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Análisis 'Killzone: Shadow Fall'

  • La nueva entrega de la saga mejora en varios aspectos con su desembarco en PlayStation 4. Destacan el modo multijugador y la sorprendente calidad gráfica.

Helghan ha caído, ha sido destrozada. Los centenares de millones de habitantes que poblaban el planeta han desaparecido. La amenaza ha sido erradicada desde su raíz. La ISA, Alianza Estratégica Interplanetaria celebra su victoria más importante mientras los pocos supervivientes de los belicosos Helghast no tienen dónde ir. Con su planeta fulminado no tienen otra opción que aceptar una humillación peor que la derrota. Como solución diplomática y humanitaria al genocidio, la Alianza envió a los supervivientes a Vekta, el primer planeta que intentaron conquistar y que ahora tiene un espacio reservado para los derrotados, para los desterrados. Pero se equivocaron. No contaron con el espíritu de sacrificio y excelencia de los crueles Helghast. Y ese fue un gran error.

Con esta interesante sucesión de hechos llega Killzone: Shadow Fall, el título que más expectación ha suscitado dentro del catálogo de lanzamiento de PlayStation 4. Una entrega más completa, dinámica y fluida que sus predecesoras, gracias a una variada campaña, una calidad visual impresionante y un multijugador divertido y accesible. Un gran título de acción, que además salda en cierto modo la gran deuda de la serie y es capaz de narrar de manera más clara el conflicto y matizarlo desde el prisma de ambas facciones, ahora como vencedores y vencidos.

Refugiando al enemigo

Shadow Fall arranca justo en el momento que los Helghast son trasladados a su nuevo hogar: la mitad del planeta Vekta, ahora partido por un colosal muro que separa las dos civilizaciones históricamente enfrentadas. Poco después controlarán su parte del territorio de una forma brutal. El paso de los años, y un tenso ambiente de guerra fría entre ambos pueblos comienza a derivar en enfrentamientos y hostilidades, algo que conoce a la perfección Lucas Kellan, el Vektam protagonista de la entrega. El primer contacto del jugador con Lucas se produce en la infancia del personaje, punto desde el cual iremos conociendo sus logros y méritos, primero en la academia militar y más tarde como soldado. Mediante una serie de secuencias introductorias, Guerrilla Games explica y va dando forma a un planeta que ha sufrido drásticos cambios desde la llegada de los Helgasts. Estas matizaciones iniciales confluyen en la intención de ofrecer al jugador un contexto más rico, alejado de las valoraciones morales que tan poco han calado en la serie. Pero este esfuerzo por ofrecer un entorno más rico y comprensible tiene consecuencias inmediatas, como la empatía que produce un protagonista teñido con un trágico pasado.

El rico contexto en el que se desarrollan los hechos y las implicaciones de Lucas en la trama buscan una respuesta emocional en el jugador, la cual se construye desde el conocimiento del mundo y su conflicto. El resultado es una trama más potente e interesante que en anteriores ocasiones, capaz además, de crear empatía y situar al jugador en un lugar donde se siente cómodo una vez conocida la naturaleza y desarrollo del conflicto. Sin embargo, la capacidad narrativa no constituye la mayor baza de la obra, ya que el sistema de juego de Shadow Fall en comparación con sus predecesores también mejora.

El modo campaña de Killzone: Shadow Fall se extiende más allá de la decena de horas entre secciones de batalla, infiltración, las típicas áreas lineales, fases de francotirador, descensos rápidos, incluso tenemos escenarios que se desarrollan en gravedad cero y varias secuencias intercaladas que dan un empaque gráfico a la obra fuera de toda duda. Pero como avanzamos, el conjunto de misiones es rico, variado y se desarrolla entre un diseño de niveles notable, una inteligencia artificial retadora y una ambientación volcada en demostrar la potencia de PlayStation 4. No obstante, como en otras obras de nueva generación, el mando de control DualShock 4 es responsable de una gran parte de la mejora en los controles, más precisos, cómodos e intuitivos. Se nota que Guerrilla Games ha estado involucrado directamente en el diseño del controlador de la nueva plataforma.

Con la superficie táctil del controlador el jugador puede acceder a una de las más destacadas y mejor implementadas incorporaciones que ha tenido la serie. Se trata de BUHO, un drone que acata las órdenes del jugador e incorpora varias funciones. Se puede emplear como tirolina, se le puede indicar una posición para que ataque, que piratee dispositivos enemigos, que lance una descarga eléctrica, que interponga un escudo entre Lucas y los disparos de los Helghast, y en última instancia, que nos proporcione adrenalina cuando hayamos caído en combate. Aunque el sistema es inusual, ya que para variar el modo de acción del drone se debe deslizar el pulgar sobre la superficie del mando, en poco tiempo el gesto se realiza de manera automática y resulta muy efectivo.

Los bandos del conflicto en la arena

Aunque la campaña de Killzone: Shadow Fall ofrece muchos alicientes, la vertiente multijugador acapara todos las virtudes de la entrega gracias a las posibilidades que ofrece para terminar de exprimir el juego. Las partidas son más directas y capaces de albergar hasta 24 usuarios, que lucharán en varios modos sobre una decena de mapas variados y bien diseñados. Los modos multijugador cuentan con una estructura sólida que parte desde la denominada Zona de Guerra, la cual acumula en su menú una cantidad razonable de propuestas de corte clásico, como Duelo por equipos o versiones adaptadas de Captura la bandera, Buscar y destruir o Todos contra todos. Pero lo más destacado lo encontramos en la ausencia del sistema de progresión que tantos problemas generaba a los nuevos jugadores. Ahora se parte desde la selección de clases y todo se estructura en torno a desafíos y la posibilidad de personalizar las clases disponibles, así como sus opciones de personalización para Asalto, Apoyo o Explorador, además de otras tres que podemos editar a nuestro gusto: Arma Corta, Arma Principal, Explosivos y Habilidades. En resumen, el modo multijugador no pretende romper moldes pero es una oferta sólida y entretenida.

En la parcela técnica Killzone: Shadow Fall destaca como uno de los juegos para la nueva generación que más impacta a nivel gráfico. El framerate es estable, constante y sus 1080p de resolución nativa resaltan el impresionante horizonte de las ciudades en Vekta y reafirma la clásica tristeza y desolación del territorio de los Helghast. Guerrilla Games realizó un trabajo magnífico al representar la atmósfera visual y las locaciones. Las texturas y efectos rozan lo sorprendente. Y todo sin parones, tiempos de carga, retardos y texturas que entran en su momento. Por otro lado, la dirección de arte es sensacional, lo que ayuda mucho a crear ambientes tan detallados y diversos. Además Shadow Fall llega a nuestro país perfectamente localizado en textos y voces, las cuales posiblemente conformen el mejor doblaje en castellano de la serie.

Conclusiones

Killzone: Shadow Fall cumple con las expectativas en el lanzamiento de PlayStation 4 con una oferta sólida, un buen multijugador, una campaña interesante y el máximo poder gráfico que es capaz de ofrecer la consola en su lanzamiento. Aunque no está llamado a revolucionar el género, mejora en varios aspectos, como la capacidad de producir más empatía en el jugador, una campaña más variada y entretenida con un sistema de combate más completo y profundo, un multijugador mas abierto y el mismo telón de fondo, pero con una plasticidad sobresaliente.

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