Sevilla

Mata a su marido de un martillazo y más de 150 puñaladas en el Pumarejo

  • Una hija de la pareja descubrió los cadáveres de sus padres, de 71 y 63 años, a última hora de la tarde de este martes. La parricida también mató al perro antes de ahorcarse y dejó una nota diciendo que era maltratada.

Una mujer de 63 años mató a su marido, de 71, asestándole al menos un fuerte golpe con un martillo y más de 150 puñaladas y al día siguiente se ahorcó. Una de las hijas del matrimonio descubrió a última hora de la tarde de este martes los cadáveres de sus padres y avisó a la Policía Nacional. El Grupo de Homicidios ha abierto una investigación sobre los hechos. 

Los hechos ocurrieron el lunes en una vivienda del número 5 de la calle Eustaquio Barrón, muy cerca de la plaza del Pumarejo, en la zona norte del centro de Sevilla. Las primeras hipótesis apuntan a que la mujer podría haber matado a su marido cuando estaba sentado en el sofá, dándole un martillazo en la cabeza. Tras el golpe mortal, la mujer apuñaló a su marido en el cuello, los brazos, la espalda y el tórax, luego habría limpiado la casa de sangre, sentó el cadáver en un sofá y lo tapó con una manta "como si estuviera durmiendo la siesta", han señalado las fuentes. Después de cometer el crimen, la mujer ingirió varias pastillas para intentar suicidarse, lo que no logró. Al día siguiente, la mujer colgó un pañuelo de la esquina del marco de una puerta, se subió a una bombona de butano y se dejó caer, provocándose la muerte.

Antes de suicidarse, la mujer mató de un golpe a un perro que tenían en la casa y dejó unas notas manuscritas en las que pedía perdón a su hermano y explicaba que había actuado de esa forma porque su marido era un maltratador, han añadido las fuentes.

Los cuerpos de la pareja fueron levantados sobre las diez y media de la noche de este martes, unas dos horas después de que fueran descubiertos por la hija del matrimonio y su compañero sentimental. La Policía Nacional cortó la calle Eustaquio Barrón atravesando dos motos del Grupo Hércules, la unidad motorizada que patrulla por el centro. Los agentes del Grupo de Homicidios inspeccionaron la escena del crimen e interrogaron a varios vecinos para tratar de esclarecer qué tipo de relación mantenía la pareja. Algunos de ellos apuntaron a este periódico que la mujer padecía una enfermedad nerviosa desde hace años y no se encontraba bien de salud.

La víctima, Rafael, de 71 años, había trabajado en el Hospital Militar durante casi toda su vida y ahora se dedicaba a buscar chatarra. Algunos vecinos aseguran que podría padecer el síndrome de Diógenes, puesto que acumulaba en su casa numerosos enseres que encontraba por la calle. Esto habría agravado la enfermedad de su mujer, según los mismos testimonios. Mientras los policías inspeccionaban la escena del crimen se vivieron momentos de tensión, dado el dolor de la hija que descubrió los cuerpos. El matrimonio deja otra hija que reside en las islas Canarias con su marido y que tiene al menos un niño.

Los investigadores están también repasando posibles antecedentes. Algunas vecinas aseguran que hace años la mujer habría denunciado a su marido por malos tratos psicológicos y luego habría retirado la denuncia, si bien, no hay constancia de que hubiera denuncia ni orden de alejamiento en vigor. El matrimonio residía en la misma casa desde hace muchos años.

El crimen de este martes recuerda al que se produjo el pasado 11 de marzo en El Cuervo, donde una mujer, Visitación Sánchez, degolló a su compañero sentimental, Juan Suárez, y a continuación se suicidó. En el escenario de este crimen, la Guardia Civil localizó el cuchillo con el que la mujer, que tenía problemas psiquiátricos, acabó con la vida de su pareja y con la suya propia, además de matar también a su perro.

Los que conocían a Visitación aseguran que la mujer sufría problemas mentales desde 1981, fecha en la que su marido falleció trágicamente en un accidente laboral cuando limpiaba una máquina con su hermano. Años después de esta muerte traumática, Visitación comenzó una relación con Juan Suárez, un viudo del pueblo que tenía dos hijos, y con el que, aunque no llegó a casarse, convivía desde hace más de 25 años.

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