El Rocío

Se fue la lluvia, llegó la tormenta

  • Todas las hermandades de Sevilla se encuentran ya en la aldea tras un penoso camino. Triana vuelve a marcar el momento más emotivo de la presentación.

Se fue la lluvia, pero llegó la tormenta. Aguacero de cintas verdes. Chaparrón de sombreros en alto. Este maremoto levanta las arenas asentadas. Es Triana. La sexta en presentarse. La que rompe la calma. La que revuelve el espíritu. La que desborda los límites. Ayer lo volvió a demostrar. Tras días de lluvia. Tras el agua calada. Con una carreta sin una mota de polvo. Allí estaban sus peregrinos. Combatiendo el cansancio. Devolviéndole la naturalidad -y la emoción- a un acto demasiado encorsetado. No una. Sino hasta tres veces se acercaron los trianeros a la puerta de la ermita. Dentro estaba la Meta. El único Faro que ha hecho posible soportar horas para el olvido. Ahora sí que llueve en los corazones. Y en los ojos de los peregrinos. Ya está Triana en El Rocío.

Sábado en la aldea. Liturgia de pijamas en los porches de las casas. Los charcos son espejos en la arena. Sobre ellos se refleja un cielo, por fin, benévolo. La Matriz de Almonte celebra misa ante la Blanca Paloma. Se prepara la representación que recibirá a las primeras ochenta hermandades. Las más jóvenes se presentaron el viernes ante la Virgen. Abre el cortejo el cuerpo de tamborileros almonteños. Suena la gaita rociera en una mañana limpia de nubes. Habla el presidente de la Matriz, Juan Ignacio Reales. En su discurso no se olvida del esfuerzo de las hermandades en un camino marcado por el temporal. "Ha sido un testimonio ejemplar de fe, como nos enseñaron nuestros padres y abuelos".

Valencina de la Concepción es la nueva filial rociera. Se presenta en esta jornada con su madrina, Santiponce. Los romeros de Benacazón cumplen un siglo. Lo celebran con Villamanrique, de la que son ahijados. Las carretas de ambos simpecados estrenan esta caravana de caballistas y peregrinos a pie. Delante de la ermita, medio centenar de almonteñas lucen vestidos de flamenca. Medio círculo trazado al compás del volante y la flor en el pelo. Geometría perfecta en aras del diseño. Nada queda a la improvisación. Con sus varas y medallas. Con sus pinturas y pendientes. El medio punto se rompe cuando las bestias suben la rampa hasta la puerta. "Saray, tranquila, que esto es así, no te asustes". Saray es una bella almonteña en edad de merecer. Piel morena. Ojos negros. Y un rabillo pintado en la comisura de los párpados que bien parece un lince marismeño acostado. Saray se agarra fuerte su vara y resiste la embestida de la bulla.

Se van los manriqueños con los de Benacazón. Sigue hablando la speaker que da paso a las hermandades. "Romeros, acorten la distancia". Esta carrera oficial de Pentecostés es una lección de geografía. Valenciana de Culto y Hortaleza vienen con La Palma del Condado. Con Villamanrique lo hace Vitoria. De Norte a Sur. De Este a Oeste. Un país en una aldea. Epicentro nacional a pie del Atlántico por unos días.

Concha Vázquez acompaña a la primera y más antigua hermandad rociera en su presentación. Pese a su filiación manriqueña, este año ha hecho el camino con Hinojos. Desde la reja de su casa se ve pasar el convoy de carretas. Comparte fiesta y peregrinación con la actriz María Galiana. Sevillana del Arenal y rociera de Coria. En esta letanía de nombres femeninos hay que engarzar el de Rocío Daza. Después de tres intentos fallidos logró que los bueyes de La Palma del Condado se arrodillaran ante la Blanca Paloma.

La carreta de La Palma es una catequesis en plata. Relieves con la vida de la Virgen coronan su techo. Arquitectura argéntea de Joaquín Castilla. Una obra suya frente a otra. La patrona de Almonte luce el manto de los apóstoles que este sevillano diseñó.

Llega Moguer con sus enganches de mulas. Émulos de Platero. Juan Ramón habló del rumor lejano del bosque de Doñana. Del olor de la Rocina y de la frescura de los fresnos. Hasta mencionó la lluvia que cae por estas tierras. La que ha dejado su huella indeleble en los bajos de las carretas. Lunares de tierra. Adornos de barro. Se van los del pueblo del poeta. Vienen los de la ciudad de la manzanilla. Cantan los sanluqueños la salve tras el simpecado. El amarillo por bandera.

En los alrededores de la ermita se presiente la tormenta. Ésta no cae del cielo. Viene por tierra. Desde antes de que despuntara el alba se ha formado el nubarrón de cintas verdes. Los almonteños se inquietan. "Cuidado que éstos vienen avasallando". Forman un cordón para que sólo suba la carreta del simpecado, al que adornan rosas corales. Vano intento. Triana es agua torrencial imposible de contener. Líquido transparente que se escapa de las manos. Hay empujones. Malos gestos y alguna que otra riña. Se va la carreta, pero siguen los trianeros. Con sombreros en alto llegan tres veces hasta la puerta. "Aquí estamos otra vez, para decirte que te queremos, otra vez". Soniquete de bienvenida. Melodía del sábado de Pentecostés. Así saluda a la Virgen la sexta hermandad. La que burla las barreras. La que rompe el molde. La que provoca la tormenta en un día seco. Triana cala por dentro.

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