos 30 kilómetros al sur por la carretera costera, bastante más allá del aeropuerto, poco antes de la frontera con Montenegro. Se llama Cavtat (pronúnciese Chavtat) y se puede convertir en el sitio ideal para pernoctar, cuatro o cinco noches tranquilas, con el número justo de turistas y si se tiene la precaución de hacerlo a principios de septiembre o en junio.

A Cavtat se puede llegar desde la fabulosa capital dálmata fácilmente en coche, autobús o en barco. En los días claros, Dubrovnik se entrevé detrás de un saliente, allá a lo lejos como en una bruma rosada sobre el Adriático, casi un espejismo lejano y prometedor, y siempre con uno o varios barcos de crucero fondeados frente a ella.

Cavtat (dígase con ch, queda más croata) tiene apenas dos mil habitantes y está rodeado, asediado por el mar. Tiene un puerto junto a las casas, al que amarran barcos de pesca y de excursión junto a los cada vez más frecuentes yates de lujo, y frente al que se desparrama un gran número de bares, tiendas y restaurantes con amplias terrazas, pensadas para las cenas y los cócteles en la noche mediterránea.

En un ambiente relajado, los niños juegan siempre por allí, ya sea al fútbol en el muelle o al waterpolo (estamos en Croacia, y ahí ese es junto con el tenis uno de los deportes nacionales) en las tranquilas aguas aledañas. En muchos puertos croatas hay zonas acotadas con boyas y equipadas con portería para la práctica de este deporte acuático. Cavtat tiene sus iglesias con sus campanarios que destacan por encima de los árboles, tiene sus calles empinadas de casas de piedra dorada, su cementerio en la cumbre. Tiene paz. Y buena comida, pescados, mariscos, risottos, mejillones, ostras…

Entre las ventajas de parar aquí se encuentra la de la cercanía con Dubrovnik, que se puede visitar en poco tiempo y luego volver de noche a la tranquilidad.

Y como propina, en el corto trayecto entre las dos poblaciones se extiende la llamada Riviera de Dubrovnik, accesible por una espectacular carretera costera que encadena paisajes de ensueño. Entre hoteles y otros alojamientos la vía transcurre por calas, playas un poco mayores y pueblecitos pesqueros llenos de encanto como Mlini, Srebreno y Plat. Recuerden: Cavtat. Y no se lo cuenten a demasiada gente.

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