Feria de Fallas de Valencia

Triunfo tibio de Roca Rey con un lote a favor, en tarde de lleno y viento

  • El peruano corta la única oreja de una tarde marcada por el viento

  • Diego Urdiales, que fue volteado por el sexto toro, y José María Manzanares acumularon ovaciones a pares por parte del público, que medio llenó la plaza

Roca Rey torea con la muleta a uno de sus contrincantes de Victoriano del Río en la tarde de ayer.

Roca Rey torea con la muleta a uno de sus contrincantes de Victoriano del Río en la tarde de ayer. / Juan Carlos Cárdenas (EFE)

El diestro peruano Andrés Roca Rey, que sorteó un lote de toros para un triunfo más rotundo, cortó solo una oreja, la única de la tarde, en el quinto festejo de Fallas celebrado hoy en Valencia con un fuerte viento que condicionó la lidia y, por primera vez en el abono, con lleno en los tendidos. Aunque con un frío creciente y constantes rachas de viento, la corrida de la víspera de San José se vivió con el ambiente festivo que ha faltado en el resto del abono y con un público muy predispuesto a aplaudir a los toreros -Diego Urdiales, José María Manzanares y Andrés Roca Rey- que, salvo el primero, contaron con lotes favorables para haberles complacido.

Pero, sea por las dificultades añadidas de ese viento, por los pinchazos a la hora de matar o, en muchos casos, por la escasa rotundidad de las faenas, el saldo de una solitaria oreja para el limeño se antoja muy corto frente a las opciones que ofrecieron, en mayor o menor medida, cuatro de los astados de Victoriano del Río. El más bravo y completo, el de mayor entrega y duración, fue el tercero, que empujó de verdad en varas y que llegó a la muleta galopando con celo tras el engaño que Roca manejó con mucha determinación desde se fue a los medios a abrir la faena, despreciando los riesgos del viento en la zona más abierta del ruedo.

Hasta cuatro series de muletazos macizó el torero de Perú, asentado de plantas y muy confiado en la entrega de un toro enrazado que, con su ímpetu y empuje, embistiendo con los riñones, contribuyó en gran medida a que los pases tuvieran dimensión y recorrido. Cuando menguó esa inercia, Roca Rey decidió también acortar su labor con algunos alardes por la espalda que colofonaron una faena que se vivió desde el tendido con una pasión que él mismo se iba a encargar de enfriar con una estocada defectuosa. Todo se quedó, por tanto, en esa solitaria oreja como premio, mientras que el toro se iba al desolladero sin haber recibido la que hubiera sido una merecida vuelta al ruedo.

Diego Urdiales no tuvo su mejor festejo en Valencia. Diego Urdiales no tuvo su mejor festejo en Valencia.

Diego Urdiales no tuvo su mejor festejo en Valencia. / Juan Carlos Cárdenas (EFE)

El sexto, un "dije" de hechuras, mostró su clase y su facilidad desde el primer capotazo, pero también una tendencia a salirse suelto de las suertes que nadie corrigió, ni siquiera Roca Rey, que lo pasó sin mando y sin potenciar sus virtudes hasta que volvió a recurrir a los efectismos en terrenos de tablas, donde volvió a matar mal. Menos evidentes, pero también ciertas, fueron las virtudes de los dos toros de José María Manzanares, que les hizo dos trasteos muy similares de contenido y concepto: algunos muletazos aislados de buen corte salpicados en series cortas y de escaso temple, molestado por el viento en ocasiones pero casi siempre por debajo de la calidad de su primero y de la entrega del quinto.

Los números del peor lote cayeron en la "bolita" de Diego Urdiales a la hora del sorteo, pues si el que abrió plaza fue un gazapón que nunca humilló ni se salió de las suertes, el otro se paró demasiado pronto. El torero riojano, igualmente perjudicado por el viento, intentó prolongar los embroques con aquel, robándole algunos muletazos de mérito, y se desesperó con el cuarto, que, al volverle la cara en el remate de una tanda, le sorprendió y le volteó seca y aparatosamente, aunque sin mayores consecuencias que algunos golpes y rasguños.

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