Raquel Paiz, poeta y periodista

Raquel Paiz: “Concibo mi poesía como un acto de madurez y de desnudez”

Raquel Paiz ha conseguido la segunda edición de su poemario.

Raquel Paiz ha conseguido la segunda edición de su poemario. / R. G. (Granada)

La periodista Raquel Paiz es consultora especializada en Comunicación Corporativa. También imparte charlas y es docente. Pero es la poesía lo que mueve su alma. El pasado año publicó su poemario Conversaciones en la azotea, que ha tenido tanto éxito que ya está en la segunda edición, lo que no deja de ser sorprendente para un libro de poesía.

-¿Con quién le gustaría a usted conversar en una azotea?

-Pues mire. Si hablamos a título cultural, con mi mayor referente: Federico García Lorca. Si hablamos de alguien a quien amo y ya no está, me gustaría poder contar con unos minutos con mi hermana ‘Chica’, que falleció en 2015. Y, en mis antípodas ideológicas, si me lo permite, y le aseguro que no es por masoquismo, me gustaría poder conversar unos instantes con alguno de esos líderes que, en la actualidad, están alimentando el odio y la destrucción. Sé que es paradójico, pero me gustaría saber la raíz de su sufrimiento y de sus razones para según qué comportamientos. Es raro. Pero así soy yo.

-¿Cómo definiría usted la poesía de su libro?

-Como un acto sereno de madurez y de desnudez. Como un acto de valentía en el que me he atrevido a mirar a algunos de mis más dolorosos recuerdos y momentos… y encontrarme con la poesía. Como un diálogo con mis dudas. Con mis miedos. Con la muerte… Como un camino que tenía que recorrer, sí o sí, para encontrarme con la experiencia del silencio, de la vida y del amor.

-Creo que los escribió usted durante la pandemia. ¿Es así?

-En realidad, de la pandemia son el título y el deseo de hacer algo con mis versos. Todo lo que da vida a estas “conversaciones”, con prólogo de Juan Vellido, epílogo de Arantxa Martínez Lázaro e ilustraciones de Chema Lajarínez, nace entre 2015 y 2022; un tiempo decisivo en el que, instante a instante, he necesitado mirar para sanar y para abrirme a la vida.

-Después de su primer poemario… ¿se siente más poeta que periodista?

-Siempre poeta, con cierta deformación profesional.

-Lo que quiero decir es que si se siente mejor diseñando estrategias de comunicación o escribiendo poesía?

-Este no es un país para comer de la poesía. Mire. Yo me siento comunicadora por los cuatro costados. Y aunque poesía, como madre, son palabras mayores, busco la poesía (y la belleza) en todo lo que hago. También cuando diseño una estrategia de comunicación o de sostenibilidad, cuando doy una charla o imparto una clase, cuando participo en algún espacio público o medio de comunicación… o cuando facilito una meditación.

-Tengo entendido que ya han publicado una segunda edición de su libro, lo que es raro para un poemario.

-Raro… Sí. Muy raro. Tras la última presentación de mi libro en Barcelona, recibí la feliz noticia de que mi editorial, Olé Libros, había decidido emprender una segunda edición de Conversaciones en la azotea. Y esto, a pesar de que la poesía no es un género que suscite un gran interés. Si me lo permite, el de la poesía, como otras artes, es un mundo bastante cerrado, con nombres muy consagrados, entre los que es muy difícil destacar y hacerse un hueco.

-Mójese usted. Dígame el nombre de tres poetas o poetisas de Granada que merezca la pena leer. 

-Juan Vellido, con Nana, la flor del madroño, para mí es un título de obligada lectura. Y no tanto por mojarme como porque son mis últimas adquisiciones, El corazón en la garganta, de Juanjo Ibáñez. Y María Ovelar, poeta y periodista, que no es granadina, pero confieso que me fascina.

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