LXIII Trofeo Carranza

Castigo inmerecido (0-1)

  • El Cádiz ofrece una prometedora imagen en su esperada presentación ante la afición pero se muestra incapaz de traducir en gol su superioridad sobre Las Palmas.

Si el Cádiz buscaba rodearse de buenas sensaciones puede estar tranquilo porque ayer ofreció un aperitivo de lo que se supone que ofrecerá durante la temporada que a un paso de empezar. Hizo todo lo que había que hacer para ganar pero se olvidó de lo más importante: el gol. Si un plato cocinado con todos los condimentos carece de salsa los efectos para el paladar se minimizan y el resultado ya no es el mínimo. La derrota es lo de menos y le mejor es tanto el equipo como la hinchada se marcharon satisfechos, con el pensamiento de que ese el camino a seguir aunque con la duda de si este Cádiz tiene suficientes argumentos en la suerte del gol como la pasada campaña.

La cuestión es que Cádiz vendió cara su derrota frente a Las Palmas en la primera semifinal del Trofeo Carranza. El equipo gaditano no mereció perder ante un rival de Primera División que con la ley del mínimo esfuerzo sacó el máximo rendimiento a uno de sus escasos lanzamientos a portería para plantarse en la final en su estreno en el torneo veraniego. Los locales perdieron pero al menos ofrecieron una buena imagen. De eso se trataba. No había mayor exigencia. El único pero fue la falta de definición. Cuando el gol no aparece de poco sirve todo lo demás. El Cádiz centró mil veces al área y casi nunca llegó a conectar un remate. Álvaro Cervera desplegó una alineación con mezcla de jugadores que ya estaban la pasada temporada -seis- y recién llegados este verano -cinco-, una manera de ensamblar piezas de cara a la temporada venidera que aún están por encajar. Lógico

Los locales arrancaron con el motor a tope en modo arrollador. No habían pasado no dos minutos desde el pitido inicial cuando dos centros rasos de Álvaro García y Moha hacían que el balón se paseara por el área pequeña sin un aliado que lo empujara a la portería. El Cádiz rozaba el gol en una toda una declaración de intenciones. Quería regalar a su afición la primera victoria y para ello se empleaba a fondo en la presión en la salida del balón del rival. Cuatro, cinco, seis... los jugadores necesarios en cada acción arriba con el claro objetivo de evitar que los insulares se crecieran a base de la posesión del esférico. Cuando tocaba defender un poco más atrás se dejaba ver un 4-1-4-1. No se sentían cómodos los visitantes, a los que les costaba un mundo llegar arriba mientras los amarillos -los de casa- sí que disfrutaban de alguna oportunidad, como el tiro colocado de Dani Romera en el minuto 8 que obligaba a Raúl Lizoain a estirar al máximo su mano izquierda para impedir el gol.

Los de Cervera controlaban el tempo del partido con el derroche físico que se espera de ellos a lo largo de la campaña. Todo lo hacían los gaditanos, que en el 20 reclamaban penalti por agarrón a Dani Romera dentro del área. El único pecado era no aprovechar su mejor arranque hasta que en un abrir de ojos se veían por debajo en el marcador en el único remate a puerta de los insulares en toda la primera parte. En el 26, Calleri agradecía un preciso centro cabeceaba al fondo de la portería un centro al corazón del área y ponía un 0-1 a todas luces injusto. Pero sobre el césped no rige la justicia sino el acierto y Las Palmas, que no había dado señales de vida, daba con la tecla y ponía a prueba la reacción de un Cádiz que empezaba a conjugar el verbo dudar con pelotazos largos sin rumbo. Cervera aleccionaba a los suyos en el tiempo muerto de la hidratación a la media hora para insuflar ánimos y hacer algunas correcciones. Se vinieron arriba con un arreón en la recta final antes del descanso que casi daba sus frutos. Álvaro García se internaba una y otra vez por la izquierda y Dani Romera tenía el empate en sus botas en el 40 pero su chilena cerca de la portería se escapaba por encima del larguero.

El anfitrión se marchaba al intermedio con una mínima desventaja que no reflejaba el desarrollo de una primera mitad en la que no había merecido el castigo de la derrota.

Los amarillos comenzaban el segundo acto de la misma manera que el primero, con un peligroso centro de Álvaro García que Moha no alcanzaba por milímetros. Respondían los insulares con una contra que Hernán Toledo culminaba con un inocente tiro a las manos de David Gil. A partir desapareció Las Palmas y el Cádiz arrolló aunque sin pegada. Cervera ponía en marcha el carrusel de cambios con la entrada de Rober Correa, Imaz y Villanueva -debutante un día después de llegar cedido por el Málaga- y Moha pasaba a ser el hombre más adelantado.

El Cádiz inclinaba el campo hacía la banda izquierda, propiedad en exclusiva de Álvaro García. El utrerano desbordaba siempre por velocidad aunque no atinaba con los centros. Las Palmas se dejaba llevar por un conformismo que hacía crecer a un Cádiz que empujaba de lo lindo en busca de la igualada. Se sucedían los centros al área pero siempre aparecía un defensa para despejar hasta que el minuto 65 los locales fabricaban una excelente jugada de un saque de esquina que Abdullah resolvía con un una derechazo desde la frontal que el cancerbero repelía en con una gran parada.

José Mari y el debutante Álex Fernández oxigenaban la medular con 20 minutos por delante, también con la presencia de Aitor.

El dominio de los andaluces era tan absoluto que Las Palmas sólo se dedicaba a achicar balones mientras el reloj consumía las opciones de un Cádiz a todo pulmón pero sin GPS hara encontrar la dirección de la portería. Lo intentó hasta el final el conjunto de Cervera. Aitor casi acertaba con uno de sus conocidos misiles pero la suerte no estaba del lado del Cádiz.

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