Diario del Carnaval

Las siete vidas de la Casa de los Recaño

Entre los muros de las palaciegas estancias de los Marqueses de Recaño han discurrido las historias de todas las vidas que lo han tomado desde que el edificio fuera construido en 1730, en el punto más alto de la ciudad, coronado por su Torre Tavira. Bajo sus elegantes artesonados, entre las grandes columnas de mármol del coqueto patio que invita a subir a las diáfanas y enormes habitaciones del edificio se han tratado asuntos que trascienden nuestras fronteras. De los prósperos negocios que sus moradores se traían con las Américas en una época en la que Cádiz era ombligo de España y el mundo, hasta discusiones de fórmulas de aritmética, debates sobre arte, educación, música, judiciales y, en estos días, de Carnaval, turismo y futuro.

Incluso su singular torre, convertida hoy en la única con uso turístico de la ciudad -con acceso independiente-, fue en 1778 la vigía oficial del puerto gaditano, cuyo primer vigilante, Antonio Tavira, le legó el nombre.

Así, tras su primera etapa en 1787 se trasladó hasta él la Escuela Gratuita de Dibujo, Aritmética y Geometría, y hasta 1838 fue sede de la Escuela de Nobles Artes de Cádiz. Pero no cesa aquí su espíritu docente, pues acogió a la Escuela Normal de Magisterio, para ser adquirido posteriormente por las hermanas de la Caridad para la apertura del Colegio de Jesús, María y José.

Ha sido tal el magnetismo de esta residencia, que fue sede del Tribunal Supremo en 1812, tal y como rememoró durante la visita el alcalde de Cádiz, José María González, junto al resto de usos que ha tenido.

Un palacio, en definitiva, que no ha tenido una vida común, sino ilustrada, desde el día en que se concibió, hasta las últimas melodías que sonaron en las clases del Conservatorio Manuel de Falla en 2012, cuando se trasladó.

Desde entonces, y con lo que ha sido, el palacio permanece callado, expectante, ante la nueva oportunidad que le puede brindar el empuje que ya toma uno de los proyectos más aletargados, necesarios y reclamados en la ciudad, el Museo del Carnaval. Un museo para otra larga vida.

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