Análisis de Dying Light The Beast: la redención de una saga que ya es icónica
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La nueva entrega, que combina parkour, acción y mundo abierto, regresa con la lección aprendida y la diversión como premisa
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Techland ha conseguido lo que parecía imposible y ha callado, por el camino, muchas bocas. Dying Light: The Beast, concebido inicialmente como un DLC para la segunda entrega, ha terminado convirtiéndose en un juego independiente que devuelve a la franquicia la esencia que muchos creían perdida. El proyecto original se filtró en internet y, en lugar de insistir, el estudio decidió rehacerlo desde cero. Fue la mejor decisión posible: el resultado no solo supera a Dying Light 2 (DL2), sino que lo corrige y lo reimagina como debería haber sido desde el principio.
Dying Light: The Beast
Género: Acción Lanzamiento: 18 de septiembre Desarrolladora: Techland Plataformas: PC, XSeries y PS5 Textos: Español Voces: Español Precio: 60€
El gran atractivo es el regreso de Kyle Crane, protagonista del primer título, interpretado nuevamente por Roger Craig Smith. Trece años después de los sucesos de Harran y de haber sido sometido a crueles experimentos, Crane emerge convertido en la Bestia, un guerrero marcado por la ira pero también por la experiencia. Aunque más duro y letal, conserva la empatía que lo hizo carismático en la primera entrega. El tono de la historia se aleja de las pretensiones de drama moral de DL2 para abrazar con orgullo el exceso y la estética de serie B. Esta vez no hay dilemas éticos ni debates sobre el precio de la venganza: el héroe busca sangre y el guion se divierte con clichés de películas de hombres lobo, consciente de lo que es y explotando esa identidad sin complejos.
El Barón, villano central, concentra lo mejor de la estructura narrativa. Inspirado en figuras clásicas del terror como Albert Wesker de Resident Evil, se presenta como un antagonista carismático y amenazante, capaz de eclipsar cada escena en la que aparece. La producción también gana en lo formal: las secuencias cinematográficas han sido rodadas con captura de movimiento y abundan los planos en tercera persona, un recurso inédito en la saga que aporta dinamismo y una puesta en escena más elaborada.
Jugabilidad vitaminada
La jugabilidad hereda las mejoras que DL2 introdujo tras sus parches, pero las pule hasta convertirlas en la mejor experiencia que ha tenido la serie. El combate combina la contundencia del primer juego con la agilidad del segundo, logrando que cada golpe resulte visceral. Vuelven las físicas que permiten derribar y lanzar enemigos con violencia, mientras las peleas contra los nuevos jefes Quimera destacan como las más memorables hasta la fecha. A ello se suma el “modo bestia”, una mecánica que permite desatar el poder de Crane y ejecutar combos que encajan a la perfección con el tono del relato.
El parkour también evoluciona. Crane se mueve con más peso y torpeza que Aiden, lo que obliga a planificar mejor los movimientos y aumenta la tensión al trepar o saltar. No obstante, la fluidez y la verticalidad recuerdan a los mejores momentos de la saga. Como contrapunto, regresan los vehículos en forma de 4x4 dispersos por el mapa. Sorprendentemente, la conducción resulta precisa y divertida, ofreciendo un respiro a la intensidad del parkour y al mismo tiempo otra forma de sembrar el caos entre hordas de zombis.
El escenario de Castor Woods se erige como uno de los grandes aciertos. A diferencia de la colorida Villedor, aquí domina una atmósfera oscura y opresiva. El mapa combina un pueblo central con zonas rurales, fábricas y bosques, todos diseñados con un nivel de detalle sorprendente. Las noches recuperan el terror absoluto del primer Dying Light: la oscuridad es asfixiante, los volátiles acechan y la sensación de desamparo recuerda por qué esta saga se convirtió en referente del survival horror. Explorar Castor Woods transmite la misma angustia que Harran, pero con identidad propia.
Las misiones secundarias también representan un salto de calidad. Si en entregas anteriores abundaban los recados poco inspirados, en The Beast cada historia paralela aporta momentos memorables y enriquece la trama general. Ignorarlas significa perderse buena parte de lo que hace especial a este juego. La misma atención al detalle se nota en los interiores, oscuros y variados, que rompen con la monotonía de los escenarios repetidos de DL2.
El apartado sonoro merece mención aparte. Olivier Deriviere, compositor de la segunda entrega, eleva aquí su trabajo a un nivel superior. Retoma el tema icónico del primer juego, lo mezcla con nuevos sonidos y ofrece un recorrido musical que parece condensar una década de la saga en forma de banda sonora. La música acompaña cada combate y cada persecución, y en los trayectos en vehículo sustituye con potencia a las inexistentes radios del apocalipsis. Temas como The Beast o An Angry Man ya forman parte de la memoria sonora de los fans.
En lo técnico, el juego cumple con creces. Corre de manera fluida en todas las plataformas, luce especialmente bien con HDR activado y llega prácticamente libre de errores. Nosotros lo hemos probado en PC y no hemos tenido ningún problema para correrlo a tope por encima de los 150 fps con una Ryzen 7 5700X3D y una Nvidia RTX 5070Ti. Visualmente ofrece un acabado muy notable con especial mención a su apartado artístico.
El cooperativo regresa de manera triunfal y lo hace con progresión compartida, algo que se había perdido en la entrega anterior. Además, ofrece recompensas exclusivas para quienes se lancen a sobrevivir acompañados, lo que refuerza su componente social.
Conclusión
En definitiva, Dying Light: The Beast es mucho más que una expansión reciclada: es la redención de la saga. Recupera a Crane, ofrece la historia más coherente de la franquicia, refina la jugabilidad y entrega un mundo creíble y aterrador. En muchos sentidos, esta es la auténtica segunda parte que los seguidores reclamaban. Con un precio competitivo y su inclusión gratuita para todos aquellos poseedores de la edición Ultimate de DL2, se convierte en una apuesta segura tanto para veteranos como para nuevos jugadores.
Si Dying Light 2 dividió a la comunidad, The Beast la vuelve a unir. Techland ha encontrado la fórmula ganadora: ahora solo queda esperar que Dying Light 3 amplíe estas bases sin renunciar a lo que ha convertido a la Bestia en el mejor capítulo de la saga y en un redención que la hace icónica.
Hemos podido analizar Dying Light: The Beast gracias a un código para PC (Steam) que nos ha proporcionado Best Vision Pr.
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