El Levante comparece el sábado en el estadio Ramón de Carranza con el ascenso de Primera División más que encarrilado a falta de confirmación matemática. El conjunto valenciano, líder intratable, aventaja en 19 puntos al tercero y al cuarto -Tenerife y Getafe- a falta de ocho jornadas para el final del campeonato. Se podría dar el caso de que subiera de manera oficial este fin de semana si vence al Cádiz y tanto canarios como madrileños pierden sus encuentros y el Real Oviedo no gana el suyo. Para ello debería esperar al resultado que coseche el domingo el cuadro chicharrero.

El conjunto azulgrana domina la Liga con tanta autoridad que le sobran jornadas para retornar a la categoría que perdió la pasada temporada. Los de Juan Ramón López Muñiz parecen que han levantado un poco el pie del acelerador en los últimos capítulos, quizás llevados por una relajación inconsciente o porque sufren un verdadero bajón. Sólo ha ganado uno de sus últimos cuatro partidos, en su feudo contra el colista Mirandés de penalti en el tiempo de prolongación. Empató en el campo del Mallorca, perdió en Getafe y el pasado lunes no pasó de las tablas ante el Reus en el Ciutat de Valencia.

Un ligero freno que no le supone descolgarse del cartel de equipo temible, como lo ha demostrado a lo largo de toda la temporada. Los levantinos llegan al Carranza sin presión. Saben que el ascenso es cuestión de tiempo. Contra los amarillos no puede contar con con Natxo Insa, uno de los fijos en la medular que acumula cinco cartulinas y debe cumplir la consiguiente sanción.

El interrogante es qué versión ofrecerá el líder en el santuario cadista, la del poderoso adversario que ha arrasado o la de un equipo algo más aplacado una vez que saca casi una veintena de puntos a sus perseguidores.