Sí pero no. No pero sí. El Cádiz, el líder del grupo IV de Segunda División B, dio en Lepe y en Murcia un paso que puede ser decisivo para acabar la fase regular en primera posición. La victoria sobre el San Roque y la derrota del UCAM, ante el Granada B, se convirtieron en el cóctel mejor compuesto y más deseado por el cadismo, cuyo equipo se pone de nuevo seis puntos por encima de su único rival en la pugna por la cabeza de la clasificación. La situación es positiva, pero las sensaciones por culpa del juego siguen alimentando las dudas de cara al decisivo play-off de ascenso.

Las dos caras del Cádiz salieron a relucir con claridad en el encuentro celebrado en el Ciudad de Lepe. Un arranque de encuentro en el que la apisonadora amarilla no dejó respiro a su adversario. La banda derecha del Cádiz fue clave para que Óscar Rubio desarbolara al contrario. En cinco minutos, tres internadas y dos centros, uno de ellos dio paso al 1-0 tras un saque de esquina en el que la estrategia tan trabajada por el entrenador dio resultado. El San Roque todavía no se había acomodado y el conjunto cadista le provocaba daños serios en la línea de flotación, algo insoportable para un equipo modesto y que, el pasado sábado, afrontó el choque repleto de bajas. Tanto que en el banquillo estaban un juvenil y 15 convocados.

Si en cinco minutos el Cádiz vencía 0-1, en otros cinco aumentó la cuenta. Otra vez por la banda derecha y en uno de esos ataques que sólo es capaz de hacer el cuadro de Claudio Barragán. Esta vez con la fortuna de los campeones porque Fran Lepe introdujo el esférico en su propia portería. La maquinaria amarilla era casi perfecta de centro del campo hacia adelante y los más optimistas del bando gaditano pensaban en una goleada apoteósica en Lepe. Y hubo ocasiones para ello a cargo de Mantecón, Hugo Rodríguez -en dos ocasiones- y Jona, siendo la de estos dos últimos muy claras. Es decir, un 0-4 al descanso no hubiera sido un disparate.

Llegada la media hora el técnico local, Alejandro Ceballos, metió el dedo en la herida cadista, ésa que no cierra, y reforzó la banda izquierda -la derecha del Cádiz- y fue capaz de arrebatarle el balón al rival. Ahí empezó a cambiar el escenario del juego y surgieron las dudas. Sin el control se vio otro equipo cadista. Hasta el descanso y a pesar de las claras ocasiones amarillas a la contra, el San Roque niveló la balanza en cuanto a dominio pero salvó Son, no mostró capacidad para inquietar a Aulestia.

Sin el esférico llegó la desconexión de los pupilos de Claudio, fallones en la entrega e incapaces de combinar en la línea de creación. Empezaron a ser habituales los lanzamientos en largo de Andrés Sánchez, lo que provocó que Juanma Espinosa y Fran Machado, los llamados jugones, vieran pasar el balón lejos de sus pies. Sin duda, el juego no era el apropiado de un conjunto llamado a ser campeón. De hecho, el propio Claudio Barragán reconoció al término del encuentro que existieron aspectos que se deben mejorar y que se vio obligado a meter a Navarrete en la segunda parte para recuperar un balón que llevaba muchos minutos en pies de los rivales.

Pese a ese bajón, el ataque cadista continúa siendo su mejor carta de presentación. En Lepe destacaron Jona, Juan Villar y Hugo Rodríguez, que en labores ofensivas, dieron guerra y estuvieron fallones en el remate. A pesar de la falta de dominio y de la escasa capacidad para asociarse, cada contragolpe llevaba sello de gol por la velocidad y verticalidad, y que no se tradujo en el marcador por los remates erróneos, el portero rival, el poste y un claro penalti no señalado sobre Jona.

Un excelente ataque que se mezcla con una desconexión del juego, y con problemas a balón parado, lo que hace que la defensa se gane a pulso el cartel de vulnerable. No salirse del encuentro y mantener un equilibrio entre el trabajo ofensivo y el defensivo harían del Cádiz un equipo aún más fiable pensando ya en el play-off de ascenso.