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Verano

Jimena respira tres días de música con la venida de su festival

  • El certamen alcanza su octava edición con Orishas y Kenny Garrett como cabezas de cartel y con su cóctel habitual de música clásica, jazz, flamenco y músicas del mundo

El Festival Internacional de Música de Jimena y del Campo de Gibraltar comienza hoy su octava edición y en el ambiente se respiran los ritmos y los sones de siempre, pero este año además la sensación de punto de inflexión, de corrección de rumbo, en terminología de la organización. En las pasadas andaduras el certamen había adquirido una dimensión notable y, sin ir más lejos, en 2007 se alcanzaron las diez jornadas. Jimena, también obligada por el esfuerzo económico que requería el formato anterior, ha decidido recuperar los orígenes de la cita, reducirla a tres días y reconectarla más profundamente con los encantos del pueblo y de su gente.

De lo que se trata, en cualquier caso, es de música y la música sonará de manera casi ininterrumpida desde esta tarde hasta altas horas de la madrugada del sábado al domingo. Como cabezas de cartel se presentan propuestas variadas. Por un lado se encuentra el hip hop cubano de Orishas, por otro el espectáculo de flamenco mestizo del bailaor linense David Morales, El Indiano, pasando inevitablemente por una figura del jazz, el saxofonista Kenny Garrett, que en su día tocó en la banda y compartió escenario con Miles Davis. La música clásica, una de las señas de identidad del festival, también se escuchará con profusión. En resumen, que resulta un cóctel con los ingredientes de siempre, la clásica, el flamenco, el jazz y las músicas del mundo.

Uno de los cambios que se han producido este año es dejar de dedicar el certamen a un país o a un artista en concreto. En opinión de la organización esta circunstancia hipotecaba la convocatoria al dificutar su capacidad de maniobra. El próposito es continuar con la misma filosofía en años venideros, por lo que quedará en el recuerdo por ahora el séptimo festival como el último de este tipo, entonces con Cuba como protagonista. La actuación de Chucho Valdés en el Llano de la Victoria el año pasado, muy celebrada y aplaudida por todos, emerge en estos momentos como un fin de ciclo. Curiosidades, la presencia de Orishas en esta ocasión no se pudo conseguir entonces.

La reducción de número de jornadas también ha implicado la reducción del número de espacios escénicos, como es lógico. Este año no se dispondrá del Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, que se encuentra en rehabilitación y que era la sede habitual para la música clásica. Tomará el testigo otro enclave de la Estación de Jimena, el centro cultural Reina Sofía. Se mantienen el Llano de la Victoria, que se abrirá a ese jazz que tan bien conoce, y el Paseo, que la organización pretende que se convierta en el punto de encuentro inevitable de todos los visitantes al festival y debe actuar de catalizador en esa misión de recuperación de los orígenes. Desaparecen los escenarios del estadio de fútbol, que aglutinaba las convocatorias más multitudinarias, y del recinto ferial, que era donde acababa la noche.

Por contra Jimena celebrará por primera vez en su historia un concierto en el Castillo que la gobierna. El año pasado acogió una representación teatral y ahora se estrenará con la música, esa música que es de lo que se trata.

Las actividades paralelas tampoco faltarán. Todas las tardes y las noches se instalará un mercado andalusí en los alrededores del Paseo, lo que servirá para darle ambiente al certamen. Además desde hace días se puede contemplar en el centro cultural Reina Sofía una exposición del pintor Álvaro Chábarri. Por último, en concreto mañana en la Casa de la Cultura de Jimena, se llevará a cabo un taller para jóvenes sobre experimentación musical a través de instrumentos de distintas culturas. Se llama La vuelta al mundo en 80 ritmos.

Jimena recuerda cuando el festival era el motivo elegido para pasar unos días en una casita de campo de la localidad y oír música varios días seguidos. Esa estampa es la que se pretende cultivar, al tiempo que destacar el valor patrimonial de un pueblo que siempre ha sido generoso y hospitalario con los visitantes. Es lo que se conoce como el encanto del festival.

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