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Andalucía

Música de Vísperas

  • Juego y set para Griñán. El presidente gana con soltura un duelo entre caballeros en el último debate parlamentario con el gabinete Griñán I en los bancos del gobierno

TODA solemnidad tiene su misa de Vísperas y ayer se ofició en la capilla de las Cinco Llagas una múltiple. Era víspera de la primavera, que empieza mañana; quizá por eso Griñán y Arenas lucían corbatas del mismo tono celeste, más intensa la del jefe popular. Y son también las vísperas de la Semana Santa y del inminente cambio de Gobierno, asunto que tiene en oración a más de medio Gabinete. Consciente de esto último, Javier Arenas hizo un par de alusiones a la interinidad del Gobierno Griñán I. Dijo que está en precario, en expectativa de destino, parado. Y pidió al presidente, con su proverbial desparpajo, que aborde la remodelación cuanto antes.

El jefe popular utilizó sus recursos dialécticos habituales. Juego duro, de saque y volea, con rápidas subidas a la red, para contrarrestar la mayor técnica y variedad de golpes del presidente desde el fondo de la pista. En todo caso, ambos y también Diego Valderas, se comportaron en esta ocasión como auténticos gentlemen, para solaz de la jueza de silla, la presidenta Fuensanta Coves, que sufre desde su atalaya cuando sus señorías se ponen cafres, como hace dos semanas. La pequeña Sevilla del poder, por definirla a la manera de Cercas, estaba ayer amable y distendida.

Arenas ensayó su enésimo debate sobre el estado de la nación, con una crítica enciclopédica y telegráfica a todos los flancos posibles del Gobierno Zapatero. Sobre la deuda histórica sostuvo que su cobro en solares es una traición y supone la ruptura del consenso estatutario. Griñán contestó que cuando durante ocho años el Gobierno del PP no pagó la deuda histórica, Arenas estaba escondido en las moquetas ministeriales, como un buzo debajo del agua. Lo mismo que hizo cuando Aznar dejó a deber 2.500 millones de euros a la Junta.

Arenas también aludió a la falta de autoridad moral del Gobierno Zapatero para pedir austeridad a las comunidades autónomas, aunque subrayó que coincide con una reiterada petición suya de racionalización del sector público. El presidente le respondió que la Junta siempre ha cumplido las propuestas de consolidación fiscal del Gobierno de la nación, incluso cuando Aznar promulgó "la estrafalaria ley de déficit cero", mientras la Administración General del Estado le debía a Andalucía los referidos 2.500 millones.

Los jefes no sólo rivalizaron en caballerosidad, también lo intentaron en erudición semántica. Primero Griñán le espetó a Arenas que los socialistas cumplen con sus obligaciones y nunca promueven rebeliones, como la reclamada por Esperanza Aguirre contra la subida del IVA. Le contestó el líder popular que según el diccionario de la Real Academia, rebelión significa oponer resistencia y que el PP opondrá resistencia democrática a un incremento fiscal que va a costar miles de empleos. En su réplica, Griñán también tiró de diccionario de la RAE para decir que rebelión significa delito contra el orden público. Los dos y ninguno tenía razón en su utilización del diccionario. Pero Griñán se valió de ese recurso para ensayar a continuación el passing shot del partido: sacó el documento de un observatorio económico de Faes, celebrado en Sevilla hace un año, con presencia de Arenas, en el que el hacendista Manuel Lagares justificaba la subida del IVA en determinados supuestos.

El golpe tenía truco, pero fue muy fructífero. Tenía truco porque Lagares lo planteó para compensar una eventual reducción drástica de las cotizaciones sociales de las empresas y del impuesto de sociedades. Pero tuvo su efecto. También tuvieron maña las dos acepciones de la palabra rebelión; que significa, en primer lugar, la acción de sublevar a alguien haciendo que falte a la obediencia debida. El segundo significado de rebelión es delito contra el orden público y el segundo de rebelar es oponer resistencia. En este juego no salieron del empate los contendientes.

Arenas aludió al millón de parados andaluces para responsabilizar en comandita a Zapatero y Griñán. El presidente replicó que era verdad que en 2009 se produjeron en Andalucía 54.000 bajas en la Seguridad Social, pero que en Cataluña habían sido 152.000, en Madrid 121.000 y en Valencia 112.000. Sobre la deuda, Griñán defendió la política autonómica de ahorro durante los años de bonanza, con una reducción de 700 millones en la deuda de la comunidad autónoma, mientras había crecido en 14.000 millones la deuda conjunta de las 17 autonomías; hasta el punto de que el endeudamiento andaluz está dos puntos por debajo de la media de las regiones españolas. Y ahora, sostiene el presidente que Andalucía va a acatar el plan de estabilidad que se plantee en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, pero reclamará planes individuales para que las autonomías más endeudadas se abrochen más el cinturón.

Arenas, en una catarata de voleas sobre campo contrario, presumió de la eliminación del déficit público con el Gobierno de Aznar, y afeó a Zapatero que lo haya subido el año pasado hasta el 11,5%. A Griñán le reprochó que se haya duplicado en los últimos seis años el presupuesto y las pérdidas de las empresas públicas andaluzas. O que el documento que le han entregado a la oposición sobre medidas para salir de la crisis no se mencionen ni una sola vez las palabras austeridad y reforma.

Como el día era caballeroso en la pequeña Sevilla del poder, Arenas felicitó dos veces a Griñán por su elección como secretario general del PSOE andaluz. Ambos lances los aprovechó para añadir en una ocasión que ahora ponga el mismo empeño en sacar a Andalucía de la crisis; y, en otra, reclamarle urgencia en la remodelación gubernamental. Medida esta última que ayer habría obtenido unanimidad en la cámara si se hubiese podido votar. Las vísperas son tiempos de nervios, aunque no se notara en la música del debate de ayer.

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