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Ciudadanos de Cádiz

"Antes se luchaba más por una camiseta y un escudo"

  • Miguel Ángel Martínez Villar. Doctor especializado en Traumatología y Cirugía Ortopédica, ha desarrollado buena parte de su carrera en los servicios médicos del Cádiz Club de Fútbol

ENTRE multitud de recortes de prensa, el doctor Miguel Ángel Martínez Villar mantiene en su consulta de la avenida Amílcar Barca los recuerdos de gran parte de su trayectoria profesional dedicados al Cádiz Club de Fútbol. Una etapa que cerró en el trágico partido de Hospitalet.

-¿Cómo llegó a la Medicina el doctor Martínez Villar?

-De casualidad. Mi vocación era ser militar como fuera. Exactamente del Ejército del Aire, pero un defecto que tengo en la visión me hizo abandonar mis planes. En el primer reconocimiento médico que me hicieron, no me dieron ni opción. Entonces, decidí hacer Náuticas, pero no me gustó nada. Después me matriculé en Medicina, pero fue un desastre y no apreciaba lo bonita que era la carrera porque el primer año era muy árido. A la vista de la falta de liquidez que tenía uno, hice unas oposiciones a celador de la Seguridad Social y empecé a trabajar de celador en la Residencia y en Vargas Ponce. Un día, un buen amigo mío, José Manuel Pérez Moreno, especialista en Digestivo, me dijo: "Miguel, ya que estás aquí por qué no vuelves a reiniciar la Medicina". Terminé la carrera con la cosa de que yo terminé mi trabajo de celador ganando 24.900 pesetas y en el primer trabajo como médico ganaba 12.000 pesetas en el hospital San Rafael.

-Sin embargo, comenzó haciendo la especialidad de Ginecología. ¿Por qué el cambio?

-El cambio fue porque cerraron el hospital de Mora y me vi en la calle. Un amigo mío me dijo que estaban buscando médicos de guardia en el hospital San Rafael. Me presenté y me dieron el sitio. Allí empecé a trabajar como aprendiz para hacer parte de la especialidad de Traumatología. Cambié una especialidad súper blanda por una súper dura.

-Le tenía que gustar la Traumatología para dedicarse a ella.

- A mí la Traumatología no era algo que me llenara. Me empieza a gustar cuando conozco a Pedro Guillén en Madrid. En ese momento, empiezo a desarrollar lo que hoy es la cirugía artroscópica y veo un futuro maravilloso en eso.

-Y a partir de su etapa en Madrid y su entrada en la especialidad, llega el comienzo de su relación con el Cádiz.

- A mí me busca Manuel Irigoyen porque se entera de los contactos que yo he tenido a raíz de la primera operación que hice a un jugador del Cádiz, que fue al delantero Castro en julio de 1982. Entonces, Manolo viene a verme para que yo me haga cargo de los servicios médicos, pero yo tenía muchas ocupaciones en ese momento. Estaba haciendo la especialidad, estaba como jefe de los servicios de Mapfre, tenía mi plaza de cupo en Jerez y ya no me podía dedicar. Le hice la propuesta de meter la póliza de accidentes y lesiones deportivas de Mapfre y ya empecé a prestar servicios al Cádiz como médico de la mutua.

-¿Cómo ha cambiado la Traumatología en estos años?

- Ha cambiado la técnica y la táctica quirúrgica. Los tiempos de intervención quirúrgica son cortísimos. Las que antes podían durar de la orden de cinco horas, ahora en una hora o una hora y 10 minutos se resuelven con total normalidad. Y una mejoría en la evolución del paciente, la recuperación y las secuelas que quedan.

-¿Y ha cambiado el deportista?

-El deportista de hoy es mucho más completo que el deportista de hace 30 años. La mayoría son atletas. No hay secretos, lo que hay es dedicación y trabajo. Y si el cuadro técnico tiene un grupo de jugadores a su alrededor que se dedica, atiende, presta atención y obedece, el equipo va bien. Lo peor es cuando el equipo técnico va por un lado y los jugadores van por otro. Y eso suele suceder.

-Centrándonos en el Cádiz, usted ha tenido varias etapas en el club. La primera, en los años 80, tuvo que ser bonita con una plantilla gaditanizada y un símbolo del cadismo, como es Mágico González.

-Yo la vivo directamente. Mágico González utilizaba la consulta mía en la mutua, que estaba en Cortadura. Él vivía arriba y usaba los baños de la consulta para ducharse. Es más, él tenía allí una taquilla y se dejaba la ropa de entrenamiento. Llegó a acumular gran cantidad de pantalones cortos porque él era así. Alguna vez teníamos que llamarlo porque tenía un Ford Escort descapotable que lo dejaba abierto y se llenaba de agua.

-¿Guarda relación con los jugadores?

-Con todos. Me llaman y se relacionan conmigo. Hay algunos que no han vuelto a Cádiz, pero en general, con los que son de la zona me relaciono con todos. De los que se fueron, con alguno tengo trato especialmente, como son Pedro Jaro, Elías Benito o Generelo.

-¿Era un vestuario diferente?

-El ambiente de aquella época era una fiesta porque además el presidente también se encargaba de que fuera una fiesta. Era otra dimensión del fútbol. El fútbol que hay ahora no tiene nada que ver con el que había antes. El cambio radical viene cuando empiezan a entrar los preparadores físicos al fútbol a finales de los 80. Ahora, existen las figuras del psicólogo, el asesor de imagen o el jefe de prensa. Antes no había nada. Tú salías de entrenar y te cogía Antonio Díaz o el que fuera y muchas veces se hacían las entrevistas dentro de mi consulta. De hecho, muchas de las fotos son en las consultas.

-¿Ha perdido encanto el fútbol?

-Es puramente profesional. Es más glamuroso hoy en día. Antes era más familiar, se luchaba más por una camiseta y un escudo.

-Sale en 1990, pero vuelve al club como consejero en una etapa muy complicada en la que el Cádiz vuelve a manos gaditanas. ¿Por qué da ese paso?

-El paso lo doy porque Antonio Muñoz hace un equipo y Miguel Cuesta habla conmigo. Yo recuerdo que había que avalar un dinero en aquella época, dinero que se avaló. A mí el fútbol nunca me ha costado dinero, pero en aquella época se avalaron de la orden de tres millones de pesetas en el Banco Santander, dinero que el Cádiz se hizo cargo de los avales. Tengo que decir que a mí personalmente nunca me ha dejado a deber nada. Ni Muñoz ni el Cádiz.

-¿Se ha sido justo con Muñoz?

-Creo que ha pasado lo que tenía que pasar. La gente está harta de la gente y estamos hartos de los políticos. Yo soy de los que piensan que los políticos tienen que estar ocho años y el presidente de un club lo mismo. Otra cosa son los accionistas. A un presidente cuando lleva entre cuatro y ocho años se le agotan las ideas.

-Otra de las etapas negras se dio con el Grupo ADA, lo que propició la vuelta de Muñoz al club.

-Fueron unos años malísimos. Convulsos totalmente. No había nada, ni servicios médicos ni nada. Yo veía a los futbolistas porque los veía en la mutua Fraternidad, pero los veía colados porque no había absolutamente nada.

-Como jefe de los servicios médicos del Cádiz le tocó vivir dos ascensos. ¿Cuál fue más bonito?

-El ascenso a Segunda fue espectacular. Mucho más que el ascenso a Primera. Fue tras muchos años de ostracismo en Segunda B. Nueve temporadas y unos años malísimos con el Grupo Gil, Muñoz que entra y sale, que no había dinero, que si los encierros. Una época muy mala y ahí se despegó con ese ascenso. Recuerdo del de Segunda cuando llegó el equipo al aeropuerto de Jerez y el autobús a la Zona Franca.

-¿Faltó estabilidad en el club para mantenerse en la élite?

-Fue falta de inversión porque me parece recordar a Víctor Espárrago que pedía, pero no le daban.

-Su última etapa acabó con el partido de Hospitalet. ¿Qué faltó ese día?

-Al marcar el gol, media grada se tiró al campo a celebrarlo. Todos creíamos que ya estaba todo listo. Ellos siguieron metidos en el partido y concentrados, y a nosotros nos despistaron. Fue lo mismo que le pasó a Las Palmas.

-¿Por qué decide colgar la bata ese día?

- Estaba cansado, pero yo hago algo que me gusta y en ese partido hablo yo con Manuel Vizcaíno y le digo que ya nos veremos para empezar la temporada. Al inicio de la pretemporada ya empecé a ver que el cuadro técnico que se había quedado empieza a hacer cosas en tanto que quiere organizar un cuadro técnico diferente. Me veo que entre que ya estoy cansado, que ya no tengo edad para correr la banda y que veo que quieren organizar el cuadro técnico con otra serie de personas, pues no quiero ser ningún obstáculo. No lo he sido ningún obstáculo para nada en mi vida ni lo voy a ser para el Cádiz.

-¿Ha visto en su carrera a algún jugador que podía haber llegado a ser un buen futbolista, pero que una lesión le cortó su carrera?

-Varios. Por ejemplo, uno fue Elías Benito. Tenía una proyección maravillosa, pero una artropatía en la rodilla que en aquel momento se consideró reumática truncó bastante su vida deportiva. Se mantuvo dentro de la élite en el Cádiz, pero tenía una proyección espectacular. También puedo decir lo mismo de Villa, que tuvo un arrancamiento de pubis.

-¿Cuál ha sido la lesión más dura que ha tratado?

- La de Andrés Armada. Lo reventó un portero en el Fondo Norte. Tuvo una rotura completa con luxación de la rodilla. Terminó dejando el fútbol. Fue una entrada bestial. Hay otra de Javi Navarro, que también tenía una proyección maravillosa y tuvo una lesión muy parecida a la de Andrés Armada.

-Aunque es de Ciudad Real, tiene una parte de gaditano militante. Ha trabajado en el Cádiz, ha sido jurado del Falla y es hermano del Nazareno.

-No es que sea hombre del Carnaval o un personaje, pero me gustan las cosas de Cádiz. Y no soy un capillita, pero me gusta la Semana Santa de Cádiz. Entonces, me propusieron ser jurado del Falla en el año 98. Tuvimos la gran suerte de que se oyó por primera vez el actual himno no oficial del Cádiz 'Me han dicho que el amarillo'. La experiencia fue bonita, pero fue agotadora. Si tuviera que volver, volvería perfectamente, y más ahora que tengo más tiempo.

Respecto al Nazareno, en mi época que trabajé en el hospital de San Juan de Dios, era vecino nuestro. Enseguida me hicieron mi túnica. He salido varios años, pero ya me cuesta más trabajo.

-¿Cómo ha cambiado la sanidad pública?

-En la sanidad pública hay demasiadas órdenes políticas, demasiados despachos y cada vez menos camas. Los políticos venden una moto de una sanidad pública ejemplar y gratuita, pero no es la realidad. La realidad es que hay unas listas de espera tremendas y recortes en pruebas clínicas, medicación, asistencia o recuperación.

-¿Hasta cuándo se ve ejerciendo?

-Me veo ejerciendo hasta los 65 años. Supongo que aquí en mi consulta seguiré más tiempo porque no sé hacer otra cosa. Me gusta mucho lo que hago dentro de mi profesión, aunque no me gusta como tienen organizada la Seguridad Social. Nos retiraremos cuando estemos cansados. Disfruto en lo que hago y me lo paso bien en mi profesión.

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