curro díaz. matador de toros

"Por mi personalidad siempre he sido independiente"

  • El diestro linarense, tras ser uno de los más brillantes en la temporada pasada, comienza su campaña en Valencia y Madrid

El diestro linarense Curro Díaz cuajó el año pasado la temporada más importante de su vida por la regularidad de sus éxitos conseguidos, con el mérito añadido que lo logró ante toros de distintos encastes y con ganaderías duras y porque además ha dado más cuerpo a sus obras, siempre preñadas de torería. Se muestra feliz ante la lluvia de contratos, aunque en Sevilla es casi seguro e injusto que no estará en los carteles de la temporada. Tras superar una gravísima lesión por una cornada en la Maestranza en 2011, estuvo a punto de retirarse en silencio en 2015. Sin embargo, se reencontró en América consigo mismo y, ya en España, abrió la Puerta Grande de Las Ventas la pasada primavera, una primavera torera que está viviendo cuando enfila nada más y nada menos que dos décadas como matador de toros. Este renovado Curro, torero de culto, autodidacta e independente, quien ha abandonado una armadura que en gran medida protegía su timidez, destila sentimientos en una entrevista en la que, relajado, sonriente y hasta diplomático, profundiza en su carrera.

-Curro, la crítica coincide en que 2016 ha sido la temporada más importante de su carrera, ¿cuál es su consideración?

Por otro camino, probablemente, hubiera tenido una situación más cómoda en el escalafón"No me he convertido en un torero que mata corridas duras, sino que las corridas duras las mata un torero"Cuando recogí a Víctor Barrio entendí lo duro e ingrato que es el toreo y, a la vez, lo bonito que es"

-Ha sido una temporada impredecible, con más regularidad, en la que he conseguido grandes resultados y que han tenido mayor repercusión.

-¿Hasta qué punto es más difícil conseguirlo sin el respaldo de las grandes empresas?

-(Habla sin prisas) Con mi apoderado -Joxin Iriarte- ha sido ganarlo día a día. Conforme salen las cosas cuentan contigo. Por mi personalidad siempre he sido independiente y no me he quejado. Por otro camino, probablemente, hubiera tenido una situación más cómoda en el escalafón. Pero es mi personalidad. No tengo rencor hacia nada y si tengo que decir algo lo digo.

-Parece increíble que antes de comenzar la temporada barajase la posibilidad de retirarse.

-Las cosas estaban muy complicadas. Al terminar 2015, tras haber atravesado la grave lesión que tuve, sentía como un vacío y pensaba que no tenía sentido continuar. Sí, sí, hasta el punto de dejarlo.

-¿Qué le hizo desistir de esa idea?

-(Mira al interlocutor) Tenía varios compromisos en América y fui allí un poco desconectado. Yo había sufrido mucho para recuperarme. No había tenido terapia. Y en una plaza portátil de Colombia me puse el traje de luces de nuevo con ganas y en la siguiente corrida indulté un toro. Estuve toreando un mes allí y me di cuenta que no podía hacer otra cosa que torear. Fue como un libro de autoayuda.

-¿Y en qué ha consistido la 'transformación' de Curro Díaz?

-En ser yo y ser libre delante del toro. A lo largo de mi carrera he tenido el toro metido en mi cabeza y por resortes técnicos no he sido yo hasta que un día estalla. Yo había creado una técnica para mi personalidad; creo que esa técnica sólo me sirve a mí.

-¿Y no será también por un gran cambio en su actitud y ambición?

-Probablemente; el creer.

-Además de la regularidad, ha conseguido el éxito ante toros de las ganaderías denominadas duras. ¿Es más difícil lograrlo con este tipo de hierros?

-No me he convertido en un torero que mata corridas duras, sino que las corridas duras las mata un torero. Soy autodidacta y he toreado a esos toros con mi personalidad. Me contrataron para Mont de Marsan con una de Cebada Gago. No pensaba ir. Al final le dije al apoderado que iba, entré hasta de sustituto de otro torero y cobrando menos. El torero no debe mirar tanto el toro porque el toreo debe ser de plazas llenas. La verdad es que con esas ganaderías cuesta anunciarse. Lo bonito es que hay más matices. No llevas hecha la faena desde el hotel y el guión no está preconcebido.

-De Madrid partió todo con una Puerta Grande en Las Ventas...

-Fue el día clave de la temporada.

-¿Con más nervios que nunca?

-No. Fue el día más tranquilo. Le dije a Joxin: "Ponme, que voy a abrir la Puerta Grande". Sin embargo, en la Feria de Otoño fui muy consciente de lo que me jugaba en Madrid.

-Independientemente de los premios, ¿cuál ha sido su mejor faena?

-El toro de Ana Romero en Teruel. Fue una faena en la que me abandoné totalmente.

-¿La mejor de su carrera?

-No la pongo en pie. No la recuerdo. Tengo la sensación de que toreé para mí como nunca.

-Tuvo que recoger de la arena a Víctor Barrio, corneado mortalmente. ¿Cómo se sobrepone uno a ello?

-Me sobrepuse toreando. Entendí que los toreros somos felices toreando. Eso me salvó para torear al día siguiente en Pamplona. Nunca tuve una imagen de debilidad. Pensé que había sido testigo directo, que era difícil torear ese toro de Ana Romero. Cuando recogí a Víctor Barrio yo lo entendí, entendí lo duro e ingrato que es el toreo y, a la vez, lo bonito que es.

-Es increíble lo que dice.

-(Nos envuelve un largo e incómodo silencio) Es lo que yo entendí en ese momento.

-¿Cuándo comienza la temporada?

-Comienzo en Valencia. En Madrid ya estoy anunciado el Domingo de Resurrección en un nuevo mano a mano con Garrido, con toros de Montealto. El día anterior, el 19 de marzo, toreo en Arnedo la corrida de Victorino, junto a Ureña y Varea. Y en San Isidro imagino que estaré dos tardes.

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