Segunda nocturna de promoción en Sevilla

Terna verde ante una novillada muy seria de El Serrano

  • Fernando González cogido sin gravedad por el cuarto novillo . Luis Miguel Terrón da una vuelta al ruedo . Manuel Triana, silenciado

FICHA: 

GANADERÍA: Erales de El Serrano, cuajados, muy serios, astifinos y sin clase.

TOREROS: Fernando González, pinchazo, casi entera delantera y tres descabellos (silencio). En el cuarto, cogido, sufrió un varetazo y pasó a la enfermería conmocionado. Mató la res Luis Manuel Terrón de pinchazo y entera (silencio). Luis Manuel Terrón, pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio tras aviso). En el quinto, estocada (vuelta tras petición).

Manuel Triana, metisaca traserísimo, media muy perpendicular, casi entera y dos descabellos (silencio tras aviso). En el sexto, dos pinchazos y casi entera (silencio).

INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Maestranza. Algo menos de media entrada.

Si es difícil estar preparado para estrenarse con éxito en la Maestranza sevillana, todavía debe ser más complicado salvar el compromiso ante una novillada muy seria, con novillos astifinos, más trazas de utreros que de erales. La terna compuesta por Fernando González, Luis Miguel Terrón y Manuel Triana, todavía verde, se vio desbordada ante una realidad durísima. 

El utrerano Fernando González, inscrito en la Escuela Sevilla-Amate, con problemas de colocación, concretó una labor desceñida con el ejemplar que abrió plaza. Sin mando y citando con la muleta retrasada, fue enganchado por el complicado cuarto, que le propinó un volteretón tremendo y un varetazo. Las asistencias le llevaron a la enfermería para que su compañero, Luis Miguel Terrón, lo finiquitara.

El extremeño Luis Miguel Terrón, de la Escuela de Badajoz, fue quien mejor imagen dio, especialmente en el manejo del capote. Con el áspero segundo se rehízo tras un revolcón para un trasteo lastrado de enganchones y desarmes. Con el quinto logró el mejor momento de la noche. Toreó muy bien a la verónica, ganando terreno y dibujando lances hondos y despaciosos. Con la muleta aprovechó la movilidad del astado, especialmente con la diestra. Mató de estocada y dio la única vuelta al ruedo del festejo.

El sevillano Manuel Triana, hijo del torero del mismo nombre, evidenció muchas lagunas técnicas, incluida la suerte de matar. Tras una labor sin peso en su primero, fue enganchado -afortunadamente sin consecuencias- por el corniabierto que cerraba plaza, en otro trasteo sin brillo.

Sería muy fácil ahondar en tantas y tantas carencias de la incipiente terna. Serán los propios chavales los que deban meditar sobre su situación. Tendrán que sopesar muchas cosas. Al igual que debería revisar varios aspectos el propio sistema de los taurinos, que enfrenta a noveles con reses cuajadas, cuando se facilita grandes éxitos a las figuras servidos ante el medio toro. 

  

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