tribuna de opinión

A mi gran amigo y maestro

  • El legado de Alfonso Perales, vigente a los once años de su fallecimiento

A mi gran amigo y maestro

A mi gran amigo y maestro

"A, queremos que sepas que sigues estando con nosotros".

Es verdad, como decía mi amigo Alfonso Perales, que "cada día tiene su afán". Y en estas fechas en las que hace poco se han cumplido once años de tu desaparición, querido y admirado maestro, cada día que pasa te recordamos más y te echamos de menos en cualquier ocasión y circunstancia.

Te fuiste en lo mejor de tu vida personal y política, y eres la persona que he conocido que mejor ha reunido en su pensamiento y su forma de actuar los dos grandes sentidos de las personas inteligentes, el del humor y el sentido común.

Sabiendo conquistarte al más resistente con una sonrisa, una palabra de ánimo o un chiste en la situación más complicada, y siendo capaz de analizar lo más difícil e incomestible con esa sencillez y claridad de quienes están muy seguros de aquello en lo que creen y lo que quieren hacer.

Siempre fuiste capaz, desde la humildad y la sinceridad, de sorprender, de tomar la iniciativa sin dejar de ser prudente, de ser respetado por compañeros y compañeras y adversarios, de tener un talante negociador en los momentos más difíciles y con la gente más discrepante.

He visto en numerosas ocasiones a Alfonso darle la vuelta a la tortilla con su habilidad característica, convirtiendo en acuerdo lo que tenía todas las papeletas para ser un gran follón. Era amigo de sus amigos y de quienes estaban destinados a no serlo por motivos políticos o ideológicos.

Después de más de una década que no estás físicamente con nosotros no puedes ni imaginarte cómo para quienes te conocimos, trabajamos contigo y fuimos tus amigos, y para aquellos que solo te citan de oídas, continúas siendo una permanente referencia personal y política.

Y cuando te recordamos, créeme, nos das fuerzas y lo hacemos con alegría, con esa vitalidad de comernos el mundo y hacer cosas nuevas para mejorar la sociedad, con el empuje de la fuerza ética y moral que te hacía ser sabio desde la sencillez y la humildad.

Ahora, tras más once años de tu muerte, empezamos a entender tu categoría humana y tu gran sensibilidad para colocarte en el lugar de los otros, hacer tuyos sus problemas e intentar ser un buen socialista. Siempre lo habías defendido, pero sobre todo lo habías practicado.

En esa perspectiva, nos sentimos muy orgullosos de haberte tenido como compañero y amigo y sabemos que siempre nos ayudarás para arrimar el hombro, y nos apoyarás para no desviarnos de los valores del socialismo democrático.

Nos inspirabas mucha confianza y seguridad y cuando decías algo lo hacías desde la comprensión de todas las posturas, jamás desde el dogma, la intolerancia o la ausencia de autocrítica. Eras por encima de todo un gran ser humano, un demócrata y un entusiasta de la vida, que siempre estaba con la mano tendida.

Alfonso, aunque los dos discutíamos muchas veces que cualquier tiempo futuro tenía que ser necesariamente mejor y que sin caer en el buenísimo ni en el falso optimismo había que mantener la puerta abierta a la esperanza, las cosas no están mejor que en el 2006 .

Estoy seguro que te indignarías y harías sonar tu voz para que fuéramos más iguales, que no nos enzarzáramos en peleas inútiles ni colocáramos nuestros intereses personales por encima de los generales, como quienes solo piensan en salvar su culo. Buscabas un lugar de encuentro para posiciones antagónicas. Con las mayores de las dignidades, defendías el ejercicio de la política como una actitud de nobleza, compromiso y entrega para ayudar a los demás.

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