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Andalucía

La marcha del SAT 'toma' Cádiz

  • Más de 3.000 personas se unen a la protesta obrera de Gordillo en su recorrido por la capital en un ambiente de fiesta y reivindicación social · La Policía blindó la ciudad pero no hubo incidentes, salvo el caos de tráfico

La marcha obrera del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) completó ayer su segunda etapa en la provincia tras su paso por El Puerto. Alrededor de mil manifestantes partieron al amanecer de Puerto Real, protagonizaron una sentada en el Puente Carranza, cortado al tráfico, y fueron recibidos por otras dos mil personas -el doble según los convocantes- a mediodía en la capital. La protesta provocó un caos circulatorio pero recibió muestras de simpatía por parte de la población en su recorrido hasta la Subdelegación del Gobierno. Los jornaleros de José Manuel Sánchez Gordillo, líder del SAT y diputado autonómico de IU, estuvieron cercados de nuevo por la Policía pero esta vez no tomaron ni un supermercado como en Arcos y Écija, ni un palacio como en Córdoba, ni una sucursal bancaria como en El Puerto; tomaron una ciudad.

 

La marcha obrera avanzó sin tráfico por la Bahía porque, antes de las once de la mañana, las fuerzas de seguridad ya habían desviado todo el tráfico de entrada y salida a Cádiz a través de San Fernando. Desde las calles de Puerto Real, una decena de furgones vigilaba muy de cerca a los manifestantes e impedía cualquier intento de abandonar el itinerario previsto a través del polígono Trocadero hacia la capital. Los agentes cerraron, por ejemplo, la vía de acceso a la factoría de componentes automovilísticos de Delphi, cerrada y abandonada desde hace cinco años. Temían una de las acciones "sorpresa" anunciadas por el líder del SAT, pero Sánchez Gordillo estaba ayer en otros menesteres, como el simbólico encuentro con los trabajadores de Astilleros, otro de los focos del conflicto obrero en la provincia.

 

Más de un centenar de empleados de Navantia, vestidos con  sus monos azules, dieron el encuentro a los jornaleros en la carretera N-443, entre vítores, y les acompañaron hasta el Puente Carranza, donde protagonizaron una sentada de alrededor de una hora. Diego Cañamero, portavoz del SAT y mano derecha de Sánchez Gordillo, ensalzó a "los compañeros de Astilleros": "Sois la dignidad de todo Cádiz, la coherencia, la rebeldía y la lucha por vuestros derechos", proclamó el sindicalista a través de un micrófono conectado a un potente sistema de altavoces que transportaba una furgoneta. Cuando habla en público, Cañamero va elevando la voz de forma progresiva hasta gritar. Y así siguió su discurso: "Cuando se unan las clases sociales y obreras del campo y de la ciudad podremos desalojar a los rateros, sinvergüenzas y canallas que nos están gobernando".

 

"Aquí tienen mucha agua, ¿eh?". Apostado bajo la sombra que ofrecía la torre del puente, Ángel, jornalero septuagenario de Gerena, de la sierra de Sevilla, que nunca había visitado Cádiz hasta ayer, defendía "que hay que salir a la calle porque los problemas hay que contarlos, no callárselos", que "las manifestaciones en la calle son importantes". "El campo está mal, pero está mal porque ha habido treinta años de engaño con el subsidio mientras los terratenientes metían máquinas. Porque tierra hay mucha, ¿sabe usted? Lo que pasa es que nos han dado la corteza del queso", explicaba el jornalero jubilado ajustándose su sombrero, con la blanquiverde nacionalista y una chapa: "No a la explotación. La tierra para el que la trabaja".

 

Varios colectivos se sumaron a la protesta obrera antes de su llegada a Cádiz, como representantes de Autonomía Obrera y de la plantilla del Ayuntamiento de Jerez, sobre la que pesa un expediente de despido de 270 trabajadores. Otras empresas preferían no sumarse a la marcha, como el supermercado Supersol de Zona Franca y varios concesionarios de vehículos, que echaron la baraja o se prepararon para hacerlo ante la llegada de los jornaleros de Sánchez Gordillo.

 

El diputado de IU, sin embargo, estaba más pendiente del recibimiento ofrecido por cientos de personas en el punto de cita, a mediodía, en la entrada de Cádiz. La Policía registró a los que esperaban al SAT. A jóvenes, a señoras. "Oiga, que solo tengo las chanclas de la playa", se sorprendía una de ellas. Los agentes intentaron mantener en la acera a los allí concentrados pero pronto el cordón se rompió y todos se unieron  entre vítores a Gordillo, con su sombrero de paja y su pañuelo al cuello. Iba flanqueado por Cañamero y por Pedro Romero, alcalde de Espera (IU). Formaban una comitiva mesiánica.

 

La marcha ocupó alrededor de un kilómetro y medio de extensión en la avenida. La Policía cortó primero un solo sentido de la circulación, después dejó un solo carril de retorno y acabó cortando toda la vía. Cañamero se desgañitaba al micrófono: "No queremos ser el culo de Europa. Cuando los 740 pueblos de Andalucía nos levantemos acabaremos con los gobiernos que no nos representan, con los gobiernos títeres de la burguesía y de los poderosos, los que permiten el robo y la injusticia". De este tinte eran las proclamas. "¡No a la amnistía fiscal!, ¡no a los gastos militares!".

 

La gente saludaba desde los balcones aunque también hubo quien increpó a Sánchez Gordillo y a los manifestantes. Un anciano se encaró con él en la entrada de Cádiz: "¿Dónde estabas hace nueve meses?". Tuvo que ser apartado por la Policía. Otro, apostado en un balcón, le mandó a trabajar: "Gordillo, vete a trabajar". Este crítico se envalentonó y acabó siendo ridiculizado por cientos de voces mientras un chaval que llevaba una bandera con el rostro del Ché Guevara atada a una caña de pescar de más de tres metros le acercaba la enseña hasta su misma terraza.

 

La marcha llegó a la Subdelegación a las dos menos veinte de la tarde y se encontró el inmueble cercado por unos 15 agentes y un vallado provisional, además de las propias medidas de seguridad del edificio. Entonces Cañamero y Gordillo se subieron sobre la furgoneta de los altavoces. Y empezaron largos discursos. Cañamero: "A lo largo de la historia siempre se ha intentado ridiculizar a los que quisieron cambiar el mundo. Pasó con Galileo, con Jesucristo, con Ghandi, con el Ché. Y también con Lenon y con Camarón, cuando quiso cambiar el flamenco y los puristas arremetieron contra él". El líder sindical pidió "unidad de la clase obrera para desafiar lo que hay", "rebeldía pacífica" contra los gobiernos "que no cumplen lo que prometen".

 

A Sánchez Gordillo le gritaron "presidente, presidente, presidente" antes de su intervención, seguida por los cientos de asistentes bajo un silencio equiparable al de una misa. Agradeció el "calor del pueblo de Cádiz" y aseguró que "el poder está nervioso". "Tienen miedo porque se levanta la utopía de que el pueblo salga a la calle a reclamar sus derechos. Pleno empleo, vivienda, una vida digna. ¡Tenemos derecho! Queremos otra Andalucía. Queremos otro mundo", proclamó. Entonces levantó el puño y los asistentes cantaron el himno de Andalucía, el de "los pueblos y la humanidad". Se escuchó lejos.

 

 

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