BALANCE DE LA FIESTA GRANDE GADITANA

El Carnaval, ante su reflejo tenebroso

  • El Concurso pierde sabor y gana fanáticos gracias a las redes sociales

  • Muchos ofendidos y poco talento en un año que confirma la crisis en las chirigotas

El Carnaval, ante su   reflejo tenebroso

El Carnaval, ante su reflejo tenebroso

Tú no eres de Cadi. A ti te digo, Carnaval gaditano. Tú no eres de Cadi. Has perdido gaditanismo, sabor, crítica, y has ganado fanáticos, censores, elementos extraños. Es lo que tiene la globalización, que se pierden señas de identidad a cambio de llegar a más rincones, a más bolsillos. El Carnaval de Cádiz sonó el pasado año en el Liceo de Barcelona, este lo hará en el Palacio Euskalduna de Bilbao, además de repetir en la Ciudad Condal, llegan chirigotas de Burgos, algunos se creen nietos de Fletilla aunque lo primero que les entró por el oído a caja y bombo fuera la chirigota del Bizcocho, las redes sociales lo juzgan todo, a una niña no se le puede decir fea, está prohibido nombrar a la parienta, el chupapiera, la ducha, la cama y al revolcón, que hay que ser políticamente correcto, que hay que pedir perdón antes de pisar el Falla, que hay que preguntar qué canto y a quién. No vayan a herirse susceptibilidades. Sí tú, Carnaval de Cádiz, olvídate de la transgresión, olvídate de que desafiaste a una dictadura militar jugando con el doble sentido, olvídate de Macías Rete, de Eduardo Delgado, de Los Beatles de Cádiz, de Los Beduínos, de que el Consurso del Falla no se paró ni cuando Tejero gritaba con menos arte que un octavilla de Soria eso de Al suelo todo el mundo. Que no, que eso se acabó. Que ya no eres de Cádiz, que eres del mundo. Que aquí manda lo que manda. La copla nacional e internacional, Puigdemont, la Manada, el yihadismo, el Sálvame, que ya no importan tanto tus cosas Cádiz. Que vendimos el alma al diablo. Hagamos un repaso y comprobémoslo.

Los temas gaditanos han brillado por su ausencia en los repertorios este año

¿Y el público de cádiz?

La pérdida del público gaditano en el Falla es un hecho. El aficionado de la capital de la provincia se ha acomodado, no está dispuesto a pelearse con el ordenador o aguantar dos noches de cola para conseguir una entrada para un espectáculo que puede ver desde el sofá de su casa con una pizza familiar. Quizá en preselección, por el hecho de que cada componente recibe dos entradas para esta fase, se nota menos, pero conforme que avanza el certamen, cuesta trabajo encontrar a gaditanos de Cádiz en el teatro. Todo eso se nota hasta en la forma de expresarse de un público que canta campeones a la primera agrupación que le gusta en preliminares, en ese grito de Cai a destiempo, sin gracia, sin acento de aquí, se nota en que hay quien le destripa un chiste a Morera desde gallinero, profanando una ley no escrita: si te sabes el chiste, o lo intuyes, te callas.

el juicio paralelo de las redes sociales

Históricamente los autores se quejaban de lo que ellos llamaban jurados paralelos. Ahora sufren el juicio de las redes sociales, donde miles de personas destripan a cualquier agrupación por el simple hecho de ser fanáticas de otras. Se llega a insultar a personas que llevan toda la vida en la fiesta, con un historial impresionante por meros gustos o cariños que obedecen más a criterios geográficos que artísticos. A tal ha llegado la situación que hay autores que casi reciben con un sabor agridulce un premio a la final. Este fanatismo es una de las mayores amenazas para una fiesta por cuya tradición miles de advenedizos no muestran ningún respeto. En esta fiesta todo el mundo siempre ha sido bienvenido, pero para ello debe venir con respeto, y sin ganas de imponer sus criterios. El pueblo es soberano, es quien decide qué agrupación pasa a la historia y hasta cuál es inmortal pese a no haber pasado a una final, baste con citar los casos de 'Caleta' o 'Los cubatas'. Eso sí son cajonazos.

La pérdida del gaditanismo

Los repertorios cada vez cuentan con menos referencias a la ciudad. Piropos, coplas sueltas, alusiones a personas queridas que se marcharon el último año, como la Uchi o el Piojo y poco más. La crítica a los problemas de la ciudad se han diluido en los últimos años. Y esto sí que no hay que anotarlo en el debe de los carnavaleros de más allá de Cortadura. De repente es como si los problemas de la ciudad hubieran desaparecido, ya no hay paro, ni falta de vivienda, si acaso un par de alusiones a la deplorable situación del Teatro Pemán y poco más. La comparsa de Germán Rendón 'OBDC. El joven obispo' ha sido la única que se ha atrevido a cantarle un pasodoble al alcalde en tono crítico.

LA crisis de la chirigota

Durante los últimos años se ha venido hablando de la crisis de una modalidad que ha sido santo y seña del Carnaval de Cádiz. Salvo algún pelotazo aislado, lo habitual actualmente es que haya cinco o seis comparsas de un gran nivel que pueden luchar por el primer premio y que esto no tenga un reflejo en la chirigota. Evidentemente es más difícil hacer reír, pero hay una crisis de cuplés alarmante, cuando es precisamente esta pieza del repertorio la genuina.

LA autocensura de los autores

Los ofendiditos se han apoderado de la fiesta. Todo es machismo, todo es inapropiado, sexista, todo es susceptible de una demanda. Ante esta situción, son muchos los autores que prefieren no meterse en camisa de once varas y escribir de temas generales, un piropito, un pasodoble alusivo al tipo, otro a Rajoy y un último al conflicto catalán. La originalidad a la hora de tocar algunos temas también queda reservada para unos pocos elegidos.

el metacarnaval como fuente de inspiración

Dentro de esta globalización de la fiesta, una de las consecuencias que se ve en los repertorios es que el llamado metacarnaval -es decir, las referencias a la propia fiesta y al mundillo que rodea a las agrupaciones- se ha convertido un año más en el tema estrella. Aunque las agrupaciones siempre han realizado alusiones al propio Carnaval en alguna de sus coplas, su uso ya es excesivo, siendo en muchas ocasiones la única reseña sobre algo gaditano en las letras. Un recurso facilón con el que se intenta llegar al gran público, que conoce los entresijos de esta fiesta.

A esto se suma que muchos grupos dependen de lo que sucede durante el propio Concurso del Gran Teatro Falla para poder sacar adelante sus actuaciones. Un riesgo por el que, al final, necesitan retroalimentarse de la fiesta para conectar con el público, que normalmente suele premiar estas letras con mucha efusividad, perdiéndose el periodismo cantado de lo que ha pasado durante todo el año tanto en la ciudad como en el resto del mundo.

improvisación en la organización

Un capítulo aparte se merece la organización del Concurso, tanto por la elaboración del reglamento en los meses previos como por los cambios que se hacen sobre la marcha y que afectan al desarrollo del certamen.

Tanto la normativa como el funcionamiento del certamen necesitan una planificación seria. Muchas variaciones en ambos aspectos se realizan en caliente y sin pensar en las consecuencias. El ejemplo más claro se puede ver con lo que ha sucedido con la elección del jurado y el nuevo sistema de puntuación del COAC. Ambas innovaciones vuelven a estar en tela de juicio por cómo se han desarrollado los acontecimientos, por lo que merecen una profunda reflexión. Junto a esto, también hay que poner en cuestión que ciertas decisiones las toman los propios participantes, que se sientan con el equipo de Gobierno del Ayuntamiento en la Junta del COAC al estar representados por las diferentes asociaciones. Entre las incoherencias del sistema que rige el certamen se encuentra que el Patronato decide el número de agrupaciones que pasa por modalidad en cada fase, una potestad que debería recaer en el jurado.

En lo organizativo, se han eliminado sobre la marcha los descansos en las semifinales y en la final para evitar la desbandada de público. Sin embargo, esta novedad no ha tenido ningún efecto, tal y como se ha podido comprobar.

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