Cádiz-Sanluqueño

El incalculable valor de la victoria (2-0)

  • Los amarillos aprovechan el tropiezo del Guadalajara y se consolidan en la cuarta plaza gracias al triunfo frente a un rival muy defensivo en un partido sin brillo Migue García se estrena como goleador y Airam vuelve a marcar

Ganar, ganar y ganar. Esa es la consigna de Antonio Calderón y el Cádiz cumplió el objetivo más allá de consideraciones de carácter estético. No hubo buen fútbol, no fue un buen partido, ni falta que hizo para que los amarillos se quedaran con los tres puntos en el fortín que una semana más sigue siendo el estadio Carranza. La victoria es un tesoro a estas alturas de la temporada, cuando todo está en juego, y los amarillos manejaron el suficiente oficio para hacer los deberes pese a no cuajar una faena brillante frente un débil Atlético Sanluqueño que lo fió todo a la defensa. Pero 90 minutos este año en el estadio Carranza se hacen eternos para cualquier visitante. 

 

El Cádiz acertó en el crepúsculo de cada parte para encadenar su tercer éxito consecutivo en un choque que el rival supo llevar a su terreno con continuas interrupciones que cortaron el ritmo del juego. No le fue mal al cuadro de la Costa Noroeste, que mantuvo vivo el encuentro hasta el minuto 87, cuando Airam Cabrera afinó el punto de mira en una tarde no demasiada afortunada para el canario en la definición.

 

Fue un duelo provincial carente de calidad pero productivo para un Cádiz que sale reforzado en su aspiración de acceder a la fase de ascenso y negativo para un Sanluqueño cada vez más atrapado por las devoradoras garras del descenso. El conjunto de Calderón sacó tajada de la derrota del Guadalajara para asentarse en la cuarta posición con tres puntos de distancia sobre los alcarreños, un colchón que incluso concede un pequeño margen de error en las cinco jornadas que restan en el sprint definitivo de la Liga. Los inquilinos del Carranza conocían el tropiezo del su rival más directo y no desaprovecharon la ocasión para dar un paso importante de consolidación en la zona noble de la tabla. 

 

Pero no sólo eso. Hasta la tercera plaza aún es posible después del traspié en La Roda del Cartagena, que se queda a tiro de tres puntos de los gaditanos.

La presencia de Jorge Luque era la única novedad en el once inicial del Cádiz en relación a la que salió en La Línea. El cordobés se unía a Garrido en el centro del campo y Josete, inquilino de la medular la semana anterior, retrasaba su posición al eje de la zaga en detrimento de Fran Pérez, que empezaba en el banquillo.

 

El ritmo del partido no era el que le interesaba a un Cádiz al que le costaba meterse en harina frente a un rival pertrechado en su campo sin la más mínima prisa por dar movimiento al esférico. En medio de tanto fútbol enladrillado, la estrategia emergía con la única opción de gol. En el minuto 7, Andrés Sánchez se topaba con un inspirado Facundo en su tentativa de inaugurar el marcador con un libre directo bien colocado junto a un poste que el portero desviaba a córner. Del saque de esquina brotaba otra clara ocasión con un cabezazo de Juan Villar por encima del larguero pese a que remataba solo en el corazón del área.

 

Y ahí quedaba la cosa. Los locales se enredaban en pases al limbo, con constantes pérdidas que reforzaban el trabajo de un Sanluqueño plácido atrás, encantado de ver el pasar el tiempo sin que nada ocurriera sobre el césped. El choque se adentraba en la dinámica que habían soñado los verdiblancos. El balón apenas rodaba unos segundos antes de los continuos parones que bloqueaban el desarrollo de un espectáculo tedioso. A esas pérdidas de tiempo contribuía de manera inexplicable Juan Villar, más tiempo tendido en el suelo que en posición vertical. Demasiada teatralidad la del onubense, que entraba al trapo de las provocaciones de Antonio Moreno y desviaba su atención.

 

Las cinco tarjetas que había mostrado el colegiado en apenas media hora eran la demostración palpable del poco fútbol que se practicaba en una tarde crucial para ambos equipos. Los anfitriones, acostumbrados a arrollar en el Carranza en las última fechas, las pasaban canutas para acercarse al área visitante. No había conexión con Dioni en la mediapunta y los sanluqueños desactivaban cualquier atisbo de penetración por las bandas.

 

Los amarillos no daban con la tecla pero no dejaban de intentarlo con la certeza de que tarde o temprano acabaría llegando su momeno. Cuestión de paciencia. Una buena internada por la banda de Dioni en el minuto 38 rompía la monotonía aunque a su centro al punto de penalti llegaba justo a tiempo la defensa sanluqueña para impedir el remate de Migue García.

 

Nada hacía presagiar movimientos antes del intermedio hasta que el Cádiz cobraba ventaja con uno de esos goles calificados de psicológicos. Garrido, incomensurable toda la tarde, controlaba el balón en la frontal del área y servía un majestuoso pase a Airam Cabrera, que fusilaba con el alma pero se chocaba con la resistencia un gran Facundo, que sin embargo no podía evitar que Migue García recogiera el rechace para introducir la pelota en el interior de la portería. El jiennense se estrenaba como goleador cadista en el momento más oportuno. Su tanto enseñaba el camino de la victoria a un equipo amarillo al que le bastaba con poco para abrir la lata. Por algo es el máximo anotador de la categoría de bronce.

 

El Sanluqueño estaba obligado a arriesgar en la segunda mitad en busca del empate. Algo se estiraban los pupilos de Puma, pero con demasiada timidez y nula capacidad intimidatoria. Entre la inocencia del penúltimo clasificado y el desatino del cuarto, el único interés que ofrecía el encuentro era la incertidumbre de un marcador apretado. 

 

No daba con la tecla el Cádiz para matar el partido con un segundo tanto y daba oxígeno a un Sanluqueño que, aun sin crear peligro, sí conservaba la esperanza de poder puntuar. Los locales disfrutaban de varias oportuniades para evitar sobresaltos a los postres, como un remate a bocajarro de Garrido que se marchaba fuera (minuto 58), un flojo disparo de Airam Cabrera (en el 64) que moría en las manos de Facundo y un zurdazo del canario (en el 74) que se perdía por encima de la portería cuando parecía más sencillo poner el balón entre los palos. 

 

El Cádiz dejaba abierto el partido aunque no sufría atrás. Una sola vez inquietaban los visitantes con una falta lejana que Gonzalo I que Sergio Aragoneses sacaba sin dificultad. Ahí se acababa la historia en ataque para los hombres de Puma, que se iban a arriba a la desesperada en los minutos finales y dejaban espacios en la retaguardia que los locales agradecían con el gol que finiquitaba la contienda. Kike Márquez, brillante sustituto de Dioni en la recta final del encuentro, servía a Airam Cabrera, que esta vez no perdonaba aunque con una definición un tanto extraña en el interior del área. Parecía que iba a centrar pero le salía una perfecta vaselina que llevaba la tranquilidad a las gradas a falta de tres minutos para el 90.

 

Con el rival entregado, el Cádiz acumulaba más ocasiones en los minutos de la basura que en todo el partido. Pero no era la tarde de Airam, que de nuevo perdonaba cuando lo tenía todo a su favor para marcar. Kike López, ya en el campo, también olía el gol, y minutos antes Kike Márquez desperdiciaba una clarísima a dos metros del arco.

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