Toros

Tarde en blanco con un pésimo debut ganadero de Albarreal

  • La voluntariosa terna de figuras se estrella sin pasar de la ovación, y el público se enfada con el nulo juego de un encierro protestado en todos los arrastres

GANADERÍA: Toros de Albarreal, divisa nueva en esta plaza, el quinto sobrero de otro titular de vuelto por inválido. Un encierro muy igualado tanto en la forma, de correcta presentación en general, como en el fondo, ya que todos fueron blandos y descastados, ofreciendo nulo juego, recibiendo protestas en todos los arrastres. TOREROS: Enrique Ponce, de tonos sienas con el traje de atelier que estrenó en la goyesca rondeña, estocada caída (ovación y saludos) y pinchazo y más de media (aplausos). Sebastián Castella, de cobalto y galón azabache, estocada baja atravesada (ovación y saludos) y pinchazo, metisaca, estocada corta y descabello (ovación y saludos). Alejandro Talavante, de añil y galón azabache, pinchazo y corta tendida (ovación y saludos). Estocada (ovación de despedida). Incidencias: Media entrada larga en tarde cubierta y de poniente suave. Los clarineros recuperaron toques antiguos para los avisos durante la lidia.

Fracaso ganadero con un encierro que ha dejado en blanco el marcador y agotada la paciencia de los espectadores, que protestaron todos los arrastres y tocaron palmas de tango cuando la desesperación hacía presa del tendido.

La terna estuvo voluntariosa pero el ganado no dio opciones. Antes que nada hay que decir que Albarreal tenía credenciales para venir. Esta vacada -encastada en sangre Domecq vía Martelilla y Juan Pedro- echó el año pasado una buena corrida Albacete, que sin duda movió a este contrato, y en 2010 un toro de esta casa fue el premiado como más bravo de la Feria de Málaga. Que yo recuerde es hierro en alza. Pero esta vez ha pinchado en El Puerto, borrón considerable ya que los seis toros -siete porque el quinto fue sobrero- tuvieron muy poquita cosa dentro.

Cómo sería la cosa que el público forzó la devolución del quinto en cuanto cantó la invalidez perdiendo las manos en el peto, a ver si el azar o el ojo de los toreros había dejado al toro de la tarde como sobrero. Ni por esas. No pudieron estar peor.

Y la terna -salvo el pecado de anunciarse con esto que afeó un espectador y que es lo que se dice siempre que una corrida para figuras no embiste- cumplió, con arreglo a lo que tenía delante.

El primero no tuvo fuerza alguna de salida, noblón pero sin gas. Un asquito con el que Ponce porfió hasta que el astado comenzó a acortar defendiéndose.

Castella lanceó suavemente al segundo de la suelta en proporción al poco vigor y empuje del toro. De nuevo puyazo de trámite, como casi todos los de la tarde, y un toro sin raza ni casta que impacientó al respetable sonando las primeras palmas de tango de la tarde. El toro, de moribundas embestidas, se echó durante la lidia

Al tercero lo protestó el público de salida. Tras sobrevivir a un pésimo tercio de banderillas a cargo de la cuadrilla de Talavante, el matador pudo comprobar la desrazada embestida, en media arrancada y con la cara alta. Desde luego Talavante le sacó todo lo que tenía, que era muy poco.

El cuarto también tuvo su ración de palmas de chufla en el saludo capotero. A ver si encuentro un adjetivo innovador, porque me quedan tres toros. Ponce, después de comprobar que no pasaba y en medio de una creciente bronca del público, abrevió, recibiendo por ello el agradecido premio del aplauso del contribuyente.

El devuelto quinto ni esperó a los cabestros, en cuanto vio la puerta abierta se fue en busca de su añorada dehesa. El sobrero, que tumbó al caballo, fue incierto y reservón en la brega y aunque pareció que Castella, firme y decidido iba a armarle faena, lo impidió a base de cabezazos.

Y el sexto, que se fue en la brega donde no había nadie, probón y parado, acometía sin romper y tardeando. Un espejismo hizo sonar la música que Talavante mandó parar. Aquello no merecía ni un mal pito. Lo único bueno: que fue el punto final de la pesadilla.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios