El Puerto

Dos orejas para el buen toreo de José María Manzanares

  • Morante dejó destellos de su extraordinaria clase. El encierro de Juan Pedro Domecq, falto de casta y de poca presencia.

Toros: Seis de la ganadería de Juan Pedro Domecq y uno, en sustitución del tercero, inutilizado durante al lidia, de Parladé. Faltos de casta en general, de escasa presencia, algunos francamente anovillados. Los tres primeros pitados en el arrastre.  Toreros: Morante de la Puebla, de nazareno y oro; estocada y dos descabellos (Silencio); Pinchazo (Pitos) Un aviso y estocada casi entera (Ovación tras fuerte petición) José María Manzanares, de rojo y azabache. Estocada ( Oreja) Estocada caída (Oreja y fuerte petición de la segunda), Media y estocada (Fuerte ovación). Incidencias: Casi lleno en tarde de mucho calor. Como sobresaliente actuó sin apenas intervenir, Miguel Ángel Sánchez Pascual. Se desmonteraron Raúl y Luis Blázquez. Fenomenal puyazo de José Antonio Barroso, que fue muy ovacionado.

Hubo de todo ayer en la plaza de El Puerto de Santa María. Desde la indignación y las protestas ante la presencia de algunos toros anovillados e impropios de una plaza de tanta solera, al entusiasmo de los aficionados ante algunos lances de Morante de la Puebla o Manzanares.

La corrida comenzó con mal pie. Los tres primeros toros provocaron las más que justificadas protestas de los aficionados por su escaso trapío. Pero en el cuarto de la suelta cambiaron las tornas. El toro Papelón, también chico, sirvió para que Manzanares le administrara cuatro preciosas verónicas ganando terreno hacia los medios. Lo puso en suerte galleando por chicuelinas muy ajustadas y provocó que Morante entrara en su quite reglamentario. El de La Puebla respondió con unas soberbias verónicas y terminó con una media lentísima. La plaza se venía abajo. Manzanares no quiso perder la pelea y le dio la réplica con otro precioso quite. Sin duda alguna, lo mejor de la tarde. Ambos toreros se estrecharon la mano en el centro del ruedo entre enormes ovaciones.

Manzanares, que brindó la muerte del toro a Pepín Liria, comenzó la faena con unos templados trincherazos llevando el toro a los medios. Pero pronto se paró el motor del cuarto toro, que aunque bueno y noble, andaba muy escaso de fuerzas. El diestro de Alicante quiso matar recibiendo, pero finalmente tuvo que entrar al volapié resultando cogido aparatosamente, aunque sin consecuencias. Cortó una merecida oreja y se le pidió con fuerza la segunda, aunque el presidente la negó por estar la estocada contraria y caída.

En su primer enemigo, Manzanares ya había mostrado su gran calidad artística ante un enemigo fuertemente protestado por los aficionados. Dio buenas series de derechazos y terminó la faena con un soberbio estoconazo.

En el que cerraba plaza también estuvo acertado. Fue el toro de mejor juego y clase. Pero también se acabó pronto.

Morante de la Puebla tuvo que enfrentarse al peor lote de la tarde. Sin embargo, en sus tres enemigos logró algunos pases de calidad excepcional. Al quinto, un precioso jabonero, lo estuvo exprimiendo para sacarle, con cuentagotas, algunos derechazos con marca de la casa.

En resumen, una corrida con altibajos en la que pudimos disfrutar de un tercio de quites excepcional a cargo de dos grandes toreros. Buen toreo de Manzanares y destellos de la clase única y excepcional de Morante.

Y suspenso enorme para los apoderados, veedores y expertos de estas figuras del toreo que se empeñan en buscar unas reses más apropiadas para jóvenes novilleros en plazas de tercera.

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