TV-Comunicación

La duquesa del 'prime time'

La más noble de las nobles también era la marquesa del Corazón, la más ilustre de las figuras hepáticas desde que alguien se inventó el Qué me dices y el Tómbola. La televisión del corazoneo vio en Cayetana a una mujer sin complejos, como había sido durante toda su vida, que posaba en bañador, no renunciaba a los floripondios y acudía como una más a donde le apetecía. Y hasta cometió el error de responder siempre que le preguntaban. Desde que Alfonso Arús comenzara a traspapelar el Hola en un programa de dibujos animados la duquesa de Alba y su familia se convirtieron en diana de comentarios y bastantes caricaturas con poco gusto. La varias veces Grande de España hizo honor a su condición y al cabo de los años ganó esta batalla a los cámaras perseguidores, a los que dedicó más de un gesto cuando se le agotó la paciencia. Con el baile del día de su boda terminó de desbaratar a los detractores. Ella no iba a cambiar por nadie. Ni por muchos cámaras que aguardaran en la puerta como celadores de la inquina.

A la Grande la televisión realmente le quedaba pequeña. Y ya no podrán grabar desde la verja a la duquesa del Prime Time, la aristócrata más estelar, aunque su legado y su recuerdo seguirán llenando horas de tertulias y sálvames hasta la eternidad.

No se estilan aquellos 20-N fúnebres de conciertos sacros, como el de Franco. La capilla ardiente de la madrileña más sevillana la hemos visto a todo color interactuado con las redes sociales, entre reporteros circunspectos que ponían la alcachofa a vecinas esmorecías. En twitter ayer era trending topic mundial Jordi Hurtado. El inmortal vencedor. Un chiste trillado.

Este era un 20-N retroalimentado. Unos habían aguardado en las Dueñas, el Pardo; y otros en la Cantora, como si fuera El Aaiún, menuda ventolera asidonense, mientras se ponían las vallas en el trullo del Alcalá de los Panaderos. Isabel, con las manos en la masa, remata estos Días de Oro de Jorge Javier Vázquez.

Pantoja se quedó en segundo plano, pero sin perderla de vista. Todo eran halagos, elogios y consideraciones en este jueves de luto hacia la paisana. Luto en presentadores y contertulios (como Roberto Leal, en La 1, o Tico Medina en Canal Sur), y lágrimas que afloraban entre el cariño y las anécdotas. La noticia esperada encontró a los matinales en plena faena y prevenidos desde días atrás ante unos gélidos días de otoño la mar de calentitos. La única voz discordante a primera hora era la de Toni Bolaño en Espejo público: cayó en los tópicos anti-Alba que no venían al caso. En el resto de la mañana la "sevillanidad" de Cayetana barrió cualquier brizna antipática. "Cópiame, Jorge, cópiame", recordaba el moranco Jorge Cadaval sobre el entusiasmo con el que la fallecida recibía sus parodias en esa tele que en otros programas la zarandearon más de la cuenta. Los de Ana Rosa ponían el A mi manera mientras Pepe Moreno, el hermano mayor de Los Gitanos, ubicuo, atendía a todos sin poder decir nada.

Canal Sur pareció reaccionar un poco a trompicones, con Fernando Díaz de la Guardia muy charlatán, y junto a La 1 extendieron la cobertura hasta enlazar con los informativos . Los de Antena 3 se comieron a Arguiñano, pero no a La ruleta ni a Los Simpson. Los de Atresmedia dejaron la capilla ardiente ya sólo para los informativos, dejando las cuatro horas a Sálvame, rebozados entre el velatorio y la condenada de Alcalá. Suspendieron la Fashion Week. Ya habrá días.

La contención y la emoción matinal dieron paso a ese espíritu encorajinado y de rascar jaleo de la Patiño, de Kiko Matamoros o de Lydia Lozano. Entre pasados, herencias, repartos y la pensión de Alfonso Díez tienen para todas las weeks del mundo. Si Tico Medina evocaba sus entrevistas en Canal Sur, Jaime Peñafiel era el que reinaba en Sálvame, recordando que la última boda fue pedida por la duquesa con toda la intención: "mi amor es total. No quiero vivir en pecado mortal", pronunciaba con los hombros. Un noviembre de procesiones y corbatas negras. De Sevilla en prime time, aunque sea a las diez de la mañana. Andalucía, de una manera u otra, siempre aporta los cascabeles a la desordenada TDT.

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