El Valladolid es uno de los históricos de la elite del fútbol español. Está inmerso en su cuarta temporada consecutiva en la categoría de plata, tras el descenso en la campaña 2013-14. Como no puede ser de otra manera, el objetivo del equipo sólo puede apuntar a Primera División. Cada año le resulta más complicado incluso acercarse a la zona de play-off, de ahí a que la urgencia vaya en aumento para volver a codearse con los mejores.

El proyecto pucelano tiene nombres que merecen un respeto, como el portero Masip, que procede del Barça y que, junto a Becerra, le pone las cosas complicadas a Luis César Sampedro. Nacho, Antoñito y Deivid son algunas de las caras nuevas para una defensa en la que el canterano Calero es ya profesional. En la línea de centrocampistas, Sampedro contará con jugadores de varios perfiles como Borja y Sulayman, de carácter más defensivo, y por contraposición Cotán y Míchel, con un perfil de mayor calidad con balón. Hervías y Villa también aportan velocidad y desborde por bandas. Las caras nuevas se unen al bloque que permanece del curso pasado.

La filosofía de Sampedro es clara, y el dominio de balón es uno de sus máximos exponentes. Sigue trabajando para lograr un equipo que domine la pelota y que sepa en todo momento qué hacer con ella en los pies. Futbolistas del corte de Borja o Sulayman pueden ser utilizados para ahogar el juego del adversario y, a partir de sus recuperaciones, poner en práctica una nueva elaboración.

Durante toda la pretemporada, el Valladolid puso en práctica diferentes métodos, partiendo para ello de distintos análisis según la situación. La conclusión final fue abogar por el 4-2-3-1, el sistema más usado por el cuerpo técnico. Un dibujo con dos pivotes atrás anclados cerca de la defensa, un medio de perfil más atacante, dos bandas bien a abiertas y un solo hombre en punta desarrollando la auténtica función de 9 puro. Sin embargo, los números demuestran que es el máximo realizador de la categoría (29 goles) pero el segundo más goleado (24).

El pasado verano el club de Pucela se vio obligado a vender a la estrella de su cantera, José Arnáiz, que recaló en el filial del Barcelona a cambio de 3,5 millones de euros. Esta cantidad irá aumentando según los incentivos futuros. Uno de ellos se ha traducido en otros 100.000 euros por el debut del jugador con el primer equipo en Murcia, con motivo de la Copa del Rey. La medida de desprenderse del canterano vino motivada por la elevada deuda de la entidad, que ronda los 40 millones de euros.