Cádiz CF

La sombra de la duda

  • El distanciamiento del conjunto amarillo con la victoria riega de incertidumbre la recta definitiva hasta la meta pese a la racha de ocho jornadas seguidas que lleva sin perder

Garrido, brazos en jarra, se retira decepcionado del terreno de juego tras el empate contra el Córdoba.

Garrido, brazos en jarra, se retira decepcionado del terreno de juego tras el empate contra el Córdoba. / fito carreto

Ocho jornadas consecutivas sin probar el amargo sabor de la derrota en una competición tan igualada como la Segunda División A es un hito al alcance de pocos. Y uno de esos pocos elegidos es el Cádiz, que establece su mejor racha de la temporada al acumular dos meses sin perder, aunque no es el equipo que más prolonga. El Huesca ostenta el periodo invicto más extenso cuando concatenó 12 jornadas y el Tenerife llegó a estar 11 sin perder. El Levante vivió dos etapas distintas de nueve citas sin derrotas.

El Cádiz se sumerge en una racha abierta de ocho envites sin varapalos. Hasta ahí todo bien. El problema emerge cuando no perder tampoco significa ganar. El equipo amarillo no atraviesa su mejor momento del curso pero sin estar bien del todo camina con pasos cortos hacia la fase de ascenso, como si no tuviera prisa en abrazar el éxito que supondría poder pelear por subir a Primera en el año del regreso a la categoría de plata.

La dinámica, pese a su apariencia positiva, queda ensombrecida por la escasa producción de puntos, sólo diez de los últimos 24 fruto de una victoria -frente al Alcorcón- y nada menos que siete tablas -ante UCAM Murcia, Lugo, Huesca, Levante, Nástic de Tarragona, Real Zaragoza y Córdoba-. Han volado más puntos -14- de los capturados. Con una cosecha un poco más amplia ya tendría asegurado el billete para el play-off, que aún debe cerrar en las tres jornadas restantes. Llegados a este extremo, no participar en los cruces sería una decepción después de seis meses de estancia en la sala noble.

Hay un dato que revela el frenazo de un equipo que se atasca aunque mantiene intacta sus posibilidades. Cuando estaba inmerso en su menor momento, llegó a sumar 12 puntos en cuatro partidos -entre diciembre y comienzos de enero-, la mitad de los encuentros que ha necesitado ahora para añadir una decena a su cuenta y alcanzar por fin los 60.

Con las dificultades que son visibles, el Cádiz anda poco a poco en la dirección correcta, sin bajarse de la parte alta, a la que accedió sin hacer ruido y de la que ya no se ha bajado. Lleva 23 capítulos seguidos arriba y no tiene intención de moverse aunque la victoria se resiste cuando ganar es una cuestión que adquiere máxima relevancia. Lo dijo Álvaro Cervera después del enésimo empate, el reciente contra el cuadro cordobés: hay que ganar para dar el paso definitivo -o casi- hacia las eliminatorias. Mientras no llegue ese triunfo, la incertidumbre es el invitado especial en el tramo final de la Liga.

Si hay algo que le cuesta al Cádiz es vencer en el instante decisivo del torneo de la regularidad. No es el único que se atasca y por eso se mantiene en los puestos de privilegio. Se agarra al asidero de los empates que de momento le sirve. Nadie se sabe hasta cuándo. Quizás le llegue con ir a paso de tortuga, una estrategia tan involuntaria como arriesgada porque se pondría en manos de sus rivales directos. La solución está en la victoria, pero desaparece por arte de magia.

El atasco es evidente y más en el estadio Ramón de Carranza, supuesta fortaleza venida a menos. El conjunto gaditano sólo ha ganado tres de los nueve partidos dirimidos en casa en la segunda vuelta -ante Almería, Mirandés y Rayo Vallecano-. No ha triunfado en los últimos cinco duelos como local, resueltos con un pobre balance de 4 puntos sumados y 11 perdidos -derrota frente a Tenerife y equis contra Reus, Lugo, Levante, Nástic y Córdoba-. El santuario cadista deja de ser un fortín. Lo reflejan los números. La indecisión al calor del hogar la compensa en sus desplazamientos. La trayectoria en la segunda vuelta es similar como anfitrión que de visitante: 14 puntos conseguidos en casa y 13 fuera. Los amarillos marcan casi el doble de goles a domicilio -13- que en el Carranza -7-, aunque en campo propio guardan mejor la portería -cinco tantos en contra- que en otros terrenos -9-.

El resultado hasta la fecha ofrece un balance calcado entre la primera y la segunda vuelta. El Cádiz atesora 27 en la segunda, los mismos que acreditaba a la misma altura de la primera, que acabó con 33 gracias a dos victorias en los tres últimos episodios.

El bloqueo es un hecho como lo es también que la candidatura al ascenso no pierde enteros. La tarea que encaran los amarillos es traducir en resultados su racha sin perder. No basta con controlar los partidos. Hay que saber ganarlos. El acierto en las dos áreas es fundamental y en ese aspecto muestra síntomas de fragilidad. Aprovecha una mínima parte de sus ocasiones y con poco que conceda atrás recibe gol. El Cádiz llevó el mando contra el Córdoba, parecía dominar la situación pero ni supo rematar la faena y cometió un error de principiante que permitió el gol del empate. Y eso que esta vez sí se puso por delante en el marcador en contra de la tendencia que había trazado. Se había acostumbrado a ir a remolque -contra UCAM, Lugo, Huesca, Levante, Zaragoza- y cuando por fin fue el primero en golpear tampoco encontró la llave de la victoria. El Cádiz probó su propia medicina.

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