Andalucía

Griñán completa su giro de timón

  • El presidente propuso a Mar Moreno que asumiera ser su número dos días antes del congreso del PSOE · Antonio Ávila y Aguayo tienen el encargo de limpiar la maraña de empresas públicas · El mundo de la cultura le convenció de que no la uniese a Educación

DÍAS antes de que el PSOE andaluz celebrase su congreso del pasado 12 de marzo, el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, propuso a Mar Moreno que diera un paso adelante en su Gobierno para convertirse en su número dos. Esto es, que dejase Educación y aceptase ser la consejera de Presidencia. Griñán también lo comentó con uno de los jóvenes dirigentes que ahora mandan en el PSOE andaluz, y éste le contestó: perfecto, Mar Moreno es una persona con un  marcado perfil político, transmite muy bien, es convincente, conoce al partido, al federal y al andaluz,  y a sus organizaciones provinciales. Y, cuando levante el teléfono,  la nueva consejera va a conocer bien a quien le escuche al otro lado. Ahora bien -le indicó este cachorro-, cuando se haga público, todos interpretarán este nombramiento, el de Mar Moreno, en clave sucesoria.

Y así fue. Por eso el lunes pasado, cuando su nuevo Gobierno tomó posesión en el monasterio sevillano de Santa María de las Cuevas, Griñán estaba plenamente relajado a pesar de que todos los titulares del día coincidían en que el nombramiento de Mar Moreno suponía hablar ya de su sucesión. Lo había descontado. "Me halaga que en mi Gobierno vean posibles candidatos", contestó Griñán.

Ahora bien: lo que los hechos sí venían a demostrar era que la otra interpretación -la de que Rodríguez Zapatero había impuesto a Moreno como paso previo a desayunarse a Griñán- era errónea. Es cierto que el presidente del Gobierno la quiso como sucesora de Chaves, pero Griñán optó por Mar Moreno antes de que Zapatero viniera al congreso de Sevilla. Es más, sólo se lo comunicó el fin de semana pasado, cuando el presidente volvió a Andalucía para celebrar el Consejo de Ministros y visitar la playa de Matalascañas.

Con la dirección del PSOE absolutamente renovada y en mano de jóvenes nacidos en los años setenta y un Ejecutivo reformado del que han salido seis consejeros, Griñán ha consolidado el golpe del timón en el PSOE andaluz. Esto ha sido más que un cambio de muda o una operación cosmética. Se presentará a las autonómicas del año 2012 y, aunque no lo hiciera en 2016 -tiene 63 años-, ya nunca será un presidente de transición.

Su convicción es que es el único modo de prolongar el ciclo socialista, aunque un dirigente del PP andaluz admitió a este medio que van "de sorpresa en sorpresa", y todas ellas  "son gratas".

Las razones de Mar

DGriñán es plenamente consciente de que, por razones de edad, no va a gobernar durante 19 años como su antecesor, Manuel Chaves. "Seguiré hasta que el cuerpo aguante", ha manifestado en más de una ocasión, aunque tanto él como su entorno siempre han dejado muy claro que él será el candidato en 2012. 

Una cuestión a la que aún no se puede responder es si Mar Moreno (47 años) es su elegida, porque, aunque tiene posibilidades reales, en su elección también han influido otros factores.

Fuentes socialistas, sin embargo, difieren sobre ello: hay quien sí ve una operación de delfinato a largo plazo.  Otros, sin embargo, creen que Moreno corre en ese puesto un mayor peligro de quemarse. "No hay ningún número dos que llegue a ser número uno", ha sentenciado uno de los consultados. Otra personas cercanas a Griñán ha declarado: "Sí, Mar puede ser una buena sustituta, pero en el Consejo de Gobierno tiene a tres o cuatro personas más que también pudieran serlo".

En lo que sí coinciden casi todas las personas con las que este medio ha hablado durante estos días es en resaltar la valía de Mar Moreno. Nadie la discute. Incluso aquellos que opinan que Griñán "se ha puesto fecha de caducidad" con su elección, admiten que un cambio de estas características era necesario. El anterior consejero de Presidencia, Antonio Ávila, ahora de Economía e Innovación con el cambio, es básicamente un buen técnico, un economista que conoce muy bien la Administración, pero que no aportaba el peso político necesario.

En el año 2000, Manuel Chaves ya señaló a Mar Moreno como su posible delfina, la nombró vicesecretaria general del PSOE, aunque aquel señalamiento le vino mal. Sólo estuvo cuatro años.

Una de las personas que más le conoce explicó: "Creo que su nombramiento asustó mucho a Luis Pizarro y a Gaspar Zarrías, más a Gaspar que a Luis. Ella empezó a moverse por las provincias y comenzó a enganchar con gente joven. Levantó recelos, y pensaban que iba demasiado rápido". "Desde entonces -revela esta persona, que fue una de las que le apoyó en aquellos años-, se ha protegido mucho, es muy difícil que se abra, ella tiene un círculo reducido con el que se siente cómoda, pero poco más; además, es una mujer de fuertes convicciones y de fortaleza de carácter, no es ni dicharachera ni una encantadora de serpientes".

Con quien sí se ha entendido muy bien durante estos últimos meses es, precisamente, con Griñán. La sintonía es muy buena, y el presidente ha  comentado que la considera una persona muy leal.

El hecho es curioso: ambos figuraron en su momento como sucesores de Manuel Chaves, aunque también es cierto que no fueron competidores en términos estrictos. Griñán, de hecho, se resistió a aceptar el cargo hasta el final. Mar Moreno, además, se ha manejado con una extraordinaria corrección durante los últimos meses, y ha soslayado todas las preguntas que se le hicieron sobre el congreso extraordinario, la bicefalia y todos estos "dimes y diretes" que han mantenido al PSOE en un estado de debate permanente.

El factor Ávila

DEl nombramiento de  Moreno deviene de un error de elección de Griñán. Cuando conformó su primer Ejecutivo hace sólo un año, puso a circular a gente que había trabajado con él en la Consejería de Economía. A Carmen Martínez Aguayo le dejó este departamento y a Antonio Ávila lo hizo consejero de Presidencia, un cargo en el que no ha encajado. Ávila es un tipo sosegado y tranquilo que, en cierto modo, compensa con buenos criterios lo que ya se conocen como las  "cosas de Pepe" -por el presidente, más dado a la heterodoxia  y a las excentricidades-, pero Presidencia es para los políticos de raza. El pasado lunes, Griñán admitió que su anterior Gobierno había cometido errores de comunicación, lo que incluía otro puesto de Presidencia, el de portavoz, Manuel Pérez Yruela, un reputado sociólogo que ya ha vuelto a su dirección del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA).

Pero el presidente no ha prescindido de Ávila. Lo ha nombrado consejero de Innovación y Economía, una macroconsejería estrella que hace tándem con la de Carmen Martínez Aguayo, de Hacienda y Administración Pública. Griñán se siente ahora muy seguro con su frente económico y ha encargado a ambos que saquen las tijeras y pongan orden en el organigrama de empresas, sociedades y fundaciones de la Junta, un conglomerado que ha derivado en una suerte de Administración paralela con controles más escasos. No hay nadie que no defienda, al menos, una buena poda de un árbol que se ha convertido en un intrincado e incontrolable matorral.

Algunas fuentes de la Junta también defienden que la aplicación de la Ley de Dependencia está consumiendo muchos recursos de la Administración, casi 1.000 millones de euros en 2009. La gestión de Micaela Navarro (Bienestar Social) en este apartado es un éxito que algunas personas del aparato económico creen que es demasiado caro, una sensación que comienza a instalarse también en el Gobierno central, de donde partió precisamente esta ley pregonada como "el cuarto pilar del Estado del bienestar".

La salida de los 'pizarros'

DLa incorporación de Ávila a Innovación llevó a la salida de este departamento de Martín Soler y, en última instancia, del Gobierno. El almeriense Soler fue promocionado hace sólo un año por Griñán, cuando lo llevó de Agricultura a Innovación, pero ahora decidió apartarlo de este departamento para ofrecerle Medio Ambiente. Soler le dijo no, y cuando lo llamó de nuevo para ofrecerle la Consejería de Empleo, también obtuvo una negativa. En su caso han influido dos razones: creía que su trabajo en Innovación no había concluido y que, además, le ofrecía dos consejerías cuyos titulares eran amigos suyos, Cinta Castillo (Medio Ambiente) y Antonio Fernández (Empleo). La salida de estos tres consejeros ligados a Luis Pizarro y que apostaron por Griñán en la sucesión de Chaves ha provocado un evidente malestar en las provincias de Almería y de Cádiz. Y en el propio Pizarro: la expresión de su rostro y el resoplo que casi se le oyó en el momento de prometer su cargo el lunes pasado evidenciaban su disgusto.

Griñán, sin embargo, confía en que Pizarro sea uno de los dos pilares políticos de su nuevo Gobierno junto a Mar Moreno. Un declarado pizarrista comentó a este periódico: "Pues ya que lo sacó de la Ejecutiva y no lo hizo presidente del PSOE, lo podía haber colocado en la Consejería de Presidencia. Luis lo tiene que estar pasando peor que los otros tres [por Fernández, Soler y Castillo]".

En el PSOE hay división de opiniones sobre si el nuevo Gobierno de Griñán es más político que el anterior, porque aunque la ascensión de Mar Moreno llena un importante hueco, Martín Soler y Antonio Fernández, dos de los cesantes, eran eminentemente políticos. Fernández, por ejemplo, se manejaba como pocos en los conflictos laborales gracias a las complicidades que había tejido con UGT, CCOO y la Confederación de Empresarios (CEA).

"El déficit del anterior equipo era político. Si Mar Moreno y Luis Pizarro son capaces de trabajar juntos, esto va a ganar mucho, y para ello Mar se debe esforzar y Luis debe renacer, no puede quedarse secuestrado por lo que le haya podido pasar a sus amigos", valoró un ex dirigente andaluz, de los que opinan que el nuevo Gobierno ha ganado perfil.

Sólo dos consejerías

DEl cambio de Gobierno ha supuesto la reducción de dos consejerías (Justicia y Vivienda), pero lo esperado era que, al menos, fueran tres, que se quedaran en 12. Durante un tiempo se manejó la opción de unir Cultura a Educación, competencias que iban a recaer en el granadino Francisco Álvarez de la Chica. De ser así, Griñán habría eliminado tres consejerías y 24 delegados provinciales. Sin embargo, este periódico ha podido saber que destacados miembros de la cultura  andaluza presionaron para que esta consejería siguiera siendo un ente independiente. Griñán mantuvo conversaciones con algún destacado escritor y con gente de su entorno más íntimo, que argumentaron que la cultura era uno de las identidades de la izquierda. Es posible, entonces, que Paulino Plata, el nuevo consejero de Cultura, tuviera otro destino hasta que, finalmente, Griñán se decidió dejar el recorte en dos consejerías. Sólo dos, pero el cambio ha sido profundo: el paso del tiempo vendrá a responder sobre el acierto del giro de timón.

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