Toros

Los ecuatorianos decidirán el sábado el futuro de su fiesta taurina

  • La propuesta, impulsada por el presidente Rafael Correa, ha abierto un intenso debate entre quienes defienden a rajatabla su vigencia y los que promueven su abolición inmediata.

El futuro de la fiesta taurina irá a consulta popular el próximo sábado en Ecuador, que podría seguir el camino de Portugal y prohibir las corridas que culminan con la muerte del toro. La propuesta, impulsada por el presidente Rafael Correa, ha abierto un intenso debate entre quienes defienden a rajatabla su vigencia y los que promueven su abolición inmediata. Los primeros exigen, sobre todo, "respeto" a una tradición que se remonta a unos quinientos años, mientras que los abolicionistas demandan que se ponga fin a la "tortura" de animales.

"¿Está usted de acuerdo en que en el cantón de su domicilio se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?", reza la octava pregunta de la consulta, que también busca reformar la justicia, prohibir los juegos de azar, restringir negocios de banqueros y dueños de medios de información, entre otros fines. Quito cuenta con una de las ferias taurinas de más solera y prestigio de América, pero en general en el país la afición a las corridas es algo propio de la elite social. El país cuenta con una treintena de ganaderías que crían sus toros bravos a gran altura, en los Andes, y entre ellas hay gran preocupación frente a la consulta popular del sábado.

"Realmente es una incertidumbre, no sabemos cuál va a ser el futuro de la 'fiesta' en Ecuador en caso de que gane el sí", señaló Luis Fernando García, propietario de la ganadería de Campo Bravo, una de las más importantes del país. Por contra, María Caridad Vázquez, activista y exconcejala de la ciudad andina de Cuenca, aseguró que "son las nuevas generaciones las que han reaccionado contra las corridas de toros y serán las futuras las que sigan alimentando corrientes que defiendan a los animales".

Los partidarios de la abolición creen que la prohibición ganará, pero los taurinos confían en que persista al menos en las jurisdicciones donde la fiesta brava es una tradición, ya que los resultados de la pregunta se aplicarán a nivel cantonal. Para García, también en ese caso "hay un antecedente muy sombrío" en Cuenca, la tercera ciudad en importancia de Ecuador, donde están prohibidas desde 2004 las corridas donde se produzca la muerte del animal. Allí "prácticamente ha desaparecido la feria taurina" y ni siquiera se practican corridas a la denominada "usanza portuguesa", en la que no se mata al toro al final de la lidia, explicó.

En su opinión, "el 99,9 por ciento de aficionados no va a divertirse ni a festejar con la muerte del toro", aunque ese entronque fatal representa el clímax de la corrida, señaló el ganadero quien, definitivamente asegura que lo mejor es que el sacrificio del animal dure el menor tiempo posible. "Queremos que sea en un minuto o menos, que sea un solo espadazo y que el toro muera con valentía, con dignidad y de cara al sol y al aplauso del público, si es que ha sido bravo", manifestó García, tras lamentar que la consulta pueda sepultar las corridas en varias plazas donde está arraigada esta manifestación tradicional.

En cambio, Vázquez argumentó que en su Cuenca natal la prohibición de las corridas ha dado paso a otras expresiones culturales como la música, el teatro y la danza. Para la ex concejala, la tauromaquia no es un arte, sino una "artesanía macabra a la que se le han puesto reglas" y que por eso, dice, el debate sobre su existencia está vigente incluso en la cuna de la fiesta, España.

El Parlamento de Cataluña prohibió el año pasado las corridas de toros y el debate incluso ha empezado a taladrar en México, el centro más importante de la feria en América, donde senadores del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) preparan una ley que elimine las corridas de toros. Las corridas se practican también en Colombia, Perú, Venezuela, Costa Rica, Panamá y Bolivia, además de en Francia, donde han sido declaradas como patrimonio cultural, y en Portugal, donde se prohíbe la muerte de los toros en el ruedo.

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