Ciudadanos de Cádiz

"Los gaditanos no saben valorar su gran patrimonio"

  • Hans-Josef Artz. Le sorprende la llamada de esta sección porque es alemán y reside sólo la mitad del año en Cádiz. Pero desde hace medio siglo es un ejemplo de implicación en la ciudad.

"Llegué en el año 66 para casarme. La sensación desde el tren era que veías Cádiz pero que nunca terminabas de llegar. Lo que más me impresionó aquella primera vez fue la muralla de la estación. Para el que viene de fuera esta es una ciudad amurallada que está dentro del mar. El monumento más importante de Cádiz es su muralla y no hay ni plan de conservación". Así comienza a explicar Hans-Josef Artz su relación tan especial con Cádiz desde hace medio siglo y en la última frase muestra su carácter crítico como defensor que es del patrimonio de la ciudad.

-El Ateneo de Cádiz le concedió en 2008 la Medalla de Oro y ese día el presidente, Ignacio Moreno, leyó un discurso en el que dijo que usted sabe de todo: Literatura, Historia, Música, Matemáticas, que es un artista dibujando... Le definió como "un hombre del Renacimiento".

-Sé lo que hay que saber hoy. Siempre estoy comprando libros y tengo una biblioteca buena y me gusta conocer las cosas a fondo.

-El Ateneo ha tenido y tiene un papel clave en su relación con Cádiz.

-En el Ateneo conocí al coronel Pettenghi, al que por primera vez oí dar una conferencia sobre un cuadro de 'La alegoría de España' de Goya, que está en el Museo Nacional de Estocolmo. Le dije a Ignacio Moreno que me lo presentara porque me gustaban mucho sus columnas en el Diario y le comenté que yo tenía un libro dedicado sólo a ese cuadro. Pettenghi, Ponce, Fernando Muñoz y el general Patero tenían una tertulia en el Gobierno Militar y me aceptaron allí. Ignacio Moreno siempre me decía que no sabía cómo me habían admitido. Pettenghi era muy culto. Sabía de todo.

-Y empezó a conocer mejor a Cádiz.

-Allí me interesé por la Historia de Cádiz y del Duque de Alburquerque, que salvó a Cádiz y a España se podría decir. Tengo documentos de la muralla de aquella época.

-Habla de la muralla. Usted, como muchos gaditanos, está siendo muy crítico con las últimas actuaciones.

-La gente de Cádiz no valora sus cosas, como su gran patrimonio. En Colonia, el edificio más importante es la catedral, como sabe. Y allí siempre hay un andamio en el que ves el taller donde trabajan. La directora suele decir que el día en que no haya un andamio en la catedral, no habrá más dinero para su restauración. ¿Ha visto usted un andamio en toda la muralla y cómo está?

-¿Por qué cree que los gaditanos son tan poco reivindicativos en cuestiones relacionadas con el patrimonio?

-Cádiz no se parece en nada a una ciudad española, ni andaluza. Es un caso único. Y la gente, también. Le contaré una cosa. Ayer hablé con el 'Selu' y le dije que ustedes los del Carnaval todos se parten la cara en el Teatro Falla por Cádiz, "mi Cádiz bonita" y todo eso, pero ahora no dicen nada. 'El Libi' me dijo un día que si mañana empezasen a quitar la Catedral de Cádiz todo el mundo estaría mirando y después en el Falla los mismos estarían lamentándose.

-Hace unos días hizo unas fotos desde el mar para denunciar la actuación en Santa Bárbara.

-No entiendo que Cádiz, que es como un balcón, tenga que tener un muro hasta el mar. Los gaditanos viven en una isla y quieren un sitio para estar refugiados, no quieren que se vea el mar porque saben que en pocos minutos van y lo tienen a mano. El arquitecto Portela, que es del Norte, dijo en el Colegio de Arquitectos una vez que la plaza de Sevilla había que hacerla para que los gaditanos fuesen al muelle a lavarse los pies. Y yo digo que para eso tienen toda la costa. La gente de fuera no comprende Cádiz. Hay que sentirlo.

-Tampoco ayuda a tener bien la ciudad tanto vandalismo.

-Cuando llegué a Cádiz había en la Alameda dos guardias, uno en el árbol gordo y otro en la entrada, cada uno con sus silbatos. En Candelaria también había uno. Por lo menos educaban a los niños y les reñían cuando jugaban a la pelota.

-Pero no hay muchas plazas para que los niños jueguen.

-Eso también me lo dice mi hija cuando viene. Y yo le digo que para qué tienen la playa. Claro, pero es que aquí doscientos metros andando son muchos. Si pasas por la plaza de San Antonio te pueden dar con una pelota en la cabeza.

-¿Le gusta la política? ¿Le han ofrecido alguna vez ir en una lista?

-Nunca me lo han ofrecido. Voy cada día al parque Genovés y veo lo dejado que está. Hago fotos y me las publican. Entonces algunos políticos creen que yo soy de un partido, pero a mí no me importan los partidos, me importan las personas, que todas somos iguales y somos 85% agua.

-¿Le molesta que le cuelguen etiquetas por ello?

-En Alemania no te califican. Cuando vine a Cádiz y me impresionó tanto la ciudad no pregunté a nadie quién era el alcalde. Creo que ningún partido se puede hacer dueño de una ciudad, que es de todos. No lo entiendo. En Alemania votamos a un concejal directo en cada distrito y va directo al pleno y el resto, va por el partido. Hay dos votos, un directo y otro al partido. Así puede haber en un distrito un concejal que se preocupa y no es de tu partido. Va al pleno y elige al alcalde. Los concejales no son profesionales de la política, cada uno tiene su trabajo. El alcalde es alcalde de todos y no toma partido en el pleno. Es neutral. Cada partido tiene su portavoz. Aquí los alcaldes toman partido. Una manera diferente de entender la democracia.

-¿Ser crítico le ha costado el reproche de algún político local?

-Alguno ha dejado de saludarme. Si digo algo, te ponen siempre en un nicho político. Yo no soy de ningún partido, sólo soy una persona que ve la ciudad y que hace su paseo cada día: plaza de Mina, Alameda, parque, Caleta, Campo del Sur y Catedral adentro y eso para mí es pura medicina. Vas viendo la armonía de la ciudad y la Bahía. La balaustrada y los faroles son un paso continuo que te llevan. Pero ahora en el paseo me encuentro con la entrada del parque, que rompe esa armonía, y del paseo de Santa Bárbara no digo. No pega nada.

-¿Cree que la ciudad está mejor ahora que entonces cuando llegó por primera vez?

-Está diferente. Antes no había ni alumbrado. La gente no tenía donde tirar las basuras. Había fuego para cocinar en las casas. Los comercios eran muy pequeños... Pero el puerto era mucho más romántico, había barcos, botas de vino por el muelle... había más vida. Estaban el Pay-Pay, los marineros, los militares... Cuando vine a Cádiz, pasaba por la Alameda y olía a flores. Eso ya ha desaparecido. Como ha desaparecido el Teatro Pemán...

(Nuestro protagonista hace una pausa y saca de una cartera unas fotos del monumento a Celestino Mutis en 2008 y ahora, cubierto de plantas: "Viene gente de Colombia a verlo y fíjese cómo está").

-¿Qué impresión cree que se llevan de Cádiz actualmente los cruceristas?

-Ven que el casco histórico es único, les gustan las calles pequeñas, las plazas, los comercios, la playa que es inmensa, la luz que hay, la Bahía... Pero vienen sólo unas horas. Para conocer esta ciudad y a los gaditanos hay que estar mucho tiempo aquí. Saber de la gracia y los graciosos o de los malajes que hay...

-También forma parte de la asociación 'Cádiz Vivo'.

-Queremos que se preste más atención al patrimonio de la ciudad. El árbol gordo del parque, por ejemplo, que se va a caer, o las higueras o eucaliptos que ya se han caído. Hay que cuidarlos, no esperar a que se caigan. Aquí se ponen muchas flores, pero luego no se cuidan.

-En España se critica mucho a su país y concretamente a Angela Merkel porque nos aprieta mucho el cinturón. ¿Se lo echan en cara aquí?

-Vale. Entonces yo digo: en Santa Bárbara la UE ha financiado 1,5 millones con fondos Feder y miren cómo está. Y los alemanes se preguntan cómo se usa el dinero de la UE aquí. Dicen que se invierta el dinero en cosas serias, no en lo que ha pasado en Valencia, por ejemplo. ¿Y qué ha pasado con el dinero para acabar con el cableado en Cádiz? Mire, yo haría todo lo posible para que entrara el menor número de coches posible en el casco antiguo. ¿Conoce usted Brujas? Allí puedes andar por el centro. Eso es lo que me parece a mí que se podría hacer en Cádiz. Un aparcamiento fuera para doscientos autobuses y vienes al centro andando. Emplea el dinero en cosas serias y no te criticarán.

-¿No está a favor del puente?

-Yo no habría hecho el puente. Me pregunto qué Cádiz queremos. Industria, no podemos tener. Y el puerto es un cachondeo. Cuando llegué hace muchos años, el puerto de Cádiz era importante y el de Algeciras no era nada y ahora es al revés. En la Cabezuela había bastante sitio para la ampliación y en Cádiz no tenemos conexión directa entre el puerto y el ferrocarril. Eso no pasa en ningún puerto del mundo.

-¿Qué hace la mitad del año que vive en Colonia?

-La última vez documenté todos los artículos de la Constitución de 1812. Un trabajo de más de 15.000 páginas, con actas de la comisión. Ahora, mi yerno y yo estamos construyendo una página web sobre ello. Pones un artículo y te vienen todas las intervenciones que hubo.

-¿Qué artículo destaca?

-El título VI, que habla de los ayuntamientos, es muy actual ahora que se está hablando de la reforma electoral para la elección de alcaldes con mayoría.

-¿Qué le pareció la celebración del Bicentenario?

-Mucho folclore. De lo que ha quedado... El Oratorio de San Felipe tenía que ser un monumento nacional. En vez de gastar dinero en dos monolitos se podría haber restaurado de verdad el monumento a las Cortes de la plaza de España, que está cada vez peor porque lo limpiaron mal.

-Escuchándole, habrá quien piense que lo ve usted todo mal.

-No, por favor. No me gustaría que nadie se llevara esa idea. Yo estoy muy a gusto en Cádiz. Me gusta mucho esta ciudad y no quiero decir a nadie lo que tiene que hacer. Póngalo muy claro.

-Viviendo en Colonia, en cuya catedral se encuentra el relicario de los Reyes Magos, ¿no le gustaría hacer de rey mago alguna vez en la cabalgata de Cádiz?

-No. Hay muchos gaditanos que lo merecen más que yo.

CÁDIZ, CON LOS OJOS DE HANS

Nació en Aquisgrán (Renania del Norte-Westfalia, Alemania) en el año 1940, en plena II Guerra Mundial, cuando los alemanes habían invadido Francia. Vivió, por tanto, tiempos muy difíciles que se prolongarían mucho más allá del fin de la contienda, hasta 1955, pues su padre fue hecho prisionero en Francia y su madre tuvo que criar sola a cinco hijos. Estudió informática en los años sesenta cuando los ordenadores eran enormes y ocupaban toda una habitación. Entró a trabajar como programador en IBM, en Alemania, y suyos son algunos de los primeros programas de Contabilidad para pantallas. En el año 1971 su empresa lo traslada a Madrid, pues durante el servicio militar, en los ratos libres, había aprendido español con un curso a distancia. Viajó de vacaciones a la Costa Brava y a Ibiza. En esta ciudad, en Santa Eulalia, conoció a Obdulia, su esposa, gaditana con quien se casó en la iglesia del Carmen en enero de 1967. Tras la boda, ambos marcharon a trabajar a Alemania, ya que en Cádiz no había trabajo para ellos. A esta ciudad que le enamoró regresó en 1999, tras su jubilación, adquiriendo una vivienda en la calle José del Toro en la que reparte la mitad del año junto con Colonia, donde vive uno de sus dos hijos. La persona que le vendió la casa, Ignacio Moreno, le animó a hacerse socio del Ateneo de Cádiz, a cuya modernización ha contribuido, siendo el artífice de que la institución recibiese la declaración de entidad de utilidad pública.

 

Le encanta hacer fotos a diario para recrearse en la belleza de Cádiz pero también para denunciar lo que está mal y a menudo no se ve o no se quiere ver. De su cámara han salido miles de fotos en los últimos años que forman parte del fondo del Ateneo. Muchas de ellas y otras nuevas van a ser publicadas en Diario de Cádiz en una sección que llevará por título “Con los ojos de Hans”.

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