Verano

Puro Farruquito

  • El bailaor se enfrenta esta noche al público jerezano en la presentación de su último montaje en la Plaza de Toros.

Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito vuelve hoy a Jerez, un lugar en el que ha cosechado éxitos significativos. El mediático artista trata de superar el aluvión de situaciones que le ha deparado la vida en los últimos tiempos como mejor sabe, bailando y dando a conocer su nuevo espectáculo, Puro, un montaje lleno que rebosa confianza y la ilusión de un principiante.

- ¿Por qué ha denominado Puro a su nueva creación?

- Decidí llamarle Puro porque estoy solo. Tenía ganas de hacer un espectáculo donde pudiera hacer todo lo que me apetece, eso no quiere decir que no haga lo que quiera, pero ya se sabe que a veces, por falta de tiempo, por falta de condiciones, o por miles de motivos más, uno se queda con esa cosilla dentro. Esta vez, como voy a bailar yo solo, lo que quiero es rodearme de buenos artistas, que toquen, que canten y que disfruten y yo voy a hacer ahí lo que quiera. Los bailes no van a ser tan cuadriculados, sino más libres.

-¿Hay alguna relación con el resto de sus espectáculos anteriores?

-La única relación que hay con el resto de espectáculos míos es que siempre intento mostrar, cada vez más, lo que es mi forma de sentir el baile.

- Es la primera vez que va a utilizar un violín, percusión o un piano en sus espectáculos. ¿Por qué ahora?

- Sí, es la primera vez, y lo hago porque me apetece hacerlo. Incluso mi gente me ha preguntado que por qué me ha dado por ahí, y les he dicho, no sé, me apetece. El flamenco es una cosa muy difícil, pero a la vez es muy fácil, simplemente hay que hacer lo que sientes, siempre y cuando respetes los cánones que existen. Soy una persona que a la hora de bailar nunca me he dejado llevar por las modas ni nada de eso. La gente piensa que a lo mejor he metido un par de instrumentos, como puede ser el violín o el piano, por ser actual, pero no es así. Cuando estaba creando la música, cogía mi guitarra y decía, esto me suena a mí a Bernardo Parrilla, un violín con un lamento, o me sonaba al piano de Jumitus. He sido fiel a mi intuición, por eso lo estoy haciendo así.

- ¿Pero no se contradice hablar de un espectáculo que se llama Puro con un violín, un piano o la percusión?

- Hombre, contradicciones puede haber todas las que quiera, pero en esto no lo hay. Creo que no porque tengo muchos vídeos en mi casa, y cuando he escuchado a Manolo Caracol cantar con un piano, más puro que eso no lo había, por tanto creo que no existe contradicción alguna. El problema es que la gente confunde lo ortodoxo con lo puro porque tú puedes escuchar a un artista de color cantar blues y es el más puro del mundo. Por eso quiero que la gente no me tache de eso. Soy una persona que me gusta el flamenco de raíz, pero hay gente que me encasilla en un sitio y dice que sólo puedo bailar por soleá o por seguiriyas, y no es así. Tengo claro que no voy a meter nunca contemporáneo en mi baile, porque no sé hacerlo, pero puedo introducir otras cosas.

- Habla del fuego, del agua, del sonido… ¿Qué similitudes tiene eso con el flamenco?

- Sí que las hay, pero está claro que quizás explicándolo no se va a entender, hay que verlo. En el espectáculo hago una seguiriya, que para mí es un poco fuego. Hay cuatro cantaores que hacen martinetes, que es el fuego, la fragua…. Y ese fuego está hasta el final, no se apaga y queda el rescoldo. El primer cante de la seguiriya fue una toná y la toná viene del martinete, con el que se fragua el hierro. Aquí lo que se fragua poco a poco es un baile. Después, también hago alegrías, que es una cosa marinera y que yo la asocio con la infancia y con los míos. Al mismo tiempo que es hondo como el mar también es tierno y fresco como la orilla. Todo, con un imágenes de fondo en tres pantallas, para que la gente tenga una información más completa. He intentado dotarlo de un lenguaje que lo pueda entender el aficionado al flamenco, el que no tiene ni idea o el guiri.

- Es la primera vez que se decide a crear un espectáculo propio en el que la música, la letra y la coreografía son suyas. ¿Por qué ha tardado tanto tiempo?

- Siempre he hecho letras y música para mis espectáculos, lo que pasa es que en este espectáculo todo empezó como a mí me salen las cosas, con un papel, un boli, una idea, una guitarra, un acorde, una falseta, una introducción… y todo eso se llama Puro. A veces eso te llega solo, sin que te lo esperes, por eso hasta ahora no lo había hecho. Tenía ganas de hacer un zapateado, por ejemplo, que nunca lo había hecho, y lo he incluido ahora, todo tiene su momento. Se llama Lluvia de ilusiones y con él intento transmitir la ilusión que tengo por bailar. Además, está dedicado a mi padre, que siempre me ha dicho que sin ilusión no se consigue nada.

- Cuenta con un elenco de artistas importantes, pero hay uno que repite con respecto a su último montaje Alma Vieja, Manuel Molina. ¿Tan importante es su presencia en su espectáculo?

- Mi tío es una pieza clave en este espectáculo. En Alma Vieja él sólo hacía dos representaciones, pero la gente no entendía el porqué. Como a mí me gusta aprender de lo que hago, decidí que tenía que estar de nuevo en mi espectáculo, pero ahora la gente iba a entender por qué estaba ahí. Manuel Molina no solamente narra la historia, sino que la primera figura que aparece en Puro es él. Es como el resumen, el índice o el prólogo de un libro. Quería que su aparición fuese como una presentación del espectáculo, que la gente supiera de lo que vamos a hablar, de la fragua, del respeto a los mayores… Él le va dando sentido a lo que estamos viendo y narra la historia. En este espectáculo lo necesito, no sé si en otros lo necesitaré, pero en éste es una pieza importante.

- Dice que Puro es la búsqueda de la verdad. Llega un momento en la vida del artista en el que la búsqueda es una obsesión, ¿le pasa también?

- Siempre estoy buscando. Un artista, un flamenco o un músico, llámala como quieras, necesita crear, y la creación cada día está en un sitio diferente. Si no la buscas y la encuentras no puedes crear. Una vez dijo una frase el maestro Paco de Lucía que me marcó: "¿Qué crees más en la inspiración o en el trabajo?". Y él dijo en el trabajo, porque si la inspiración no te coge con la guitarra en las manos, trabajando, no te va a salir nunca una creación bonita. Y eso es así. Para mí el trabajo es la búsqueda. Yo siempre estoy buscando, doy cursillos para aprender, y he de reconocer que en algún cursillo me han salido pasos que después he hecho en un espectáculo y eso lo saben mis alumnos. Esa es la búsqueda diaria, y si ya luego tienes la suerte de que la inspiración te sorprende es lo máximo. Siempre sueñas con que te coja trabajando.

- ¿Qué tanto por ciento tiene su baile de técnica y que tanto de improvisación?

- No lo sé, creo que según el día. Eso es como el torero, cada día está de una manera y además tiene que contar con el aire para que no se le vaya la muleta, con el público, que creo que es fundamental, por lo menos al principio del espectáculo. Hay veces que con el primer aplauso o con el primer olé uno sabe qué va a pasar. Pasa igual que con los guitarristas, según el primer acorde que dé así me voy a sentir yo. Es cuestión de cómo estés, del ánimo y demás.

- Ha comentado antes que la figura de Manuel Molina viene a corregir detalles del espectáculo anterior. ¿Ha corregido algo del estreno de Puro en Palma de Mallorca el pasado día 24 de julio?

- Sí, y estamos corrigiendo constantemente. Por ejemplo, del primer espectáculo a éste hemos intentado corregir las transiciones de un baile a otro, de ahí la importancia de los puentes musicales: Manuel Molina, Jumitus, Bernardo Parrilla…Hay que tener en cuenta que me tengo que cambiar para hacer un baile u otro y a mí, mientras que estoy en el camerino, me gusta seguir disfrutando. Eso es difícil, porque el flamenco es espontáneo y la afinación existe, pero bueno siempre buscamos la armonía. Son detallitos, pero que siempre hay que pulir, nunca es perfecto. Si eso fuera así, no sería humilde y me estaría limitando porque hay mucho que aprender.

- ¿Impone bailar en Jerez más que en otro sitio?

- Creo que hay que tener el mismo respeto tanto si bailas en Jerez como si lo haces en Sevilla o Madrid, lo que pasa es que a la gente de Jerez no se le puede vender una cosa medio qué. Le tienes que vender el sudor y el arte. Sé que habrá gente que salga contenta con el espectáculo y otra que no, pero para eso estamos, para aprender y seguir corrigiendo cosas. Yo voy a ver muchos espectáculos de compañeros y hay veces que cojo cosas para mí y otras en las que me doy cuenta de que algunas cosas nunca las haré. A Jerez vengo con ese respeto, con la incertidumbre de ver cómo la gente acepta mi montaje, aunque sé que tanto la crítica constructiva como destructiva siempre va a estar ahí. Lo que no puedo estar es pendiente de saber qué dirán de mí, porque entonces me quitaría la energía que debo tener para bailar.

- De cualquier modo, su relación con Jerez siempre ha sido positiva, sobre todo, en su paso por el Festival y por el Villamarta, ¿verdad?

- Sí (risas). Bueno, una vez me dijeron una cosa que me hizo mucha gracia. Había bailado una guajira y la gente no estaba acostumbrada a verme bailar ese palo. Me acuerdo que me dijeron que bailaba muy rápido y que parecía el rabo de una lagartija, porque además iba de verde. Me tiré de risa cuando leí la crítica, y bueno, me sirvió para aprender. Todas las veces que he venido a Jerez el público me ha tratado muy bien.

- En su anterior espectáculo, Alma Vieja, bailó por primera vez por farruca, ahora en Puro introduce el zapateado. Sin embargo, el bloque de sus montajes siempre son soleá, seguiriya, alegrías, bulerías…¿Le preocupa que se encasille ahí?

- No me preocupa. Yo aprendo mucho del arte en sí y llevo toda la vida escuchando que Tío Rafael de Paula y Curro Romero han llenado muchísimas plazas toreando de la misma manera. Nunca los he visto con la capa de Superman ni con un mantel de cocina. Entonces, la gente que va a verlos, ¿qué va a ver siempre lo mismo? Yo por lo menos iría a ver a Curro o a Paula con una muleta roja sin más, y haría eternamente.

- Una de las cosas por la que muestra preocupación es que la gente entienda lo que hace encima del escenario. ¿Cree que últimamente los espectáculos de baile se están desplazando hacia caminos que el que va a verlos tiene que leer obligatoriamente el programa de mano?

- Yo por eso todavía no he hecho una obra de teatro, porque le tengo mucho respeto. Yo soy bailaor, pero me gusta mucho la música. ¿Qué granito de arena puedo ofrecer a la gente? Pues mi música y mi baile. Si yo mañana aprendo arte dramático y soy capaz de interpretar una historia con argumento lo haré, pero siempre con la intención de que la gente entienda lo que estoy haciendo. ¿Por qué me preocupo de que la gente entienda? Porque creo que hay que ocuparse para que nadie se preocupe. Con este espectáculo no te hace falta ni un programa de mano ni una sinopsis. Lo digo porque me he sentado a verlo desde fuera, sin bailar y lo he entendido todo.

- Muchos hablan de que con todo esto retoma su carrera, pero ¿realmente se ha dejado de sentir bailaor o artista en todo este tiempo sin actuar?

- Gracias a Dios, jamás. Sé que la gente lo ha intentado, incluso que no bailase más, pero la vida es tan difícil y tan fácil al mismo tiempo que pienso que a veces hay que hacerle caso a los que te quieren de verdad y a uno mismo, a tu corazón. Me he pegado un tiempo sin bailar y todo el mundo lo sabe, pero creo que todo el mundo sabe por qué voy a seguir bailando. Es muy fácil, porque creo que he nacido para bailar. Soy bailaor de naturaleza, no de profesión. ¿Cómo quieren que dé la espalda a mi naturaleza y poder disfrutar del pequeño o gran don que me ha dado la vida? No veo el porqué. Nunca en la vida he dejado de bailar, incluso cuando no he bailado físicamente.

- ¿Qué sensaciones tuvo el día 24 en Mallorca? ¿Fue como un volver a empezar?

- Sí, por supuesto. Es más, cuando terminé el zapateado del principio y escuché el aplauso de la gente fue increíble. Ya no pensé en más nada y me salió todo fenomenal. Al final, incluso vi que mucha gente estaba llorando y eso es lo más grande del mundo, es una experiencia indescriptible.

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