Carmen se hace invisible y sólo existen sus ojos. Como el gato de Cheshire aparece y desaparece a su voluntad y, en vez de una sonrisa, queda suspendido en el aire su objetivo, detrás, sus ojos, vigilantes, atentos, dispuestos a capturar el momento para convertirlo en eterno. Carmen se hace invisible, "tengo que ser invisible", se convence, para formar parte del proyecto, para ser testigo y mostrarlo al mundo. No hay ninguna Alicia a la que perseguir pero hay una Pepa. Una Pepa que se gestaba, que crecía y se hacía madura ante sus ojos. La Pepa de Sara Baras la que nos enseña la fotógrafa gaditana Carmen Romero desde dentro, desde sus albores, en la exposición que hoy se presenta, a partir de las doce y media de la mañana, en el Centro Flamenco de la Merced.

"He trabajado con total libertad, he estado en todos los momentos que he querido. He visto risas, he visto llanto, nervios y mucha alegría. Sara y toda su gente han sido maravillosos conmigo", agradece la autora de Creando La Pepa, una exposición que se podrá ver hasta el mes de septiembre en el centro municipal.

Cuarenta imágenes de 40x60 elegidas entre "más de 3.000" instantáneas, precisa la fotógrafa, componen este recorrido "cronológico" por el último montaje de la bailaora y coreógrafa gaditana. "Comenzamos con una serie de imágenes de los ensayos aquí en La Merced", relata Carmen que acudió "tres o cuatro veces" al centro "después de Carnavales aunque la compañía llevaba aquí creo que desde Navidad".

La muestra avanza y nos adentramos en el taller de Torres&Cosano en la calle Isabel la Católica para asistir a las pruebas de vestuario a la vez que nos acercamos "al espectacular trabajo de Teresa y Javier". Así, Romero acerca su cámara a los tejidos, a los vuelos de las gasas, al trabajo artesanal de los diseñadores. "Por ejemplo en esta imagen -señala la autora una fotografía en la que unas manos anudan los hilos de un vestido- vemos como el pecherín del traje violeta de Sara está formado por nudos que se hacen uno a uno". También observamos los detalles de las cintas que conforman el fajín de José Serrano, el artista invitado del espectáculo, y las pruebas del vestuario del cuerpo de baile. "De hecho fue Tere Torres quien me invitó a realizar este trabajo fotográfico de Creando La Pepa pues la gente de Sara quería hacer algo así y pensaron en mí", se acuerda la fotógrafa.

Continuamos el recorrido y saltamos de espacio, y de pared. En el frente opuesto nos encontramos ya en el Gran Teatro Falla. "Éstas primeras son de las pruebas de vestuario de Sara Baras, que las hizo en el mismo Falla", explica la autora que recuerda cómo ella misma lloró "cuando se estrenó por fin el espectáculo". "Me emocioné mucho porque para mí ha sido una experiencia muy intensa vivir la creación del montaje desde el principio y había sido testigo de los nervios, del cariño y de la emoción de la compañía y de la propia Sara en cada fase de la creación", asegura la fotógrafa que presenció esta vuelta de la gaditana a los escenarios tras su retirada temporal para ser madre.

Además de una "gran admiración" hacia la artista, Carmen profesa "un amor enorme" hacia el mundo flamenco. No en vano, Carmen se dedicó "semiprofesionalmente", ríe al rememorar, al baile desde su juventud. "Aprendí a bailar con Conchita Aranda y Bendito y, bueno, estuve muchos años pero llegó un punto en el que te das cuenta que te tienes que dedicar de lleno a ello". La gaditana actuó en varias ocasiones con el pianista Manolo Carrasco que la animó a irse de gira con él por México. "Pero yo ya tenía a Rocío (su hija) que era muy pequeña, tenía catorce meses aunque Kiki (su marido) me animó a ir, pero qué va, decidí que no", explica.

Aún así el flamenco sigue formando parte de su vida desde la fotografía. "Para hacer una buena fotografía flamenca tienes que tener oído, saber donde van los cortes para saber cuándo tienes que encuadrar y gustarte y amar mucho el flamenco, claro", culmina.