Cultura

Trascendente icono de belleza

  • Juan Ángel González de la Calle exhibe en la plaza de toros portuense una serie que los representa desde la fuerza sensorial que marca su pintura.

JUAN ÁNGEL GONZÁLEZ DE LA CALLE. Plaza de Toros. El Puerto.

Que la Plaza de Toros del El Puerto es una de las más importantes y bellas de España está unánimemente probado -quizás quedará ese mínimo reducto de equivocados e intransigentes que se hacen llamar antitaurinos que, en su cortedad de mentes, puedan decir lo contrario, llevados sólo por estar en desacuerdo con lo que es una aplastante realidad-. Ahora ha sido felizmente sometida a un amplio proceso de reformas y el arquitecto José Carlos Galán ha realizado un magnífico trabajo que, evidentemente, resulta de lo más atractivo para todas las miradas sensatas, abiertas y limpias. No era descabellado que, a plaza tan bella, se le dotará, con motivo de su reapertura después de las obras, de un argumento expositivo de primerísima categoría con un artista de absoluta significación. Javier Bocanegra tuvo la idea y dio con el nombre adecuado: el pintor jerezano Juan Ángel González de la Calle.

Un nuevo y extraordinario pasaje en la amplia carrera del artista supone esta muestra en la que se deja constancia de la fortaleza pictórica de Juan Ángel. Seis obras pictóricas que vuelven a insistir en que la relación del universo taurino y la cultura está tremendamente viva. Creo que con esta comparecencia no se está ante otra espléndida exposición de pintura de Juan Ángel. Es algo más. En la Plaza Real de El Puerto un artista importante, como ha ocurrido desde el principio de los tiempos, hace eterno un gesto artístico protagonizado por el que es el más bello animal. Los seis espectaculares toros de Juan Ángel testimonian la historia sempiterna de la Cultura. En ellos se encuentran permanentemente vivos los bisontes de Altamira, las pinturas que el arte cretense magnficó hasta extremos impensables; los toros de Juan Ángel transmiten los juegos de las imágenes de los vasos griegos, los bellísimos rhytones, aquellas extraodinarias cabezas de toros que reflejaban el esplendor del arte clásico; los toros de Juan Ángel son presencias vivas del gran mito, son los símbolos imperecederos que Picasso sublimó en la Suite Vollard; lo toros de Juan ängel referencian la pintura de Fortuny, de Goya, de Zuloaga, de Zabaleta, de Sorolla, de Ramón Casas, de Manolo Prieto, aquel que puso el mayor y el mejor icono de nuestro paisaje ... Son, en definitiva, la historia permanente que el Arte ha escrito con letras indelebles.

En las seis obras se ha compendiado la esencia de la pintura, esa que produce emoción, esa que pellizca el alma. Los toros de Juan Ángel son, también, iconos que trascienden más allá del propio asunto representado. Son la traslación mediata de lo real, lo eterno dejando su suma potestad de verdad creativa. Porque en los toros de Juan Ángel no hay virtuosismo, el virtuoso no es artista, es, simplemente, impulsor de un efectismo epidérmico y poco veraz.

En los toros de Juan Ángel, la pintura excelsa, testimonio de lo absoluto, deja su misteriosa carga de bella certeza. Seis toros que suponen una nueva página de esa vieja historia cultural que el más bello de los animales protagoniza y que un artista sabio ha sabido inmortalizar para el bien del Arte y de la cultura taurina.

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