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Un vuelco a la historia

  • El conjunto amarillo visita A Malata condicionado por el 0-0 de la ida y la necesidad del triunfo o un empate con goles para superar por primera vez una eliminatoria como cuarto clasificado. Cervera tiene en mente variar el once, aunque no hará la revolución del primer 'asalto'.

La primera bola de partido se pone en juego a las cinco de esta tarde en A Malata (con televisión en directo a través de 8TV), a poco más de 1.000 kilómetros de distancia de la capital gaditana. Si el Cádiz sale con vida allá a lo lejos en el Noroeste de España, renovará su permanencia en la competición al menos dos semanas más -hasta mediados de junio- y mantendrá intactas sus aspiraciones de un ascenso a Segunda División A que estará un poco más cerca. Si pierde, supondrá el traumático adiós al objetivo de cada año desde la caída en desgracia hace ya seis campañas -el último descenso a las catacumbas data del curso 2009/10-. El conjunto amarillo devuelve visita al Racing de Ferrol condicionados ambos contendientes por el empate sin goles con el que se saldó el encuentro de ida disputado en el estadio Ramón de Carranza el pasado día 21. El Cádiz saltará hoy al césped con un bloque similar al del primer choque salvo algún pequeño retoque, según anunció el entrenador, Álvaro Cervera, el pasado viernes.

Una victoria o una igualada como mínimo a un gol le basta al cuadro gaditano para meter la cabeza en la segunda eliminatoria. No es nada sencilla la misión frente a un adversario que trata de hacer valer su condición anfitrión, empujado por el aliento de su hinchada, para inclinar la balanza a su favor. El Cádiz necesita la perforar la portería contraria, una tarea que dejó pendiente en casa y que ahora debe completar para disponer de opciones de acceder al sorteo de la segunda ronda, que se celebra el próximo martes.

Ganar o, si no es posible la victoria, conseguir unas tablas con goles (o incluso, llegado el caso, el recurso de valerse de la definitiva tanda de penaltis para sellar el pase) daría un impulso a un equipo amarillo obligado a romper las barreras de la historia para superar el corte. El Cádiz nunca ha salido victorioso de un cruce inicial como cuarto clasificado con el sistema vigente de play-off. Cayó ante el Mirandés en la vuelta (4-1) pese a ir a territorio burgalés con una ventaja de 2-0 (temporada 2010/11) y perdió 2-1 frente a L’Hospitalet tras un 0-0 en el Carranza (campaña 2013/14). En los dos casos ofreció argumentos para alcanzar el éxito y en ambos todo se fue al traste en los minutos finales, cuando parecía que lo tenía hecho.

Alguna vez tiene que ser y llega el momento de dar un giro de 180 grados a la historia esquiva. Llega la hora de dar un vuelco a las estadísticas, esas que reflejan que el equipo gaditano nunca ha ganado un partido como visitante en un play-off. Pero el triunfo no es indispensable siempre que al menos saque un empate que sea al menos a un gol. Unas tablas que  no lleven cero serían el sinónimo de victoria.

Guardar la portería con sobriedad y afinar al máximo la puntería en la definición se antojan elementos fundamentales de un partido que a priori se prevé equilibrado, como el de la ida, con dos equipos limitados por su exceso de respeto, más preocupados por la destrucción que por la construcción. Los hombres de Cervera supieron contener a  unos jugadores de la escuadra ferrolana que se conformaron con el marcador inicial. Si los dos perseveran en defender más que en atacar, no dejarán otra salida que la emergencia de los lanzamientos desde los once metros.

Los gallegos parten con la ventaja de que la eliminatoria se resuelve en su feudo, como ellos querían. Para eso fueron subcampeones del grupo I y el Cádiz no fue capaz de ir más allá del cuarto puesto en el IV. La historia del modelo actual de la fase de ascenso ofrece un balance favorable al equipo de casa cuando el choque de ida se saldó sin movimiento en el marcador. En 15 ocasiones pasó el anfitrión en la segunda cita y sólo en cinco el que sonrió fue el visitante.

Las cifras sólo sirven de referencia y en el Cádiz son conscientes de que si hacen un partido serio, sin fisuras, tendrán posibilidades de salir de A Malata con el pasaporte para el siguiente cruce.

El preparador cadista tiene en mente variar el once, aunque tampoco se espera una revolución como en el envite de ida. Si acaso uno o dos cambios respecto a la anterior alineación. Alberto Cifuentes continuará como inquilino de la portería. En defensa, salvo que entre Juanjo por Xavi Carmona, en principio estaría el catalán en el lateral derecho, Aridane y Migue en el centro y Servando repetiría en el costado izquierdo. David Sánchez ejercerá de cerebro en la medular escoltado a priori por Sergio Mantecón, aunque no descartable la opción de Isaac Nana. Salvi y Álvaro García apuntan a las bandas en ataque -el sanluqueño en la derecha y el utrerano en la izquierda- y entre Carlos Calvo, Lolo Plá y Dani Güiza saldrían los ocupantes de las dos posiciones más adelantadas, sin desechar la posibilidad de que Abel Gómez se una a la media pero cercano a tres cuartos.

En el cuadro ferrolano destaca la vuelta al once del delantero Joselu, máximo goleador de su equipo (20 tantos en el campeonato de Liga) y auténtica referencia ofensiva de los gallegos. El juego de ataque de los gallegos gira en torno a un artillero que no suele perdonar dentro del área y que obligará a la zaga del Cádiz a tener ojos bien abiertos desde el pitido inicial hasta el final.

Las cartas están sobre la mesa. Ahora hay que saber jugarlas y el Cádiz tiene la oportunidad de demostrar que está diseñado para subir a la categoría de plata. 

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