Toros

Varea a hombros, vuelta para Miranda

  • Jonathan Varea indulta a Quejoso, un gran novillo dentro del buen encierro de Los Maños David de Miranda, que cumplimentó una digna actuación, dio una vuelta en el segundo

El novillero castellonense Varea, que cortó tres orejas, obtuvo un triunfo redondo en el festejo de ayer de la Feria del Pilar, propiciando incluso el indulto de un noble novillo de la ganadería local de Los Maños, hecho insólito en esta plaza en las últimas décadas.

Seis novillos de Los Maños, de muy buena presencia y en el tipo de su encaste Santa Coloma. Dieron juego muy dispar: descastados tres de ellos pero nobles y con movilidad el resto, entre los que destacó el tercero, Quejoso de nombre, de pelo negro salpicado y con 501 kilos de peso, que fue indultado.

Miguel Cuartero: estocada baja (silencio); bajonazo (ovación tras aviso).

David de Miranda: estocada baja tendida (vuelta al ruedo tras petición de oreja); estocada corta y descabello (silencio tras aviso).

Varea: indulto (dos orejas simbólicas y vuelta al ruedo con el ganadero); estocada caída (oreja). Salió a hombros junto al mayoral de la ganadería.

Ayer también se produjeron muy buenas noticias en el ruedo de la Misericordia. Casi todas ellas llegaron en el mismo momento, en ese tercer turno de la lidia en el que salió al ruedo el novillo Quejoso, un animal de dulces y lentas embestidas, al que cuajó de principio a fin el novillero castellonense Varea.

Se empleó con bravura el novillo de salida y en dos entregados puyazos a los que acudió con alegría, hasta que el local Miguel Cuartero pudo saborear en un excelente quite a la verónica sus ya ralentizadas embestidas.

Tras un gran tercio de banderillas de su cuadrilla, Varea se dispuso a torearlo al mismo ritmo pausado, casi dormido, al que embestía el utrero, y añadiéndole la chispa que compensó la falta de un punto mayor de emotividad del animal. Lo toreó siempre con clase y elegancia el novillero de Almazora, sin exigirle demasiado al principio pero ya con más exigencia y entrega de mitad de faena en adelante, cuando la plaza se puso en pie y no dejó de jalear tan absoluta conjunción de toro y torero.

Una serie de naturales fue especialmente honda, igual que el remate con poncinas que precedieron a una unánime y clamorosa petición de indulto para Quejoso.

Y, ante las dudas del presidente, siguió toreando Varea, si cabe con más temple y más ajuste hasta que asomó por la delantera del palco el pañuelo naranja, en un hecho del que no existe memoria reciente en esta plaza de siempre tan dura.

David de Miranda le hizo una faena larga al segundo, que se movió mucho pero sin demasiado gobierno en las telas del onubense, que en cambio se aplicó con más acierto ante el reservón quinto, al que hizo seguir su muleta más de lo sospechado.

Por su parte, el zaragozano Miguel Cuartero se mostró inseguro, y breve, con el complicado novillo que abrió plaza. Y, aunque logró muletazos de tanta cadencia como su quite a Quejoso, no llegó a aprovechar al también noble y entregado cuarto, en una faena plagada de altibajos, en la que se alternaron los pases limpios y los enganchones.

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