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Francisco Correal

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Pessoa, ‘cónsul’ de Portugal en Sevilla

Ibérico. Jorge Plácido presentó en el pabellón de Portugal el primero de los siete volúmenes de su biografía de Pessoa, sueño hecho realidad por unos libreros del Algarve y un editor sevillano

El autor, Jorge Plácido, a la derecha, con su obra, junto al editor, José Lebrato.

El autor, Jorge Plácido, a la derecha, con su obra, junto al editor, José Lebrato. / Juan Manuel Morán

EN 1984, José Saramago (1922-2010) publica ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’ (lo tengo dedicado por el Nobel portugués en noviembre de 1986). Cuatro décadas después, Jorge Plácido (Lisboa, 1967) ha presentado en Sevilla, en el Consulado de Portugal, pabellón lusitano en la Exposición Iberoamericana de 1929, ‘El año de la muerte de Álvaro de Campos’. Ambos libros tienen en común el protagonismo de dos de los heterónimos de Fernando Pessoa (1888-1935). El de Saramago era médico; el del libro de Jorge Plácido, era ingeniero naval.

Ésta es una historia fascinante. El pasado miércoles el autor del libro, profesor de Primaria en Tavira, llegó en coche a Sevilla acompañado de otros dos compatriotas, Libanio Santos y Alexandra Guerreiro, propietarios de la librería Lusíada en Vila-Real de Santo Antonio. Los esperaba el socio necesario para esta historia, José Lebrato, editor desde su imprenta de la calle Feria, El Taller de la Copia. El río Guadiana, el que se esconde en Villarrubia de los Ojos y desemboca en Ayamonte, tiene una orilla monárquica y otra republicana.

A Lebrato le gusta cruzar esas aguas que mueren en el Atlántico y en octubre de 2022, en la Librería Lusíada, los libreros le hablaron de un profesor que había emprendido una tarea ciclópea, escribir una biografía de Pessoa, el poeta portugués más traducido en todo el mundo, a través de uno de sus heterónimos.

‘O Ano da Morte de Álvaro de Campos’ (por ahora, sólo existe la edición portuguesa) es un libro de 785 páginas al que su autor ha dedicado un trabajo de “unos quince años”. El primero de siete volúmenes, como los de Marcel Proust, que piensa concluir en 2035. Una fecha redonda en la que coincidirán el centenario de la muerte de Pessoa, el 150 aniversario del nacimiento de Aquilino Ribeiro, contemporáneo de Pessoa pero en sus antípodas políticas, y los 25 años de la muerte de Saramago. Al Nobel portugués lo conoció Jorge Plácido. “Antes que profesor fui periodista, lo entrevisté cuando él iba de cabeza de lista del Partido Comunista Portugués”.

El libro se terminó de editar el 13 de octubre de 2023, aniversario del nacimiento de Álvaro de Campos (Tavira, 1890). “En ningún momento le pongo fecha de muerte, lo cual me da más libertad narrativa”. Estudió la carrera de ingeniero naval en Glasgow. Le pone una familia. Su padre, sefardita de Gibraltar, conocerá a su madre por los negocios de atunes en Tavira. El libro de lo presentó Antonio Molina Flores, profesor e integrante de Cuadernos de Roldán, tertulia poético-pictórica-tabernaria que editó dos números relacionados con la materia: en 1991 viajaron a Lisboa, donde Saramago, informado por Pilar del Río de que un grupo de sevillanos iban a la capital portuguesa “a llevar poesía y no a comprar toallas” los recibió en su casa; posteriormente, editaron otro número sobre Tavira, la cuna de Álvaro de Campos, la patria laboral de Jorge Plácido.

La amistad se hizo libro, dice Pepe Lebrato, el socio sevillano de esta aventura de la que informó a Pilar del Río, esposa y traductora de Saramago, cuando la visitó en Lisboa en la Fundación que lleva el nombre del escritor, en presencia también de Mercedes de Pablos.

El primer volumen comprende el periodo entre 1888, fecha del nacimiento de Pessoa, y 1910, año de la proclamación de la República portuguesa. Junto a las cualidades de Pessoa como poeta, que Molina Flores compara con Dante o con Hölderlin, Jorge Plácido muestra a un Fernando Pessoa “casi desconocido”. El escritor que defiende la esclavitud, que “diaboliza a la mujer” con sus comentarios misóginos; que se alinea “con regímenes fascistas”. Un poeta que realizó la carta astral de Mussolini, que le dedicó un Elogio Fúnebre al dictador Miguel Primo de Rivera o que gracias al dictador Salazar consiguió publicar su libro ‘Mensagen’. Las paradojas ideológicas de autores como Celine, Curzio Malaparte, Ezra Pound o el mismo Ramiro de Maeztu. “Ese Pessoa no se enseña en mi país y lo que no se conoce no existe”.

El mundo de los heterónimos es fascinante. Un alter ego que casi cobra encarnación real. Cuenta Jorge Plácido que este Álvaro de Campos fue quien dio al traste la relación sentimental de Pessoa con Ofelia Queiroz, con la que vivió dos noviazgos y varias promesas matrimoniales incumplidas. Los heterónimos, según Molina Flores, constituyen un ataque furibundo contra el yo, con referentes como Rimbaud o el Manifiesto de Marinetti de 1909. Pessoa, que en portugués significa persona, se bifurca en un poeta neopagano (Alberto Caeiro), en un poeta neoclásico (Ricardo Reis) y otro Futurista (Álvaro de Campos).

Pessoa compartió el iberismo de Unamuno y coincidió en esa teoría del alter ego con Antonio Machado, aunque defendieran posiciones políticas contrapuestas. Sí compartían, como dice el autor del libro, la fuerte vinculación que ambos tuvieron con sus madres y la prematura pérdida de sus padres. El biógrafo del autor del ‘Libro del desasosiego’ se ha leído todas sus biografías.

Pessoa Fue poeta, traductor, y también traducido. Sus poemas en inglés los vertió al español Esteban Torre. Casi toda su obra quedó inédita a su muerte. Se mantenía de corresponsal de casas comerciales extranjeras. Esta relectura de Pessoa coincide con el anhelo de reparación de Portugal de su época colonial. No fue Pessoa el detonante de la enemistad entre Saramago y Antonio Tabucchi. El escritor italiano que se ‘nacionalizó’ portugués con los goles de Eusebio y los fados de Amalia Rodrigues estaba casado con una portuguesa que era fotobiógrafa de Pessoa.

En el séptimo volumen se producirá el reencuentro entre Ricardo Reis y Álvaro de Campos, como si fueran Abel Infanzón y Juan de Mairena. De la misma forma que un Pessoa recién fallecido se le aparecía a Saramago en ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’ en los nueve meses de prórroga que coincidían con los que preceden al alumbramiento, será Álvaro de Campos el que utilice ese método del tiempo para ‘resucitar’ a Saramago en Azinhaga do Ribatejo, su pueblo natal.

El libro se abre con sendas citas de Nelson Mandela y José Saramago, un Nobel de la Paz y un Nobel de Literatura. A sus alumnos de Primaria no les habla de Pessoa. “Se enseña un año antes de entrar en la Universidad, pero no se da el Pessoa entero, con sus contradicciones”. El poeta maravilloso, también el colonial, esclavista y misógino. El que cantó las bondades del dictador que inauguró la Exposición de 1929 en cuyo pabellón de Portugal se presentó ‘El año de la muerte de Álvaro de Campos’.

La segunda entrega va de 1911 a 1920. Narra el primer encuentro con Ofelia. Faltan dos años para que nazca Saramago. Un sueño ciclópeo de un profesor lisboeta que trabaja en Tavira, descansa en Odeleite, un proyecto que ya se ha presentado en Vila Real de Santo Antonio y ahora en Sevilla. Un trasvase Guadiana-Guadalquivir.

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