El obispo de Ávila y presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural, Jesús García Burillo, se encuentra estos días en la capital presidiendo las jornadas que organiza la Conferencia Episcopal Española.

-¿Para qué van a servir estas jornadas que se celebrarán en Cádiz? ¿De qué se va a hablar en ellas fundamentalmente?

-Van a servir para unirnos estrechamente a la alegría que siente Cádiz, Andalucía y España por la celebración del Bicentenario de Las Cortes de 1812. Y también para aportar los elementos necesarios para la reflexión de la historia, la fe y el arte.

-¿Hacia dónde giran actualmente las directrices, líneas de actuación o pensamiento de la Iglesia en relación a su patrimonio cultural?

-El patrimonio cultural de la Iglesia en España es inmenso. Hay que ayudar a mantenerlo y a descubrir el sentido de quién lo generó, quién lo alimenta y cómo puede servir para aquellos que buscan el arte o los que buscan la fe a través de estas obras. Por ejemplo, las cofradías de Andalucía, su fe se ampara en el arte. Y nuestro deber es mantener vivo ese significado y esa naturaleza.

-¿Cómo le afecta o incide la crisis actual en el patrimonio de la Iglesia?

-Le afecta de manera importante, desde luego. Es que mantener todo el inmenso y rico patrimonio que tiene la Iglesia en España es muy costoso económicamente hablando. No obstante, tenemos una ventaja: la fe, que ayuda bastante sin necesidad de aportación económica. La economía está afectando mucho sobre todo en las restauraciones, que ahora podemos decir que andan al ralentí. Son tiempos en los que tenemos que moderar esas aportaciones económicas y destinarlas a otros campos de acción, indudablemente.

-Y si tenemos en cuenta que una parte muy importante de las actuaciones en materia de patrimonio han estado costeadas o apoyadas en financiaciones de las administraciones públicas, ahora que prácticamente se ha cerrado el grifo ¿significa que la actuación patrimonial de la Iglesia va a quedar prácticamente paralizada?

-Efectivamente, eso que dices está sucediendo en muchas diócesis. Teníamos convenios con las administraciones autonómicas, como la Junta de Andalucía, por ejemplo, o con muchas diputaciones, y llevamos dos o tres años en los que la administración no puede contribuir prácticamente con nada. Pero nosotros lo entendemos perfectamente.

Esta paralización de subvenciones o ayudas quiere decir que la actuación física sobre el patrimonio baja bastante. Y al mismo tiempo, que las aportaciones que las diócesis hacen se mantienen muy fuertes. La Iglesia está haciendo un esfuerzo extraordinario para mantener su patrimonio.

-¿Es momento de buscar nuevas fórmulas o vías de financiación a la hora de intervenir sobre el patrimonio que no sean las ayudas de administraciones públicas?

-Las vías fundamentales, si cortamos la colaboración de las administraciones, están en la aportación económica que hagan aquellos que disfrutan de esos bienes de la Iglesia. A veces se discute si tenemos que cobrar o no a quienes quieren visitar una Catedral. Pero es que no se sabe el valor que tiene mantener una Catedral. Si fallan las administraciones, la aportación tiene que venir de los que visitan los templos o monumentos. Y también por parte de empresas y particulares. Mire, el arte religioso es algo tan grande que todos están interesados en él.